El cine español de los últimos veinte años se ha aventurado con mayor o menor fortuna en el terreno del thriller político, un género en el que Hollywood siempre ha marcado la pauta. Películas como Celda 211 (Daniel Monzón, 2009), Cien años de perdón (Daniel Calparsoro, 2016) o El reino (Rodrigo Sorogoyen, 2018) han cambiado las cosas, aunque sigue siendo un terreno difícil para nuestra cinematografía en un país en el que las exaltaciones patrióticas y los grandes dramas morales siguen suscitando escepticismo.
En Código: Emperador, el guionista, Jorge Gerricaechevarría, colaborador habitual de Alex de la Iglesia y escritor de las películas mencionadas salvo la de Sorogoyen, es la estrella, y su pericia para montar tramas atractivas es lo mejor del filme, bien hilado pero falto de profundidad.
Dirigida por Jorge Coira, director forjado sobre todo en las series de televisión con títulos como Hierro y algunas películas como El año de la garrapata (2004), Código: Emperador tiene como protagonista a Juan (Luis Tosar), un agente del CNI que está investigando a una pareja de traficantes de armas.
Para ello, logra acercarse a su asistenta filipina, con la que mantiene un romance, al tiempo que realiza otros trabajos más oscuros como buscar, o fabricar, pruebas para destruir la carrera de un ascendente político. Con localizaciones en Budapest o Ciudad de Panamá, Código: Emperador trata sobre todo de las ambiguas relaciones entre los policías y los criminales así como la fina línea que separa a ambos.
En el mundo de la película, reflejado de manera verosímil sin estridencias, la realidad es gris y los servicios secretos negocian y trafican con el diablo si con ello creen que se puede lograr un objetivo mejor, “que España siga siendo el mejor país del mundo para vivir”, como dice el jefe de Tosar. Siguiendo un patrón establecido, Tosar es un tipo duro “pero con corazoncito”, solitario y envilecido por el cinismo pero aun capaz de vislumbrar lo correcto.
Contada con ritmo y rodada de manera algo convencional, siguiendo el modelo “Netflix” de narración, Código: Emperador logra atrapar nuestra atención durante su metraje pero también da la sensación de carecer de algo que contar que le dé un centro más allá de sus continuos giros y vaivenes.