La ópera prima de la pareja profesional y sentimental formada por Kristin Gore (Carthage, Tennessee, 1977) y Damian Kulash (Washington D. C., 1975) corría el riesgo de quedar sepultada bajo el peso de sus biografías. Ella es la segunda hija de Al Gore, pero, sobre todo, guionista de Futurama y Saturday Night Live; él, el vocalista de la banda de rock de Chicago Ok Go. Y autores de videoclips virales por epatantes.
A fin de elevar su arte por encima de sus semblanzas, han optado por una historia real desconcertante: la burbuja económica protagonizada en los años noventa en Estados Unidos por unos muñecos de peluche que llegaron a revenderse por miles de dólares cuando su precio original era de cinco. El tándem de debutantes se sirve de este contexto financiero para realizar una disección del frustrante reverso femenino del sueño americano en La fiebre de los peluches Beanie, disponible en Apple TV+ a partir de este viernes, 28 de julio (lee aquí la crítica de la película).
Pregunta. ¿Qué les llevó a escribir el guion con un actor encasillado en la comedia como Zach Galifianakis en el papel del multimillonario y delincuente convicto Ty Warner?
Kristin Gore. Nos pusimos en contacto con él en cuanto leímos el libro de Zac Bissonnette The Great Beanie Baby Bubble: Mass Delusion and the Dark Side of Cute. Afortunadamente, se subió al carro desde el principio, lo que hizo mucho más divertida la escritura al tener su voz y su energía en mente. Para nosotros era importante contar con él porque el personaje de Ty es muy complejo y carismático, pero también capaz de la mayor crueldad y traición. Necesitábamos a alguien al que los espectadores quisieran seguir prestando atención cuando estuviera haciendo algo terrible. Zach es un genio de la comedia con una capacidad increíble para emocionar. La película es una oportunidad de asistir a la variedad de matices y a la interpretación de escenas que no tiene muchas oportunidades de explorar.
P. ¿Por qué sintieron la necesidad de ficcionar la realidad?
Damian Kulash. Cuando recuerdas o escuchas por primera vez aquella locura que arrancó en Estados Unidos y que luego se extendió en todo el mundo, piensas que fue una situación absurda e hilarante. Valía la pena abordar esta historia solo para descubrir cómo pudo pasar algo así, pero no queríamos contar la historia de un hombre que se enriqueció o la de un producto como ningún otro igual que triunfó: la verdadera razón que nos llevó a dedicarle una película fue la serie de capas fascinantes y preocupantes que describen a la sociedad moderna y nos dan la clave de nuestro presente. La tecnología, la codicia y los valores también están ligados a esta burbuja. Son historias de calado universal más allá de las personas específicas involucradas, así que no queríamos cargar con el peso de contar lo sucedido de manera literal.
“Nuestra aspiración es dejar el cine con la sensación de que las protagonistas han golpeado el sistema”
P. ¿Podríamos decir que la capa principal es su oportunismo con las mujeres?
KG. Lo que más nos atrajo fue el relato de las experiencias personales de las mujeres que aparecen en el libro, así que concentramos varios personajes en uno y cambiamos los nombres.
DK. La relación femenina con el sueño americano está detallada de forma dolorosa. Reparamos en una historia recurrente vivida por diferentes mujeres en el transcurso de dos décadas. Por eso estructuramos la película de una manera tan poco convencional, de modo que el público se sube con ellas en una montaña rusa y evoca situaciones dañinas que también le han pasado a Kristin y a muchas otras mujeres con las que hemos hablado, ya sea en la década de los 60 o en la de los 20.
P. ¿Había un deseo de justicia poética en el destino de las tres mujeres que protagonizan la película?
DK. Nuestra aspiración es dejar el cine con la sensación de que el trío de protagonistas femeninas ha golpeado la cara del villano, que es el sistema. La sociedad capitalista no está configurada para que las mujeres triunfen. Pero en esta historia, aunque no ganaron en términos de riqueza, poder y éxito, eligieron una vida más humana y alineada con un sistema de valores mejor.
P. Además de coescribir la banda sonora junto a Nathan Barr, en la película suenan canciones de, entre otros, Lenny Kravitz, The Cure, Queen, Matthew Sweet e INXS. ¿Es una selección de sus canciones favoritas de los ochenta y los noventa?
DK. Sí, es una mixtape de nuestra juventud. Kristin y yo nos conocimos en el instituto y luego pasaron 20 años hasta que nos hicimos pareja. Tenemos un pasado musical similar. Esta selección es una abreviatura del periodo.