El mundo no se acabará por causas naturales sino porque somos tontos de remate. Porque si algún día llega el Apocalipsis seremos como esos líderes antivacunas que acaban muriendo de Covid, triste metáfora de nuestro tiempo. Leonardo DiCaprio hace años que es uno de los más destacados ecologistas de nuestro castigado planeta. Además de mantener una fundación que lleva su nombre ha producido el documental Antes de que sea demasiado tarde, disponible en Disney +, en el que aparecen desde Obama hasta el Papa. En este caso, aborda el asunto desde la comedia en No mires arriba, dirigida por Adam McKay, quien ya demostró su talento para la sátira política con Vice, demoledor retrato del exvicepresidente Dick Cheney. En ese filme, veíamos algo muy parecido a lo que sucede en este, unos políticos codiciosos, y con ellos una opinión pública aborregada, para los que la realidad resulta engorrosa.

Si allí se trataba de la inexistencia de las armas de destrucción masiva que sirvieron como coartada para la invasión de Irak, aquí vemos a unos gobernantes que prefieren negar la evidencia cuando esta se pone en contra de sus intereses electorales. No mires arriba, que podría traducirse como “no pienses y cierra los ojos”, es una de esas películas a las que la actualidad le ha dado la razón: su rodaje comenzó antes de la pandemia y se reanudó al cabo de unos meses, cuando la furia negacionista se dedicaba a decir que los muertos por coronavirus eran de mentira como si fuera posible que cientos de miles de sanitarios en el mundo entero se presten a una farsa. En una realidad hiperbólica, la tragedia es espectáculo y el consumo desaforado hace que todo nazca viejo. No está claro si McKay cambió el proyecto por la pandemia pero en cualquier caso, su mensaje contra el populismo que solo cree lo que le da la razón a sus prejuicios y desprecia los hechos cobra hoy incluso más significado.

No mires arriba (EN ESPAÑOL) | Tráiler oficial | Netflix

Con un reparto de lujo, DiCaprio interpreta a un profesor de astronomía que descubre junto a una de sus alumnas (Jennifer Lawrence) que un cometa está a punto de estallar contra la tierra. El impacto será devastador, nos moriremos todos y desaparecerá el mundo. Lógicamente alarmados, la pareja va a la Casa Blanca, donde la presidenta (Meryl Streep) está mucho más preocupada porque su candidato al Tribunal Supremo actuaba en películas eróticas y además se descubre que es su amante. El gobierno no le hace ni caso y los medios de comunicación, tampoco. A través de un programa de variedades en el que todo se resuelve con una sonrisa y se priman las noticias “positivas”, la película también arremete contra un sistema en el que las redes sociales ponen la guinda, donde todo se banaliza y se convierte en un chiste barato. Lo que cuenta el filme está muy cerca de aquello que dijo Neil Postman en su clásico Divertirse hasta morir, en la que lamentaba la frivolización del espacio público en aras del entretenimiento.

Con forma de sátira, No mires arriba refleja un país dividido como Estados Unidos en el que los hechos dejan de importar porque todo acaba reduciéndose a una mera disputa política banal. Donde dicen “cometa” pongan “vacuna” y queda claro el “mensaje” de esta película: cuando dejamos de creer las evidencias, en el momento en que contradicen nuestras convicciones nos convertimos en seres irracionales abocados al desastre. El gran logro del filme es retratar el mundo contemporáneo como una tragedia con forma de chiste, una debacle decorada con luces deslumbrantes y amenizada con música rimbombante. No nos matará el cometa, nos matará nuestra propia estupidez.

@juansarda