Desde el principio, resultaba desconcertante que Chloé Zhao fuera a dirigir una de las películas de Marvel. Es cierto que Disney ya había fichado a varios directores procedentes del cine independiente norteamericano para facturar algún episodio de su universo de superhéroes (James Gunn, Jon Watts, Destin Daniel Cretton), pero ninguno estaba a priori tan alejado del estilo de estas películas, hipervitaminado, grandilocuente y siempre cargado de humor. Zhao había elaborado hasta ahora una trilogía íntima y desgarradora sobre los marginados de la América profunda, con gran peso del estilo documental y la utilización de no actores, que tras Songs My Brothers Taught Me (2015) y The Rider (2017) alcanzó su cenit con Nomadland (2020), que se impuso en los Óscar de este año con los premios a mejor película, director y actriz para Frances McDormand. La colisión de mundos tan dispares, como era de esperar, no ha salido nada bien: Eternals es básicamente aburrida, plana y algo deprimente.
La película presenta a los Eternos, una raza de seres inmortales que llegan a la Tierra 5.000 años antes de Cristo para defender a los humanos de unos monstruos llamados Desviantes. Son 10 guerreros con rostros tan conocidos como los de Angelina Jolie o Salma Hayek y con características diferentes cada uno de ellos, aunque ninguna resulte demasiado original (un trasunto de Supermán por aquí, otro de Flash por allí…). Ya en la actualidad, cada uno de ellos lleva cientos de años viviendo como humanos normales ya que pensaban que habían acabado con su misión, pero sus enemigos volverán a resurgir y se verán obligados a reunirse de nuevo para luchar contra la amenaza.
Quizá lo más llamativo de la película, que tras Shang Chi vuelve a apostar por un protagonista oriental —la actriz Gemma Chan—, sea que Marvel presenta la primera escena de sexo de toda la saga (bastante recatada, todo sea dicho) y también al primer superhéroe homosexual, el personaje interpretado por Brian Tyree Henry. Pero no dejan de ser decisiones cosméticas para adaptarse a los nuevos tiempos que no hacen que Eternals sea una mejor película. También es curioso que de alguna manera la película, rodada en algunas localizaciones de Canarias, se haya anticipado a la erupción del volcán de Cumbre Vieja.
Aunque no hay muchas conexiones directas con otros filmes de la saga, la película sí que mantiene ciertas constantes como la necesidad de incluir un alivio cómico (el actor Kumail Nanjiani), que en este caso no funciona demasiado bien, y un clímax acelerado y ampuloso que resulta intercambiable con el de cualquiera de estas producciones. Por otro lado, la mano de Zhao se nota en algunos planos de cierta belleza que tienen como protagonistas a una naturaleza exaltada de playas salvajes y formaciones rocosas de cariz surrealista y, también, una mirada delicada a la grandeza de las vidas corrientes. Pero no es suficiente para llevar el filme a otro nivel, mientras que los habituados a este cine seguramente encuentren estos detalles como un estorbo.