Con Peter Von Kant (2022) aún reciente en la retina, François Ozon (París, 1967) sorprende con una comedia enloquecida con mujeres manipuladoras, listas y un tanto amorales en Mi crimen.
En plenos años 30, en París, vemos lo que le sucede a Madeleine (Nadia Tereszkiewicz), una joven actriz sin mucha suerte, cuando matan a un empresario teatral que la acosaba y es detenida por la policía como sospechosa. La tragedia se transforma de manera inesperada en una bendición porque, aunque es inocente, el juicio la convierte en una heroína y por fin alcanza la fama.
Dany Boon, Isabelle Huppert y Fabrice Luchini completan el reparto de una película que el director considera un homenaje a la inteligencia de las mujeres.
Pregunta. ¿Por qué este regreso a la comedia?
Respuesta. Vivimos tiempos duros, venimos de una pandemia, sufrimos la guerra en Ucrania, una crisis económica… Con tanto drama es bueno reírse y hacer algo ligero.
P. ¿Por qué las mujeres protagonizan sus comedias?
R. Porque lo habitual es que estén protagonizadas por hombres y a mí me gustan las mujeres inteligentes que hacen reír y son amorales.
P. ¿Quería dar un punto de vista sarcástico del #MeToo?
R. Hay mucha ironía. El #MeToo es un movimiento muy importante, trascendente, que ha cambiado las cosas en Francia. Es maravilloso que las mujeres liberen la palabra, que por fin puedan hablar. Esta es una película femenina y feminista. En los años 30 no existía esa posibilidad de denunciar, por lo que las actrices se veían obligadas a utilizar su inteligencia para manipular a hombres idiotas y poder salirse con la suya.
P. Los hombres parecen todos dormidos y las mujeres están muy despiertas. ¿Buscaba ese contraste?
R. Es lo que pasa en la realidad, nada más que eso.
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P. Los actores tienen un tono muy histriónico, ¿Buscaba la comedia pura y dura?
R. Sí, desde luego, la comedia permite los excesos, ir a una forma de caricatura. También es un género que revela verdades y es posible que también permita emocionar a más gente. La película también es un homenaje al cine y al espectáculo. Me encanta ese momento en el que vemos la película muda, ya que es la primera vez que podemos disfrutar en pantalla a Isabelle Huppert en blanco y negro.
P. ¿Y qué ingredientes son los más importantes en una comedia?
R. El ritmo. Y en una película como ésta es importante que esos duelos verbales funcionen y tengan sentido. Hay muchos juegos de palabras y un trabajo muy laborioso con el lenguaje.
P. ¿Cómo aborda esa amoralidad de las protagonistas?
R. Los hombres tienen todo el poder, las mujeres son víctimas en esta sociedad. No tienen más remedio que luchar y reflexionar para encontrar su camino. Aquí quería hablar también de la sororidad, de la complicidad entre féminas.
P. Mezcla grandes actores como Luchini y Huppert con estrellas de nuevo cuño...
R. Me encanta. Los jóvenes deben trabajar duro para estar a la altura y los veteranos se ven cuestionados. Es fantástico.
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P. ¿Por qué este viaje a los años 30?
R. Es una década fascinante en Francia, me divertía mucho reproducirla porque tiene una estética fantástica, pero también es muy interesante como período histórico. Los años 20 fueron muy libres y los 30, todo lo contrario: es cuando se produce el alzamiento de los fascismos y los totalitarismos.
P. ¿Puede un crimen convertirse en algo bueno?
R. En esta película desde luego que sí. Todos los personajes salen ganando con ese asesinato. Madeleine se hace famosa, incluso a la abogada le viene muy bien. Todos están contentos, aunque esa felicidad se construye sobre una mentira. Para mí lo interesante siempre es esa zona gris, si todo está muy claro, no le veo el sentido. Busco la complejidad, es bueno que la gente se tenga que parar a reflexionar en una comedia.
P. ¿Y es posible convertirse en un héroe por matar?
R. Si alguien hubiera matado a Hitler habría estado bien, ¿no?
P. Rueda más de una película por año...
R. Todo el mundo va a trabajar todos los días y es lo mismo que hago yo.