Polémico y trasgresor, Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 1963) ha confesado a menudo que lo primero que hacía cuando era adolescente, tras devorar una película de serie Z o uno de esos wésterns que adoraba, era correr al quiosco más cercano en busca de su novelización. De ahí que la noticia de su debut como novelista con la versión narrativa de su novena y última película, Érase una vez en Hollywood, encendiese el interés de lectores y cinéfilos del mundo entero, en busca de redescubrir al cineasta de culto como autor de pulp.
Y la espera ha merecido la pena, porque en el libro, publicado en España por Reservoir Books en versión de Javier Calvo (¿quién si no?), el creador de Reservoir Dogs no se ha limitado a reescribir el filme o a trocearlo en capítulos sino que, como explicó hace unas semanas en Pure Cinema Podcast, replantea toda la historia, enriqueciéndola con nuevas tramas y personajes.
Según Tarantino, que estuvo escribiendo la película cinco años, “había muchas cosas que anoté e investigué pero ni siquiera escribí a máquina, porque de ninguna manera iban a acabar en el filme. La novela me ha hecho entender a los personajes, aprender cosas sobre ellos”. De ahí que asegure sentirse “muy feliz con el libro, muy orgulloso. Creo que si eres un fan de la película te divertirás leyendo la novela y explorando los personajes de manera más profunda”.
Con toda la precaución debida a quien no haya visto Érase una vez …, recordemos que estamos en 1969, en Los Ángeles, en los años de la contracultura, el amor libre, Woodstock y Vietnam, cuando todo parecía posible mientras, de manera imperceptible, el mundo moderno comenzaba a dar paso a la posmodernidad.
El crepúsculo del ídolo
Los protagonistas son Rick Dalton (Leonardo DiCaprio en la pantalla) y su doble, Clift Booth (Brad Pitt), “algo más que un amigo y algo menos que una esposa”, pero ahora sabremos al fin qué ardiente percance unió sus destinos. No es el único descubrimiento: desde las primeras páginas comprendemos, gracias al agente Marvin Schwarz (Al Pacino), que quiere relanzar la carrera de Dalton en Europa, que el actor es dolorosamente consciente de su decadencia: “Es un poco duro […] tener que enfrentarme al hombre fracasado en que me he convertido, enfrentarme al hecho de que yo mismo he hundido mi carrera […] Tenía potencial como actor. […] Quería ser una estrella de cine, ser como Steve McQueen”.
Tarantino no se limita en esta novelización a reescribir el guion o a trocearlo en capítulos, sino que añade nuevas escenas y personajes
Mientras intenta ahogar la angustia en alcohol, lo que Rick Dalton ignora (y Tarantino revela) es que podría sufrir una enfermedad entonces no diagnosticada, la bipolaridad, lo que explicaría sus cambios de humor, o esa depresión que sustituye los cada vez más escasos momentos de euforia. El Dalton del libro es más vulnerable que el de la película y además, lo que en aquel es su gran momento en el filme, el apocalíptico asalto a su casa por miembros de la familia Manson, se convierte aquí en casi una anecdota. El final, distinto, lo reivindicará como actor consciente de su carrera, lejos de la autocompasión y el orgullo que rezumaba en la pantalla.
Más radical es la transformación de Cliff Booth, el doble del actor. En primer lugar es un héroe de guerra condecorado, con dos Medallas al Valor por ser el soldado americano que mató a más japoneses, aunque arrastra al menos tres crímenes impunes, entre ellos el de su mujer, a la que partió en dos con un arpón. Como él mismo explica a una joven de la “familia” Manson que intenta seducirle, “la cárcel lleva toda la vida intentando pillarme, pero todavía no me ha cogido. Y el día que me coja, no será por ti”.
Guiños al cine olvidado
Aficionado al cine europeo, Booth adora a Polanski, al que considera un icono de la cultura pop, y al Kurosawa más pulp, mientras que su actor favorito es Toshiro Mifune, el protagonista de Los siete samuráis y solo parece sentir pasión por su perra Brandy, protagonista de un nuevo capítulo.
Además de vertebrar el retrato, cargado de nostalgia y violencia, del final de una época, Tarantino rinde aquí homenaje a actores olvidados de los 70
También las personalidades de Sharon Tate, el ya mencionado Polanski (vecino de Dalton) y Charles Manson adquieren en la novela inesperadas perspectivas, pues Tarantino profundiza mucho más en su pasado, razones, desengaños y secretos más íntimos. Con todo, además de vertebrar el retrato, cargado de nostalgia y violencia, del final de una época en el que el mundo perdió su inocencia, la versión impresa rinde homenaje a actores olvidados del cine de los 70 como Aldo Ray.
Tampoco parece casual que Tarantino elija la serie Lancet como vehículo para retratar los problemas de Dalton, villano en el episodio piloto, ya que su protagonista, James Stacy, fue condenado en 1995 a seis años de cárcel por abusar de una niña de 11 años. ¿Una suerte de toque a Harvey Weinstein quizá? ¿A través de la niña actriz Trudy está bromeando con o sobre Jodie Foster? Son algunas de las dudas que deja abiertas este libro mientras despeja otra: el Tarantino novelista también es incombustible, y ya tiene su casi listo segundo libro, Cinema Speculation, sobre el cine de los años 70.