Terence Davies: “La pasión y el humor son imprescindibles para poder vivir”
El director británico aborda en Benediction la vida del poeta británico homosexual Siegfried Sassoon, que vivió atormentado por sus experiencias en la Primera Guerra Mundial
8 julio, 2022 02:28Benediction, el nuevo filme de Terence Davies (Kensington, Reino Unido, 1945), aborda la vida del poeta británico homosexual Siegfried Sassoon (Matfield, 1886-Heytesbury, 1967) subvirtiendo el academicismo propio del biopic. Es cierto que no renuncia el director a poner en escena los principales hitos de la vida del escritor, desde la traumática experiencia en la Primera Guerra Mundial a su tardía conversión al catolicismo, pasando por sus relaciones sentimentales con artistas como Wilfred Owen o Ivor Novello o su matrimonio de conveniencia con Hester Gatty, pero todo está hilvanado a través de una estilizada caligrafía cinematográfica, con ambición lírica e imágenes elegantes.
Davies atiende a El Cultural desde la pantalla del ordenador derrochando energía a sus 76 años y contestando de manera apasionada, recitando a veces versos de T. S. Eliot o entrando en estado de pánico ante un pequeño fallo de conexión (es un orgulloso tecnófobo). Hablamos con él sobre la manipulación del tiempo, la creación de los mordaces diálogos y el uso de la música y la poesía en la película.
Pregunta. ¿Qué fue lo que le atrajo de Sassoon, al que interpreta Jack Lowden?
Respuesta. El proyecto surgió como un encargo hace seis años. Sassoon es uno de los grandes poetas de la Primera Guerra Mundial, junto a Wilfred Owen y Rupert Brooke, pero él fue el único que sobrevivió al conflicto y esto quizá le restó popularidad. Sin embargo, fue un autor realmente maravilloso. Empecé a documentarme sobre su extraordinaria vida, ya que conoció a todas las grandes personalidades de la época y estuvo en todas partes. Ante una existencia tan colosal, tuve que decidir qué acontecimientos y experiencias iba a dramatizar. Me interesó mucho que fuera homosexual, ya que yo también lo soy, y las muchas contradicciones que dominaron su vida. Pero ante todo quería celebrar su poesía.
“El cine siempre está en presente, pero ¿qué ocurre cuando cortas y vas al pasado o al futuro? ¿Dónde está el tiempo?”
P. ¿En qué temas de la condición humana le permitía indagar el personaje?
R. El filme responde a preguntas básicas: por qué estamos aquí, y cómo nos relacionamos con la noción de la mortalidad o con el paso del tiempo. Son asuntos que solo se pueden abordar tomando un poco de distancia, dando un paso atrás y tratando de alejarnos de lo que tenemos delante. Creo que Sassoon buscó durante toda su vida un cierto tipo de redención, pero es muy difícil encontrarla en la gente que nos rodea, en la religión o en el arte. Solo podemos encontrarla en nosotros mismos.
P. ¿Le marcó el hecho de que la homosexualidad fuera ilegal en el Reino Unido?
R. Le marcó muchísimo, por supuesto. Sin embargo, al pertenecer a una clase privilegiada conocía a la gente adecuada para permitirse ciertas libertades, aunque no se libró de chantajes y dificultades. Pero las personas que eran de una clase más baja lo tenían mucho más difícil. Es increíble que alguien pudiera ir a la cárcel por ser homosexual. Cuando yo tenía 15 años me aterraba esa horrenda posibilidad. En cualquier caso, creo que Sassoon nunca llegó a sentirse cómodo del todo con su propia orientación sexual, entre otras cosas porque nunca eligió a los hombres adecuados. El amor de su vida fue Wilfred Owen, pero fue un amor que nunca se consumó y del que tampoco habló.
La manipulación del tiempo
P. En la película hay varios saltos en el tiempo, con fundidos y elipsis. ¿Diría que fue el gran reto del filme?
R. Para mí el uso y la manipulación del tiempo son muy importantes. Me marcó escuchar a los 18 años a Alec Guinness en la televisión leyendo los Cuatro cuartetos de T. S. Eliot, que trata sobre la percepción y la naturaleza del tiempo, de cómo nos cambia. Hay un verso precioso que dice: “porque las rosas tenían aspecto de flores contempladas”. En otra secuencia, en la que nos instala en un tren, escribe: “Y uno ve ahondarse el vacío mental detrás de cada rostro / Y queda sólo el terror creciente de no tener ya nada en qué pensar”. Es un uso maravilloso del tiempo. El cine siempre está en presente, pero ¿qué ocurre cuando cortas y vas al pasado o al futuro? ¿Dónde está el tiempo? Hay algo excitante en trabajar este asunto en el cine.
P. ¿Cree que su estilo está más cerca de la poesía o la música que de la pura narrativa?
R. La poesía es el contrapunto ideal a la narración. La poesía y la música introducen en una película un significado profundo, siempre que no se caiga en la torpeza de decirle al espectador lo que tiene que sentir. Se trata de ir más allá. Por ejemplo, la música de Bernard Herrmann en los primeros compases de Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) no es terrorífica, es inquietante. Sientes algo amenazante, pero no sabes qué es. Y eso es lo que la música y la poesía deben hacer, profundizar en el significado de las imágenes a partir de algo que no está realmente ahí. Tiene que introducirse en el subconsciente del público de manera que, cuando recuerdes una escena, pienses en lo que crees que viste y no en lo que realmente viste.
P. ¿Cómo surgió la idea de utilizar imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial?
R. La primera razón para usar material de archivo fue el dinero. Con mi presupuesto no podía recrear las trincheras, aunque realmente es algo imposible aún con todo el dinero del mundo. Pero en cuanto vi estas imágenes reales tan sumamente poderosas, terroríficas y bellas al mismo tiempo, supe que las tenía que introducir en la película.
P. Hay diálogos entre Sassoon e Ivor Novello o Stephen Tennant cargados de ironía y sarcasmo. ¿Cómo los concibió?
R. Quería elaborar unos personajes divertidos, porque no hay nada más tedioso que un artista solemne. Según mi experiencia, los hombres homosexuales que son muy inteligentes pueden llegar a ser muy graciosos. Además, me permitía aligerar toda la tristeza que arrastra Sassoon. La pasión y el humor son imprescindibles para poder vivir. Por último, el idioma inglés gana mucho cuando no se dice lo obvio o lo evidente.