La economía digital une a los seres humanos de maneras insólitas. Con quién viajas, debut en la dirección de Martín Cuervo (Madrid, 1987) plantea un viaje en coche compartido al estilo Blablacar en el que el conductor resulta cuando menos insólito. Salva Reina se mete en la piel del misterioso y turbio conductor en un coche rumbo a Cieza, en Murcia, en el que también caben una joven bienintencionada (Andrea Duro) y una expareja a la greña (Ana Polvorsa y Pol Monen). A medida que el viaje avanza, los pasajeros comienzan a sospechar que hay gato encerrado y han caído en la trampa de un psicópata fanático de los Brincos.
El director se inspiró en una experiencia personal: “No me podía creer que no hubiera ninguna película sobre Blablacar. Todas las anécdotas son reales y hemos cortado alguna porque parecían demasiado increíbles. La idea surgió porque hice un viaje a Bilbao con una militar que llevaba una pistola en la cartera y se acababa de separar. Se pasó todo el trayecto diciendo “no me dejes sacarla que cometo una locura”. Mientras, yo me iba escribiendo con las chicas de atrás con nervios y risas. Pensé que era un Macguffin perfecto para un punto de partida. Me gustaba también el reto de hacer una película que pasa todo el rato en un coche, me gustan estos retos cinematográficos como Buried (Rodrigo Cortés, 2010), Locke (Syeven Knight, 2013) o incluso The Party (Sally potter, 2017). Dentro de poco ya no será la única porque acaba de rodar una Álex de la Iglesia”.
Las apariencias se convierten en el tema central de Con quién viajas, ¿actuamos como malvados en base a prejuicios o simplemente nos protegemos? Según Martín Cuervo: “Etiquetamos con mucha facilidad y como dice el personaje de Ana Polvorosa eso es como el horóscopo, porque te puedes equivocar. En la salita de espera del dentista o en un bus, sabes que a esa persona la vas a ver poco y le pones una etiqueta. Uno cree que ya lo ha colocado donde cree que está porque ese encuentro es tan breve que no te da para más. En los viajes compartidos es todo muy banal y allí es muy fácil etiquetar a la gente. Todos aprendemos a tener una especie de máscara para el baile y poder estar en sociedad”.
La risa nerviosa surge porque nos identificamos con el miedo, irracional o no, de los sufridos pasajeros. Surge la duda de quién es el malo de la película, el supuesto psicópata o esos jóvenes prejuiciosos que desconfían porque tiene un aspecto no convencional. “Cuando te encuentras con alguien que te parece loco o loca, te preguntas “esta persona por dónde va a salir, no sé etiquetarla, no la logro colocar para estar cómodo”. Hay ciertos prejuicios que surgen de un subconsciente que te quiere defender, tu cabeza quizá detecta cosas que tú no sabes verbalizar de manera inmediata. Pero al menos hay que hacerse un planteamiento sobre ello. Hay que darle una vuelta. Las probabilidades de que uno sea descuartizado por un asesino en serie son ínfimas pero ese miedo surge muy rápidamente en todos nosotros. Uno lo magnifica todo aún más si encima te pones a sacarle punta a todo por WhatsApp. Quería hacer una comedia sin chistes ni gags, que te acabes riendo de lo incómoda que es la situación”.
Dice el famoso axioma que la vida es una comedia vista de lejos y un drama de cerca. Para que la risa explote, los personajes tienen que sufrir y por ello Martín Cuervo recurre al thriller: “Hitchcock es de manera clara una gran influencia. La soga tiene influencia que vemos en esa cuerda que encuentran. La música es hitchcockiana. La idea para que surja la comedia es llevarlo todo a un thriller muy thriller. Muchos planos están inspirados en ese director. Eso acaba con una risa tensa o nerviosa. La pequeña mezcla de géneros me parecía divertida a explorar. El equilibrio es complejo para que sea un no parar porque luego tiene que funcionar como una película dejándote miguitas en el camino para que sigas queriendo verla”.
Talento precoz, Martín Cuervo comenzó a actuar a los seis años en series de televisión, ha estudiado interpretación y a los 19 años ya le nominaron al Goya por su primer cortometraje, Final. Además, ha lanzado dos discos de indie pop bajo el alias de Sethler y está a punto de sacar el tercero. “Han pasado diez años entre el corto y el largo. Acabo de rodar la segunda película, Todos lo hacen, un Cluedo un poco thriller. Y allí tengo un pequeño papel tarantinesco. Me gusta actuar pero me veo más como director. La canción que suena en los créditos es mía, de los Brincos ya habíamos sacado cuatro canciones y era lo más sencillo. Son formas de expresión”.