El relevo generacional, cara a cara en San Sebastián
Inés Barrionuevo, con 'Camila saldrá esta noche', y Jonás Trueba, con 'Quién lo impide', competirán en el Festival de San Sebastián. Comparten edad, compromiso, temática e inquietudes estéticas
16 septiembre, 2021 07:54Ser joven solo es un chollo en los anuncios de la televisión. O en nuestra traicionera memoria. “Cuando uno es joven no es consciente de que lo es “, explica la cineasta Inés Barrionuevo (Córdoba, Argentina, 1980). “Solo te das cuenta después”. Siempre víctima de todo tipo de prejuicios, los chavales de carne y hueso, y no los prefabricados por las plataformas digitales o la publicidad, se materializan en Camila saldrá esta noche, la cuarta película de Barrionuevo, y en Quién lo impide, de Jonás Trueba (Madrid, 1981), filmes que compiten en la sección oficial de San Sebastián y que abordan esa etapa de la vida desde la sensibilidad y la cercanía. “Yo me siento como un adolescente”, asegura Jonás Trueba. Al otro lado del charco, la directora argentina le secunda.
Pertenecientes a la misma generación, ambos presentan largometrajes de la era histórica que podríamos llamar “pospandemia”. Barrionuevo tuvo que interrumpir ocho meses el rodaje, con la angustia de no saber si podría terminarlo, mientras que Trueba ha acelerado su estreno “para contrarrestar la victimización de los jóvenes con que nos bombardeaban los medios”. La tragedia, sin duda, marca a fuego a toda una generación. “Estoy feliz por ir a San Sebastián porque en nuestro oficio es muy importante convocarnos, reunirnos”, comenta el director. “Las vacunas nos están permitiendo superar esta tragedia”.
Un bicho sin catalogar
Durante cinco años, Trueba ha capturado las vidas de varios jóvenes madrileños de clase media en Quién lo impide, un documental de más de tres horas que se estrenará en salas con dos pausas. Con este “bicho” regresa el director de títulos de ficción como La reconquista (2016) o La virgen de agosto (2019), gran éxito en nuestro país y en Francia, donde fue nominada al César a la mejor producción extranjera. “Oficialmente hay que llamarlo documental porque cuando vas al ministerio hay dos casillas: documental o ficción”, dice Trueba. “Pero siempre he estado en contra de esa distinción. Para mí es un bicho, un artefacto raro. Es una película existencialista si tuviera que asignarle un género concreto”.
“Me interesa mucho ese momento en el que sientes que el mundo está en tus manos para ser modificado”. Inés Barrionuevo
Pregunta. ¿De dónde surge el interés por retratar la adolescencia?
Inés Barrionuevo. Me gusta trabajar con los adolescentes desde la cercanía. Cuando después crecemos, tendemos a pensar que éramos insoportables, pero no es así. Me gusta mucho ese momento en el que crees que el futuro te pertenece y que el recorrido está por andar. Es como en Alicia en el país de las maravillas, todos los caminos están abiertos. Vemos personajes llenos de vida. A los 17 años no necesitas armar un conflicto, la propia palabra adolescencia viene de “adolecer”. Es impresionante que a los 18 años uno tenga que decidir a lo que se va a dedicar toda la vida. Luego disfruto mucho los rodajes con actores jóvenes porque no vienen con ideas preconcebidas, no tienen una escuela definida.
Jonás Trueba. En mi caso, surgió porque La reconquista desembocaba en una película de adolescentes y eso abrió las puertas de mi propia percepción. Quería pasar más tiempo con Pablo Hoyos y Candela Recio, los actores que interpretaban a la versión joven de los protagonistas. Ahora voy a cumplir cuarenta años pero cuando empecé Quién lo impide tendría 34 o 35 y sentía que pronto me alejaría definitivamente de la adolescencia. Yo siempre he tratado de tener un vínculo con esa época, pero en un momento dado vi que podía perderlo, hoy no sé si podría hacer esta película. Pensé que era mi última oportunidad para tener la energía necesaria para comunicarme con chavales de 15 o 17 años con naturalidad. Todavía me sentía un poco joven.
Quién lo impide y Camila saldrá esta noche son apuestas muy distintas. En su filme, Barrionuevo cuenta la peripecia de Camila (Nina Dziembrowski), una adolescente de La Plata, una ciudad a una hora de Buenos Aires, “con una larga historia de militancia y compromiso político”. Su vida cambia cuando se muda a la capital porque su madre debe cuidar de la abuela enferma. Allí ingresa en un colegio de pago en el que estudia la elite del país y lo pone patas arriba a ritmo de trap…
Nuevas realidades
Las formas de entender los géneros sexuales en la nueva generación marcan una diferencia clara con las anteriores. “En Argentina la revolución feminista lo ha cambiado todo”, opina Barrionuevo. “Crecí en una época muy distinta en la que se podía cambiar un peso por un dólar y era todo mucho más consumista. Los jóvenes de ahora llevan muchos años de kirchnerismo a sus espaldas y tienen otros valores. Lo vemos con la apertura de sus cuerpos y la aparición de lo queer. Palabras como ‘trans’ han hecho que existan nuevas realidades. Ojalá yo hubiera tenido la libertad que tienen ahora”.
“'Quién lo impide' es un artefacto raro. Si tuviera que buscar un género, sería una película existencialista”. Jonás Trueba
P. ¿Querían reflejar con sus películas el asombro ante el mundo que se produce en la juventud?
I. B. Uno no puede volver a ser inocente, eso que se pierde para siempre. Se puede mantener ese pensamiento quizá más blando de la adolescencia, en el que se abraza la incertidumbre. Cuando filmas a un joven de 17 años ya tienes cine porque es un rostro fascinante, lleno de contradicciones. Una vez escuché a un director decir “yo filmo para no morir”. En realidad es eso.
J. T. Sí, de adultos nos vamos cerrando. Ver a los jóvenes te sirve para reconectar con esa intensidad porque con el tiempo vamos perdiendo pureza. La idea de la capacidad de asombro al hacer cine es importante. El cine consiste en sentarte delante de una pantalla, confiar y no ser cínico. El cinismo se puede adueñar de todo y es el peor enemigo de un director.
P. ¿Nos equivocamos si pensamos en los jóvenes como marcianos indescifrables?
J. T. Hay desfases temporales, pero luego te das cuenta de que están jugando al “yo nunca”, como hemos hecho todos. Lo esencial, lo importante, sigue siendo muy parecido a lo que era hace algunos años. Me interesa tratar la normalidad de los adolescentes porque a veces hablamos de que no les entendemos, ¡son de otro siglo! Es cierto, son chavales que nacieron en el 2000 o 2001, pero no son tan distintos. No quiero caer en clichés como las redes sociales, cansa un poco. Están muy presentes en su vida como en la de cualquiera. Me apetecía más tratar cosas como la amistad, el amor, la soledad, la política…
I. B. Pero cuando hablamos de la rebeldía de los jóvenes tenemos que entender que no es una rebeldía porque sí. El proceso de institucionalización de la escuela es muy fuerte. Además, estás muy marcado por una familia que no has elegido. Con todas sus contradicciones, me interesa mucho ese momento en el que sientes que el mundo está en tus manos para ser modificado. Después en la universidad eres un poco más libre, pero el mundo del trabajo vuelve a atraparte. Es lo que dice la canción de The Smiths: “Yo que buscaba un trabajo, ahora que lo tengo soy miserable”. Es otra institución que te va domesticando.
Ricardo Darín mediante, si hay una cinematografía que conocemos bien en España es la argentina. Barrionuevo elogia el modelo de su país: “El éxito y la calidad del cine argentino no es casualidad. Tenemos la suerte de contar con un instituto de cine (el INCAA) fantástico que se inspira en el modelo francés, que es el mejor. Eso ha propiciado que en los últimos años se puedan producir hasta 150 películas, grandes, pequeñas y medianas. Ahora parece que está en crisis con la pandemia, porque hay otras prioridades, pero tenemos que cuidarlo como si fuera oro”. Con otra película ya en el horno, Tenéis que venir a verla, donde regresa a la ficción con Itsaso Arana y Francesco Carril, Jonás Trueba sigue siendo uno los puntales de un cine verdaderamente independiente en nuestro país. “Yo tuve un privilegio de entrada por mi familia y me da reparo hacer el papel de sufrido cineasta independiente”, explica el director. “La realidad de todos modos es que mi primera subvención fue por La virgen de agosto, que es mi quinta película, y costó 400.000 euros. Y es la más cara que hemos hecho. Tenemos nuestra propia productora con Javier Lafuente (Los ilusos) y no es fácil. No tenemos vocación de marginales. Yo encantado de trabajar con Netflix pero están muy cerrados a todo lo que no sea estándar”.