El cine de Céline Sciamma (Pontoise, 1978) es como un cálido y reconfortante abrazo a la infancia, a la identidad, a las mujeres. La realizadora francesa se ha erigido como un icono feminista y queer dentro del panorama audiovisual, de ahí que el Festival LesGaiCineMad le haya otorgado su Premio de Honor de la 28º edición del festival.
Sus películas son, en su mayoría, historia de niños que sirven para explicarnos como adultos. Water Lillies (2007), Tomboy (2011), Girlhood (2014) o Petit maman (2021), todas ellas llevan la impronta de la mirada pura y cristalina de la cineasta, que se caracteriza por hacer de la vulnerabilidad y la sensibilidad algo revolucionario. Todas ellas se pueden volver a ver en nuestro país gracias a la retrospectiva que ha organizado el festival madrileño en colaboración con la Filmoteca Española.
Sciamma se hizo un nombre en el panorama internacional con su cuarta película, Retrato de una mujer en llamas, que cuenta una historia de amor sáfica entre una aristócrata y una pintora a finales del siglo XVIII. Presentada en 2019 en el Festival de Cannes, el filme la aupó hasta el punto de entrar en lista Sight and sound de 2022, siendo considerada una de las mejores cien películas de la historia.
En 2020, durante la gala de los Premios César, la actriz "fetiche" de la directora y protagonista de Retrato, Adèle Haenel, se marchó a grito de ¡Viva la pedofilia! cuando Roman Polanski ganó el premio a mejor director con su película J'accuse. Este año, la actriz, que dejó el cine para dedicarse plenamente a su labor como activista, señaló al Festival de Cannes por ser un "festival de violadores".
Han pasado cuatro años desde su puesta de largo en la industria y Sciamma está desencantada. Sus motivos recuerdan a los de su compañera y amiga Haenel. Lo cuenta a El Cultural mientras se hace un cigarrillo de liar y disfruta del sol madrileño en la terraza del hotel Axel, en Atocha. La cineasta se encuentra en un momento vital distinto, pero muy emocionante. De hecho, parece moverse más ligera, como si realmente se hubiese quitado un peso de encima.
Pregunta. Recoge esta semana el Premio de Honor de LesGaiCineMad. En marzo, vino a Barcelona a por el Premio honorífico del festival D'A. ¿Cómo se siente al ser tan querida en España?
Respuesta. Siempre es muy cómodo y me siento muy segura aquí. Ahora que he viajado por toda Europa, es un privilegio y me encanta, así que lo hago todo el tiempo. Cada dos semanas estoy de viaje. Hace poco estuve en Nápoles, ahora aquí y en dos semanas estaré en Amsterdam. Soy muy afortunada de haber creado esta gran comunidad, porque estoy recibiendo mucho amor, pero también lo estoy dando.
P. Con motivo del festival, hemos podido volver a ver en pantalla grande sus películas. ¿Usted las ha vuelto a revisionar?
R. Volví a ver Retrato de una mujer en llamas en Nápoles hace dos semanas, pero no la había visto desde que la hice. También hace poco vi Tomboy con mi sobrino, que tiene 8 años y pensé que estaría bien compartirla juntos. No suelo volver a ver mis películas, pero a veces pasa, que vuelvo a verlas y reflexiono.
P. Recientemente dio a entender que, de sus tres primeras películas, le hubiese gustado cambiar la necesidad de tratar el trauma y el dolor como forma de legitimar las experiencias queer. ¿Cómo ha evolucionado su forma de mirar estas historias?
R. No es que me gustaría cambiar las películas, porque eso me parece de algún modo cobarde. Es solo que soy portavoz y consciente del camino, que está muy vinculado al lenguaje del cine y a la industria. Siento que si quieres contar tu historia tienes que adaptarte a un lenguaje que es muy fetichista, que tiene que pasar por muchas aprobaciones. Hablo de ese proceso en el que el lenguaje es muy patriarcal, con muchas reglas que hay que romper, pero al mismo tiempo respetar. Así que cuando tienes un poco más de poder y autonomía, puedes cambiar el camino que quieres seguir.
P. Aún así, en sus películas siempre encuentra un equilibrio entre la oscuridad y la luminosidad, no exhibe demasiado la violencia.
R. No, eso es cierto, pero la narrativa está basada en el conflicto. Yo sentía que tenía que mostrar el trauma para obtener la empatía de los demás. No es que me arrepienta, sino que busco reflexionar sobre ello y ser honesta. Ahora solo intento hacer cosas que me hagan sentir bien. En ese momento, cuando rodaba escenas violentas me sentía mal, y solía pensar: ¡Oh esto significa que estoy trabajando, significa que es algo bueno! Desde mi posición sé que me estoy dirigiendo a jóvenes que quieren hacer cine, otro tipo de artes o incluso activismo. Siento que debo decirles que deben hacer las cosas que les resulten fáciles y les hagan sentir bien.
P. Hace poco confesó que estaba en un momento de pausa, una especie de "huelga del cine" o de repensar hacia donde quiere ir. ¿Esto significa que va a apostar por otro tipo de historias?
R. Creo que no, aunque no lo sé aún porque estoy disfrutando todavía del cambio. Pero ahora mismo siento que estoy más entrenada para explorar el lenguaje del cine y su potencial poético, y desvincularme de la narrativa clásica de una manera más experimental. Esto también tiene que ver con la manera en la que creamos imágenes o cómo las producimos. Porque la mirada no es sólo donde pones la cámara, sino los medios de producción, las estructuras de poder dentro del set, etc. Por lo que he estado echándole una mano a mis colegas, co escribiendo y coproduciendo la nueva película de Noémie Merlant. También he experimentado una forma más independiente y autónoma de hacer películas, como el cortometraje This Is How A Child Becomes A Poet, y lo he disfrutado mucho. Me estoy tomando mi tiempo, porque puedo permitirmelo y estoy entusiasmada con ello.
P. Es un paso valiente, incluso aunque sea un privilegio.
R. No debería serlo, pero sí ahora mismo tengo la posibilidad de crear mi propia isla, un espacio seguro dentro de esta industria. También porque me ha decepcionado mucho, hay muy poco interés por las ideas. Así que me alegra tener estas ganas de transformación. No me veo a mi misma siguiendo las mismas estructuras que antes. Petite maman fue una idea que tuve hace años y pensé: "esta será mi última película dentro del sistema y luego veremos qué pasa". ¿Me contradiré? No lo sé.
P. Alguna vez se ha referido a la industria como una especie de Juegos Olímpicos capitalistas.
R. Porque están perjudicando al lenguaje audiovisual y lo están haciendo inmaduro. Ya sabes, el cine "está muriendo". Es el único arte que siempre dicen que está muriendo, y ni siquiera lo está haciendo realmente, porque hay películas y series que están haciendo mucho dinero. Películas muy largas que tienen el monopolio de las pantallas de cine. Yo hago películas cortas porque sé que debe haber espacio para otros. Si haces películas de tres horas eres activista de ti mismo, no del cine, porque eso significa que en la sala solo se van a poder programar tres cintas en un día. De todos modos, el cine es un arte muy joven que ha sido explotado por otras artes desde sus inicios. Por eso creo que todavía hay mucho que explorar respecto a su lenguaje, y me siento entusiasmada por ello. No hay melancolía, quizá solo un poco de tristeza.
P. De hecho, se ha declarado oficialmente fan de TikTok.
R. Lo respeto. Me he reído más en TikTok que en el teatro estos años. Me encanta que los medios de producción estén ahora en nuestros bolsillos. Porque así ocurre la revolución del lenguaje, poseyendo los medios de producción. Y así es como ocurrido con el cine feminista. Agnés Vardá cambió radicalmente la forma en la que hacía cine porque, de pronto, era algo fácil. Así que admiro mucho el hecho de que haya gente que sea tan ingeniosa.
P. La mayoría de sus películas retratan la infancia. ¿Cómo es viajar al pasado con la mirada adulta?
R. Me gusta mucho la infancia porque creo que tenemos esta visión política de que es el pasado, una visión distinta de nosotros mismos. Cuando realmente somos la misma persona, simplemente hemos crecido. Yo era una niña muy curiosa, preguntaba a menudo sobre la vida, sobre la muerte, y creo que todos los niños son así. Pero no creo que sea mirar atrás. Creo que es reconocer que los niños son personas, porque vivimos en una sociedad que no lo hace. Intentamos proteger a los niños y realmente se está abusando de ellos continuamente.
«El cine trata de esculpir el espacio y el tiempo. Con él, podemos tener autonomía. Por eso podemos no mostrar hombres en Retrato de una mujer en llamas o adultos en Water Lillies y sigue siendo el mundo real. Lo que no tienen los niños es autonomía, y el cine puede aportársela. Así es como veo la infancia, hay que respetar a los niños, por eso trabajar con ellos es realmente algo increíble para mí».
P. A la hora de filmar, ¿cómo consigue crear una película estéticamente atractiva, pero que parezca natural, sin artificios?
R. No es muy espontáneo. Siempre he sido la diseñadora de vestuario de mis películas, y con Petite Maman construimos la casa del árbol y básicamente elegí todo el atrezzo. Creo que parte de la belleza de la ficción es que el espectador nunca olvide que es una ilusión y una película. Por eso me encanta la animación porque sabes que tienes que tomar muchas decisiones. Yo asumo la responsabilidad de que el espectador sepa que se han tomado ciertas decisiones, que alguien se ha tomado el cuidado de mostrar una forma de ver el mundo. En mi caso, siempre trato de elegir elementos que sean suaves y hermosos, que en cierto sentido conecten con la sensualidad del cine.
P. ¿Le gustaría probar con la animación en algún momento?
R. Sí, creo que es el único modo por el que volvería a una forma más mainstream de hacer cine. Escribí el guion de La vida de Calabacín (2016), pero como directora quizá sí. Por los niños podría volver al gran cine porque se merecen ese espectáculo.
P. Tomó la decisión de no volver a mandar sus películas a festivales de cine, pero presentó el cortometraje This Is How A Child Becomes A Poet en Venecia este verano. ¿Por qué?
R. Sí, estoy intentando de verdad encontrar los lugares adecuados para proyectar mis películas. Es cierto que este cortometraje nació en el Festival de Cine de Venecia hace un año, porque ahí es donde los artistas me propusieron ir a la casa de la poeta Patrizia Cavalli a filmar. Así que me pareció un buen lugar para mostrarlo. Y lo hago un poco a la antigua usanza. Aquí hemos decidido hace un rato proyectarla como parte del festival y en Francia, no lo había hecho en ningún cine y decidí ponerla en una librería feminista durante tres semanas gratis.
«Lo estoy decidiendo con mucha libertad, porque el hecho de que la haya producido yo misma y de que no tenga a nadie a quien preguntar es una gran experiencia y muy vintage. Me siento como Alice Guy, yendo por ahí con mi película bajo el brazo. Aun así, ahora que he visto la reacción que está teniendo la película, siento de alguna forma que debería ser accesible para todo el mundo, pero voy paso a paso».
P. Ha mencionado a una cineasta pionera, pero ¿siente presión al estar en la misma lista (Sight and sound) que una de sus grandes influencias, Chantal Akerman?
R. No, sentiría presión si todavía fuese parte de estos "Juegos Olímpicos", en los que tienes que mantener un cierto estatus. Pero como no me importan, no tengo ningún tipo de presión. Siempre me sorprende estar ahí, pero en el buen sentido. Además, he visto la polémica desde la distancia, sabiendo que es la eterna historia a la que debe enfrentarse el cine feminista.
P. En este sentido, ¿cómo ve el futuro cinematográfico?
R. Estamos viviendo un retroceso grave. En Francia, donde hay mucho dinero y donde se producen muchas películas europeas, sí puede haber un apetito abierto y oportunista por ello. Pero a nivel mundial, si nos fijamos en los festivales de primera categoría, su forma de funcionar, quién está siendo nominado, quién está al mando...
«Estamos en un momento en el que hay muchas ideas. Cada vez más jóvenes quieren hacer cine y están comprometidos. Pero no creo que esta industria vaya a permitirlo. No es suficiente. Es un mundo muy competitivo. Y estoy preocupada por ellos. No soy muy optimista, pero tengo esperanza a largo plazo, y estoy feliz de vivir este momento repleto de buenas ideas. Aunque es una pelea nada pacífica. Es un mundo difícil para ser pacifista, pero también estoy emocionada. No siento nostalgia en absoluto».