Entre la amenaza terrorista y la crónica rosa, entre el drama sentimental y el thriller, Delfines de plata es el regreso de Javier Elorrieta a la dirección tras más de doce años sin dirigir una película. La película junta en un solo hotel todos los asuntos de actualidad de la vida española y, según Elorrieta, sobre todo cuenta "dos historias de amor".
En un reparto coral, destaca Akin (Will Shephard), un inmigrante africano que huyó de su Nigeria natal después de sufrir un ataque terrorista en el que murió su mujer. Instalado en Madrid, con mucho esfuerzo ha logrado regularizar su situación y trabajar como portero en el hotel de marras (el Madrid Marriott Auditorium, donde se celebraban los Goya). Pero el pasado, ya se sabe, siempre acaba apareciendo y el yihadismo lo persigue allí donde vaya. Akin tiene un romance con Amelia (María Blanco), también empleada del hotel, una mujer mayor que se resiste a hacer pública su relación por aquello del qué dirán.
Y mientras, en una habitación se citan de incógnito para tener sexo nada menos que el ministro del interior (Luis Fernando Alvés) y el "torero de moda" (Javier Morgade), entre quienes la distancia de edad es aún más grande. A su vez, el pérfido Abdul (Malcolm Treviño-Sitté) poco a poco nos vamos enterando de que planea un atentado junto a otros yihadistas de Boko Haram a la vez que se dedican a chantajear al ministro, casado, con hijos, y enamorado de un torero que está convencido de que salir del armario acabará con su carrera. Menos mal que un sagaz detective de la Policía Nacional (Rodolfo Sancho) está al quite. En Delfines de plata, como se ve, ¡no falta de nada!
Cuenta Elorrieta: "Es una mezcla de dos grandes historias de amor prohibidas que van a confluir en un momento con un atentado terrorista y su investigación. No es una película sobre terrorismo, tampoco es policiaca, es un poco especial porque hay que hacer cosas lo más originales posibles". Los problemas de los inmigrantes también cobran relevancia con ese Akin que se verá en una situación imposible: "García Hernán [autor de la novela en la que se basa la película] mete muchas cosas sociales y las toca muy bien porque lo hace de una manera son muy cinematográficas, puede interesar al espectador. También hay un homenaje a la policía".
El hotel de los mil líos
El hotel como escenario cinematográfico es un icónico microcosmos que hemos visto en míticas películas que van de la canónica Grand Hotel (Edmund Golding, 1932) a clásicos contemporáneos como Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003) o El gran hotel Budapest (Wes Anderson, 2014). En este caso, Delfines de plata sabe de lo que habla: "El autor de la novela ha sido director de hotel 50 años y todos los entresijos los conoce perfectamente, está basado en sus propias experiencias. Creo que eso le da a la película un plus de realismo".
Las dos historias de amor de la película, el inmigrante africano y la mujer mayor; el ministro sesentón y el torero veinteañero vienen marcadas por la diferencia de edad: "Sigue habiendo muchos prejuicios sociales -dice Elorrieta- no solo respecto a la diferencia de edad como el color de la piel. Yo creo que sobre todo es una película romántica y lo que vemos es que en el amor se hacen muchas locuras, ese surge de manera clara con el ministro".
Al hablar de hoteles, Elorrieta recuerda que él mismo dirigió los 28 capítulos de las tres temporadas de Paraíso, una serie de TVE del año 2000 ambientada en un resort de la República Dominicana. Muy activo en los 90 con películas como Sangre y arena (1989), con Sharon Stone, Los gusanos no llevan bufanda (1994), rodada en Nueva York, el thriller Cautivos (1996) o la comedia Demasiado caliente para ti (1996), Elorrieta dirigió su penúltima película en 2006, Rojo intenso.
Desde entonces, ha estado más entregado al mundo de la música como cantante. "Mi pasión sigue siendo el cine pero las cosas han ido así. Mi padre (José María Elorrieta) hizo 68 películas y lo llevo en la sangre. Cuando leí la novela me apasionó y enseguida contacté con el escritor para llevarla al cine. Hemos escrito el guion juntos y ha sido una experiencia apasionante".
En 2009, publicó su primer álbum. Ne me quitte pas, en el que adapta a ritmo de jazz los clásicos de la chanson francesa. "Es algo que nunca pensé que tendría tanto éxito -cuenta el director y cantante- y ha acabado dedicándole casi todo mi tiempo. Ahora mismo estoy terminando de grabar un disco en el que adapto boleros al francés también con jazz".
Dirigir películas ha cambiado mucho en este milenio con la aparición del digital. Así ve el cambio Elorrieta: "La parte artística es muy parecida y en el equipo había mucha gente joven que me ha puesto al día con la técnica. Ya no hay fotómetro porque los focos se miden electrónicamente y eso lo hace más sencillo. Luego el 35 mm era más caro y cada vez que rodabas costaba dinero, ahora puedes hacer más tomas. Y también puedes ver directamente en el monitor lo que acabas de rodar antes tenías que esperar a que lo revelasen en el estudio. El digital tiene muchas ventajas como las mencionadas pero yo también reivindico los 35 mm, no es casualidad que en Estados Unidos estén volviendo a eso, tiene una belleza impresionante".