Santiago Auserón, ex líder de Radio Futura: “El reguetón es el mismo soniquete reiterado hasta la saciedad”
El vocalista, conocido en los últimos años como Juan Perro, recorre Cuba en el documental 'Semilla del Son', de Juanma Betancourt, para redescubrir la riqueza y belleza de un legado musical que conecta con la tradición hispana.
10 noviembre, 2023 02:37Rockero de estirpe, gran triunfador en los 80 y 90 con la inolvidable banda Radio Futura, Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) lleva ya casi 30 años siendo Juan Perro, un alias que surge por primera vez en el disco Raíces al viento (1995). A contracorriente, mucho antes de Buenavista Social Club y el estallido de lo que los sajones llaman "world music”, Auserón recuperó y dio nuevo brillo a la riquísima tradición cubana. Una historia de amor profundo que se ha perpetuado en los años con sucesivos discos de Juan Perro (en cuya banda ha integrado con frecuencia músicos de la isla), así como el libro Semilla del son: Crónica de un hechizo, publicado en 2019 o recopilatorios como el que confección con Compay Segundo.
Llega a las pantallas de cine Semilla del son, el documental, dirigido por Juanma Betancourt, en el que el músico de alguna manera culmina este largo idilio con Cuba. Guitarra en ristre cual “vagamundo” (ese Juan Perro que rescata al músico bohemio e itinerante mitológico), Auserón recorre Cuba de Oriente a Occidente para irse encontrando por el camino con músicos de diversos estilos y generaciones, muchos que forman parte de estirpes centenarios de “soneros” para presentar un apasionante mosaico de esa escena musical.
De trasfondo, la pobreza de la isla, aunque Auserón no se quiere meter en política y se limita a pedir “el fin del bloqueo” de Estados Unidos. Como explica el artista y también investigador y erudito, fue en la isla, donde se produjo la electrizante fusión entre las músicas españolas del Siglo de Oro y los ritmos africanos de los esclavos, donde mejor se preservó la tradición poética y musical del Siglo de Oro español. En nuestro país, explica, la irrupción y fortaleza de la cultura de Estados Unidos de alguna manera nos acabó apartando de esas raíces, de esa “semilla”, que es prueba viva del mestizaje esencial que caracteriza a la cultura nacional.
Pregunta. ¿Ve este documental como una especie de clímax tras muchos años de investigación en la música y cultura cubanas?
Respuesta. Semilla del son cierra un largo ciclo. A lo largo de los años he ido aprendiendo de la música cubana e integrándola como parte de mi experiencia musical. El ciclo comienza con mi primer viaje a Cuba en el 84; luego volví en el 89 para recopilar documentación y me fui haciendo con muchos discos. En una segunda fase empecé a integrar ese legado contando con músicos cubanos en la banda de Juan Perro. Produje también un par de antologías de son tradicional, la primera de ellas se llamó Semilla del son, publicada en el 91, de ahí viene el título. Quería compartir lo que estaba descubriendo. En el 95 grabé la Antología de Francisco Repilado, Compay Segundo. Repilado era una pieza clave del son cubano un hombre nacido con el siglo XX que todavía estaba en activo.
«30 años después, Semilla del son se transformó en un libro que rememoraba todo aquel proceso (Semilla del son: Crónica de un hechizo, publicado en 2019 por Libros del Kultrum). Finalmente el realizador del documental, Juanma Betancort, me convenció de que era bueno rehacer el camino del son viajando de Oriente a Occidente de la isla. En el camino nos iríamos encontrando con músicos de diversas generaciones para poner a prueba el modo en que yo había integrado toda esa tradición. El documento audiovisual acaba de darle consistencia a toda esta trayectoria que cumplirá cuarenta años el año que viene».
P. En un momento del documental se refiere a “nuestro olvidado Siglo de Oro”, a la pérdida del legado poético y musical del siglo XVII. ¿Esa tradición sigue más viva en Cuba?
R. Algunos aspectos de nuestras tradiciones se han preservado mejor en Cuba que entre nosotros. España corrió a apuntarse a la modernidad del modelo norteamericano y dejó por el camino algunos rasgos esenciales de nuestra cultura. Se trata de una herencia que explica la naturaleza interétnica de la tradición española. Tuve que ir a Cuba para reencontrarme con ella. Imagino que la expansión del imperio romano también debió de espantar espectros antiguos en todas las naciones que cayeron bajo su dominio.
«Mediante el dominio de las telecomunicaciones, los Estados Unidos han impuesto un tipo de cultura de usar y tirar en todo el planeta. Puede que eso conlleve alguna ventaja derivada de la electrónica, no sé, de hecho hubo un dinamismo muy especial en la cultura de masas de mediados del siglo XX, sobre todo en el cine y en la música. Pero eso se acabó. Ahora solo nos queda el empobrecimiento de tradiciones que tenían más sustancia y muchos más siglos de evolución».
«En nuestro país, la convivencia entre cristianos, moros y judíos, proporcionó a las Españas una gran riqueza cultural. Las religiones enfrentadas aprendieron a convivir. Los pueblos de España siempre han constituido un tapiz complejo de etnias y caracteres. Tras el largo y traumático proceso de la Reconquista, cuando la Cristiandad recupera el territorio, intenta borrar las huellas de esa complejidad para convencerse de algo tan improbable como la "pureza de sangre". De esta manera, la presencia de esclavos africanos, por ejemplo, queda relegada al olvido. Los herederos de los godos se consideran los únicos representantes de la nación. Con el empuje de la Reconquista surge la posibilidad de una visión unitaria de España, pero el hecho es que la unidad siempre ha venido impuesta desde fuera: Roma, los visigodos, el Papado, las dinastías alemana y francesa, la dictadura reforzada con maquinaria de guerra alemana e italiana. Los pueblos de España deberíamos ser capaces de generar otro modelo de unidad más verídico y resistente».
P. ¿Por qué casi nadie sabe que en España había una importante población esclava negra, un asunto que aborda también en su libro El ritmo perdido (Anagrama, 2021)?
R. Demográficamente no llegó a ser una presencia muy importante, aunque en Andalucía occidental llegá a representar el 10% de la población. Hasta en Valladolid, cuando fue corte, está documentada la presencia de esclavos negros. Sus músicas, sus costumbres y su llamativa presencia dejaron huella en la sociedad. Su facilidad para la música y la danza se transformó en tópico literario. Son numerosas las obras importantes de nuestra literatura barroca con presencia negra, en la poesía, las comedias, los entremeses, las novelas, desde Cervantes y Lope a Góngora y Quevedo. Era una cuestión que preocupaba por aquel entonces.
«Más adelante todo el esfuerzo de explotación de la mano de obra negra se canaliza hacia el Nuevo Mundo. Los portugueses tenían el monopolio de la trata de esclavos, pero la gestionaban desde Sevilla. La relación de España con esos esclavos negros se desarrolló principalmente en las colonias. Es en Cuba donde el considerable número de esclavos empieza a jugar un papel en sociedad. Cuba se percibe a sí misma como nación cuando asume como característica esencial el ser una nación mestiza, sobre todo a partir de las guerras de independencia. Recuperar la historia de Cuba nos permite entender de qué manera España ha formado parte de una tradición musical y poética que se fue gestando durante siglos, mucho antes de que el influjo negro se extendiese desde los Estados Unidos».
P. ¿Cómo fue el rodaje del documental?
R. El documental Semilla del son fue interrumpido por la pandemia en marzo de 2020. Nuestro plan era seguir grabando encuentros con agrupaciones soneras de ciudad en ciudad hasta llegar a La Habana, pero hubo un momento en el que ya no se podía juntar en un recinto un equipo de tanta gente. Hubiera sido una película más larga con un mayor abanico de estilos musicales. No pudimos llegar a Trinidad, en Sancti Spíritus se interrumpió el rodaje de encuentros musicales, como el que estaba previsto rodar en Matanzas con los Muñequitos. Al fin y al cabo, el azar ha intervenido para darle a la película cierta unidad. Con lo rodado por Oriente conseguimos que Semilla del son se presente como algo muy concreto: el rescate de los sones más antiguos que se conservan en la región Oriental, en el seno de familias que forman linajes musicales que tienen 200 años. Durante generaciones que se han pasado de padres a hijos las maneras de tocar el bongó, de cantar estrofas que son ya muy antiguas y tienen un sentido que se va haciendo difuso y enigmático. Eso es lo que la suerte nos ha deparado. Teníamos unos planes, pero la espada de Damocles de la pandemia vino a cortarlos por la mitad. De todos modos tiene sentido lo que ha quedado, un documental que es a la vez humilde y sincero.
P. En el documental vemos también la pobreza de Cuba. ¿Cómo valora la situación?
R. Después de la pandemia aún peor, lo están pasando mal… Sería deseable que se acabase de una vez ese bloqueo comercial que esta impidiendo el desarrollo de una nación de habla española que tiene una gran importancia histórica. Soy un gran amante de la poesía y la música cubanas. La gente de Cuba es ingeniosa, vivaz y alegre, pese a la dificultad extrema, disfruto conversando con ellos, tocando y tomando un trago. La gente en España se olvida con facilidad de los cubanos que resisten en la isla. Ellos, sin embargo, siempre nos tienen presentes.
P. Además de terminar el bloqueo, ¿debería haber también un cambio de Gobierno?
R. Eso es asunto de los cubanos. Cada vez que hablo de política se manipulan los titulares, así que prefiero no comentar nada más al respecto, no voy a tropezar dos veces en la misma piedra.
P. ¿En Cuba la música permea la vida cotidiana?
R. La música está en todas las esquinas, se escucha por las ventanas abiertas de las casas y no solo en La Habana. Es como una sinfonía continua de música por todas partes. Esa presencia de la música, ese arraigo familiar y callejero, es un rasgo fundamental de la cultura cubana.
P. ¿Falta música en la calle española?
R. España musicalmente está un poco mas sujeta a la mercancía industrial. En nuestro país, los aficionados cultivan su discoteca, eligen las cosas que escuchan por internet… Nuestra cultura musical digamos que se ha visto abocada a un culto de capillas. Hay sectores especializados que cultivan sus géneros cuando en otras partes hay mayor mezcolanza de géneros recientes y de tradiciones musicales.
«De todos modos podemos alegrarnos de que en España se hayan desarrollado escuelas independientes de música popular en ciudades y pueblos que complementan la actividad académica de los conservatorios. Hay músicos de formacion clásica que adquieren conocimiento de las músicas populares para poder dialogar con lo que aprenden en el Conservatorio. La nuestra es una sociedad musicalmente rica en lo vivencial, en el hogar, en la vida callejera sobre todo de los adolescentes. Sucede que cuando la gente se hace mayor se restringe un poco la costumbre de escuchar música pero sigue habiendo muchos aficionados que cuidan su discoteca».
«En los medios la música se concibe de manera prioritaria como un negocio, solo se vende la mercancía más fácil, con un objetivo que es la rentabilidad inmediata, pero en la vida real de la gente, la música está muy presente. Hay muchos buenos músicos jóvenes. La formacion clásica española es excelente y algunos están empezando a entrar en las orquestas europeas. Hay jazzeros españoles que pueden medirse con los de Estados Unidos, hasta hace no mucho solo había un jazzman, Tete Montoliu, que podía dialogar con los “beboperos” norteamericanos. Y otro gran jazzman como Pedro Iturralde que hacía un jazz aflamencado. Ahora hay mucha gente que toca bien pero los medios apenas lo reflejan».
P. ¿En la época del indie se llevó esa pleitesía por la música anglosajona hasta el paroxismo?
R. Fue un paso lógico porque los indies se sentían preparados para sonar internacional. Habían estidiado inglés y tenían instrumentos eléctricos desde pequeños. Entre mis amigos de origen indie hay gente que se ha currado la vuelta al castellano, como Anni B Sweet o Sexy Sadie, con los que hice una pequeña gira. Son gente muy valiosa. Ahora estamos en este movimiento de músicas urbanas y sin duda surgirán de él talentos importantes, gente que deje de limitarse a la provocación intoxicada o al sexo evidente.
P. Como explorador y erudito de la música latinoamericana, ¿qué opinión le merece el reguetón?
P. El reguetón como formula mercantil no me interesa, es el mismo soniquete reiterado hasta la saciedad con una vocecita enfermiza para decir obviedades sexuales o referidas a las drogas. Me parece un universo demasiado restringido. Toda esa gente tiene que crecer, esperemos que no se queden colgados. Manejan intuitivamente el funcionamiento de la electrónica para provocar un contagio que llega a los adolescentes y los niños, que siempre han representado un gran negocio.
P. ¿Puede decirse que hay una raíz hispana en el jazz o el blues?
R. Estrictamente, el blues y el jazz forman parte de la cultura afronorteamericana. Eso no quita que haya habido influencias entre el universo negro que canta en inglés y el que canta en español. Hay interconexiones musicales desde hace mucho tiempo, maneras de integrar esas visiones musicales en apariencia distantes.
«Nueva Orleans es la cazuela donde se ha cocinado la mezcolanza de lo afroamericano con lo latino. La influencia cubana en la capital de Luisiana fue muy importante después de la revolucion haitiana. En Cuba había compañías de ópera que giraban en Estados Unidos y tenían sede habitual en Nueva Orleans. Hay autores que sostienen que en la historia del rock and roll el influjo de lo latino es constante, hay toque hispano en muchas músicas norteamericanas. Todo esto hay que detectarlo con oído fino».
«En la frontera sureña ese influjo ha estado siempre presente, en el rythm and blues como en el jazz. Del otro lado, la influencia jazzie se percibe en muchos soneros y en los boleristas de la época del filin de los años 40 y 50, que ya se aplicaron a poner la armonía del jazz en relación con la Trova propiamente cubana. La influencia recíproca está por todas partes».
P. ¿La música es ese lugar en el que la convivencia cultural siempre funciona?
R. Ni siquiera las diferencias linguísticas ponen limite al contagio musical. Cuando éramos críos todos hemos sido fanáticos de un estilo u otro, rockero, mod, soulero, hip-hopero, etc…. Éramos adeptos de un estilo o de un artista y cuando discutíamos con los amigos casi nos matábamos por él. Eso indica la pasión con que el adolescente se engancha a la música. Con el tiempo un punki o un reguetonero pueden acabar oyendo a Duke Ellington o a Juan Sebastian Bach. La música es una trama infinita que lleva a todas partes. Hay que enganchar por algún sitio y luego dejarse llevar por el oído cada vez más formado.