Dice Fernando Colomo (Madrid, 1946) que después de casi cincuenta años haciendo películas, se sigue sin ver dirigiendo un dramón. "Una película son tres años de tu vida y me daría mucha pereza", explica con el mismo tono jovial y ligeramente sarcástico que le es propio. Víctima de hacienda y su pasión por el cine, dos conceptos que con frecuencia acaban colisionando, Colomo ya no produce pero sigue rodando una película cada dos años que ensanchan ese universo suyo poblado por hombres dubitativos y miedosos que siempre son mucho menos espabilados que las mujeres. Varias generaciones han crecido con sus epopeyas románticas que comienzan con aquella hoy mítica Tigres de papel (1977) en la que radiografiaba a los progres de la época pasando por sus grandes éxitos de los 80 y los 90. Son filmes como la desinhibida La vida alegre (1987), la desternillante Bajarse al moro (1989) o sus dos grandes comedias sentimentales, Alegre ma non troppo (1994) y El efecto mariposa (1995).
Los tiempos han cambiado mucho pero conquistar a la chica de los sueños sigue siendo una cosa difícil como vemos en su nuevo estreno, Poliamor para principiantes, en la que Quim Ávila interpreta a Manu, un “nini” de 28 años que sigue viviendo en casa de sus padres y trata infructuosamente de triunfar en YouTube. El desnortado joven se enamora de Amanda (María Pedraza), una chica que mantiene una relación abierta con “acuerdo de fluidos” con un chico guapo que trabaja como modelo, una mujer transexual y un matrimonio de cincuentones resabiados. Acompañado de su padre (Karra Elejalde), sobrevenido a la causa poliamorosa hasta que su propia mujer (Inma Cuevas) se apunta a ella, el pobre Manu se hace el moderno con la chica para ver si consigue ligársela mientras se desquita contra el poliamor con mensajes “de cuñado” en las redes disfrazado de superhéroe.
Pregunta. La película no se posiciona ni a favor del poliamor ni de la pareja tradicional, ¿lo quería dejar en tablas?
Pregunta. No queríamos caer en el error de muchas películas que después de plantear una situación como esta se termina volviendo a la pareja de toda la vida. Las películas no están para dar soluciones, la idea es crear un debate. Vemos en el protagonista lo antiguas que pueden ser esa ideas de defender la cena romántica con velas en los discursos que da en YouTube disfrazado para que no le pille la chica. Al final evoluciona, es un personaje que ha dejado de ser reaccionario y se ha transformado en otra persona.
P. También hace sarcasmos con esa mujer cincuentona (Cristina Gallego) que es defensora del poliamor e incluso la “cocrianza” de los hijos hasta el extremismo. ¿El fanatismo siempre es malo?
R. Lo exagera todo tanto y defiende una verdad tan inamovible que no hay nadie que pueda aguantar algo así. Lo dice todo de una manera muy rotunda, con esas frases imposibles. Le dije a la actriz que no hacía falta que las soltara de manera tan contundente pero ella dijo que lo prefería y al final ha quedado mejor. Hay gente extrema y en este caso lo más gracioso es que tiene un discurso muy rígido de cara hacia fuera pero cuando no le interesa, hace una excepción.
P. ¿Nos cuesta aceptar que pueda existir una pareja de cuatro?
R. Es difícil abrir la mente y aceptarlo porque los cambios son tan rápidos que muchas veces nos estamos quedando un poco out. La juventud siempre encuentra maneras de reacción a lo establecido mientras los demás lo miramos con prejuicio y nos sentimos un poco carcas por muy progres que nos hayamos considerado. Creíamos que ya lo habíamos visto todo y de repente surgen formas nuevas y sorprendentes de comunicarse y relacionarse.
P. Frente a esa exuberancia sentimental, está la soledad quejosa de ese protagonista al que le cuesta salir de su habitación y tener relaciones personales. ¿Representa a ese “macho herido” por su pérdida de privilegios?
R. Es un personaje con el que no me identifico en absoluto. A veces me recuerda un poco al Coque Malla de El efecto mariposa (1995), tan conservador. Es un personaje bastante extremo que prefiere estar encerrado en este mundo tan abierto con relaciones tan diversas. Es algo que vemos con muchos “youtubers” famosos, se encierran y viven en su habitación comunicándose por internet sin ningún contacto físico. Se hacen fuertes sin salir de su casa.
P. ¿Por qué a los jóvenes de hoy les cuesta tanto marcharse del nido familiar?
R. En mi época independizarse ya era una machada pero ahora creo que hay más conformismo en eso. Antes también era duro pero te compensaba por la libertad que ganabas. En general nos hemos vuelto mucho más materialistas y los padres son más tolerantes con lo cual los hijos viven más cómodos con ellos. En este caso, Manu es un joven que no quiere arriesgarse nada. Es un fenómeno que nos contaban que sucedía en Japón, esos chavales que no salían en tres meses de su habitación, y ahora es un peligro que tenemos en nuestra sociedad. Con internet podemos acabar como seres autómatas encerrados en nuestra propia cápsula porque puedes montarte tu propia vida entre cuatro paredes sin contacto físico.
P. ¿Hizo una investigación de campo sobre cómo funcionan los adeptos a las relaciones poliamorosas?
R. Fui a una asociación de poliamor en Madrid. La escena en la que Manu va con su padre al parque a conocerlos la viví yo también con mi hijo. Me parecía bastante desconocido y también muy interesante. No es algo nuevo pero sí la forma de afrontarlo. Ellos hablan de una “no monogamia ética” en la que nadie gana a nadie. Está todo muy claro, muy consensuado y muy organizado. Desde fuera hay quien lo ve como un libertinaje pero no va de eso, ellos creen en las relaciones sentimentales, es solo que no tienen que ser monógamas.
P. ¿Son los nuevos mormones?
R. Hay una diferencia muy clara con los mormones o el Islam y es que no son machistas. En esos esquemas la mujer no goza.
P. El protagonista es fan de los superhéroes y en la película utiliza recursos expresivos del cómic como las viñetas o las onomatopeyas. ¿Cómo introduce ese universo?
R. Era por darle un toque con esas referencias un poco friquis. Lo de las viñetas y los carteles lo añadimos en posproducción, no estaba previsto. Quería que fuera más bien sutil, no que estuviera muy presente.
P. ¿Por qué sigue haciendo comedias?
R. Con una película te pasas como mínimo tres años y me da mucha pereza meterme con un dramón. Yo siempre intento buscar un lado irónico, tienen que existir las dos caras de la moneda. Ahora mismo me cuesta encontrar películas que me gusten y me levanten el ánimo. El algoritmo de las plataformas te lleva a ver una y otra vez el mismo tipo de historia. La sensación que tengo es que todo consiste en fórmulas, hay una especie de sequía de la originalidad.
P. Ni un triste Goya le han dado, ¿hacer comedias significa renunciar a los premios?
R. Ni pienso en ellos, aceptas que cuando te clasifican en comedia no te darán ni uno. No me da rabia, lo asumo.
P. ¿Por qué los jóvenes suelen protagonizar sus películas?
R. Eso es algo que viene desde Alegre ma non troppo (1994), yo ya tenía cuarenta y algo y ellos (Pere Ponce y Penélope Cruz) eran muy jóvenes. Necesito conectar con la juventud. Me gusta ese momento de descubrimiento de esas edades y no la actitud de “ya sé de qué va la vida” tan habitual en los adultos. Es eso que los franceses llaman el “choque de la vida”, ese momento en el que tienes una mentalidad abierta y una ilusión. Ese deseo es una cosa muy vital porque no hay nada peor que un amargado o un sabihondo.
P. ¿Son muy distintos los jóvenes actores de hoy a los de finales del siglo pasado?
R. Ahora hay muchos más porque se rueda más ficción. Están mejor preparados técnicamente y hay más competencia. Antes combinaban cine y teatro y algunos hoy enlazan películas con series. Lo que veo en ellos es que es más difícil significarse.
P. ¿Y después de más de veinte películas, qué es lo más importante que ha aprendido?
R. Pasan los años y vas evolucionando. Ahora soy consciente de que esta es una etapa ya última. El secreto es hacerlas con el corazón, que te guste, te toque y te motive. A mí me gusta hacer películas como un poeta compone poemas, es una forma de expresarse que en el caso del cine tiene muchos condicionantes y lo hace complicado.
P. ¿Le cuesta mucho levantarlas?
R. Ahora es mucho más difícil. Antes tenías que convencer a un productor y se hacían con cuatro duros, tardabas mucho menos tiempo. Ahora mismo hay muchos productores y tienes que tocar muchas más puertas porque también está la televisión generalista y las plataformas.
P. ¿Le gustaría que la gente viera en el cine Poliamor para principiantes?
R. Es lo ideal. Antes hacías la película para salas y luego llegaba ese momento en el que la pasaban por TVE. Ahora tienes que ser consciente de que la mayoría de la gente la verá en una pantalla pequeña. Es algo que tengo claramente asumido.
P. Como director quintaesencialmente madrileño, ¿qué le parece este Madrid de hoy en el que arrasa Isabel Díaz Ayuso?
R. Creo que el destino de todas las grandes ciudades está abocado a convertirse en parques temáticos. Veo una ciudad cada vez más grande con más gente en la calle. Mira lo que ha pasado en Barcelona, llega un crucero cargado de turistas y te invade.