Los grandes músicos disfrutan de la adoración del público y cuentas corrientes abultadas pero llevan vidas complicadas que con sorprendente frecuencia terminan en tragedia. Los mejores documentales musicales recientes nos ayudan a comprender mejor la evolución de la música moderna, pero también nos presentan un apasionante retrato de artistas complejos que luchan por reconciliar los aspectos más rutilantes de su estatus de estrellas con su voluntad de ser auténticos y genuinos. Como símbolos de la cultura de masas, las estrellas del pop representan quizá mejor que nadie la tragedia contemporánea de la distancia entre apariencia y realidad, sus vidas son espectáculos públicos y al mismo tiempo, tragedias íntimas.

Matangi/Maya/M.I.A. (Steve Loveridge, 2018)

Gran Premio del Jurado en Sundance y presentada en Sección Oficial en Berlín, la asombrosa trayectoria de la cantante londinense nacida en Sri Lanka M.I.A. merece como mínimo un documental e incluso una serie. Arrancaba el milenio cuando la explosiva artista impactaba de manera contundente en el mundo de la música con Arular, un disco de música urbana que hoy suena sorprendentemente contemporáneo y a la moda. M.I.A. fue una pionera, y no es poco, a la hora de mezclar la influencia de Madonna o Public Enemy con los sonidos tradicionales de la world music, una mezcla que hoy es casi la norma.

Marca su vida ser hija de un destacado líder de los Tigres de Liberación de Tamil, que se definía a sí mismo como un grupo de resistencia frente a las atrocidades de los cingaleses en Sri Lanka y que algunos, como la propia Unión Europea, consideran un grupo terrorista. Cuando M.I.A. alcanza el estrellato, comienza una dura batalla contra la industria porque la joven decide convertirse en portavoz de la causa tamil, ante el genocidio perpetrado por sus opresores en la isla con la excusa del terrorismo. De los photocalls de las fiestas más rutilantes de Manhattan a las calles de Sri Lanka, adonde viaja con frecuencia para conocer de primera mano las atrocidades que sufre la población, la propia M.I.A. cuenta en el documental su dificultad para reconciliar esas dos dimensiones de su personalidad, la de estrella del pop y la de persona comprometida con una causa que le tocó de lleno. Y ella era y sigue siendo ambas cosas.

Las cosas se complican cuando M.I.A. actúa en la final de Super Bowl como apoyo a Madonna y hace una peineta a cámara. Es quizá la peineta más famosa de la historia y desató un escándalo que superó con creces su propia fama. La liga de fútbol americano le puso una demanda por 16 millones de dólares. A partir de allí la artista se convierte en una apestada y la propia Madonna desaprobó el gesto. ¿Se equivocó M.I.A.? Debo confesar que no estoy seguro de cuál es la respuesta correcta y allí radica uno de los puntos más interesantes de este documental dirigido por Steve Loveridge que plantea más preguntas que respuestas y sirve como llamativa metáfora de una sociedad esquizofrénica como la nuestra, donde la desigualdad más bárbara convive con el derroche en una tensión irresuelta. Se puede ver en Netflix y en Movistar Plus.

Peret, yo soy la rumba (Paloma Zapata, 2018)

Estrenado por la 2 en noviembre pasado y ahora disponible en Filim, la directora Paloma Zapata rinde homenaje al gran Peret, rey de la rumba catalana y personaje fundamental de la cultura popular del siglo XX. Fue un hombre bueno y exitoso, creador de un estilo único que le llevaría a triunfar por toda Europa con su mensaje de fiesta y alegría. El mismo cuenta que la rumba era una mezcla entre la tradición flamenca gitana y los ritmos africanos, con no poca influencia caribeña porque fue en Cuba donde nació. BorriquitoCanta y sé felizEl muerto vivo o Gitana hechizera son algunas de las grandes canciones de este músico único y admirable que se consideraba heredero de Elvis Presley y el rock.

Acierta la directora a la hora de dar gran valor a la propia música de Peret, un hombre que representa en su máximo esplendor la riqueza de la cultura gitana. El decía que era “gitano a mucha honra y payo a mucha honra”, un “gitanito” al que un presentador de TVE (el inaudito Lauren Postigo) le reprocha que sus canciones son “intrascendentes”, pasando por alto la grandeza de la alegría. Conocemos a la familia del cantante en la actualidad, a un personaje que sufrió durante el franquismo cuando el régimen que detestaba intentaba manipularlo y también a un tipo muy catalán y apegado a las costumbres catalanas que hablaba en ese idioma con toda la familia.

David Bowie: los primeros años (Francis Whately, 2019)

Artista fundamental del siglo XX, David Bowie regaló al mundo algunos discos inolvidables que hoy siguen disfrutando millones de personas en todo el mundo. Fue también una personalidad rompedora y carismática que sometió el concepto de masculinidad a una profunda revisión que ha marcado de manera extraordinaria a la cultura occidental. El joven Bowie, dirigido por Francis Whately, nos cuenta una historia distinta a la que quizá esperamos al narrarnos los duros inicios del músico, cuando luchaba por salir adelante en el Londres de finales de los años 60 mientras acumulaba fracasos.

La película, de hecho, termina cuando Bowie publica su primer éxito, The Rise and Fall from Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, en 1972, para centrarse en su infancia y primera juventud. Hijo de un matrimonio que no se quería, Bowie creció con una madre fría y un padre ausente lo cual, según él mismo, le hizo desarrollar una necesidad patológica de cariño y reconocimiento. Después, comienza a acumular novias y fracasos discográficos. Aunque hoy son discos que todos los amantes de la música conocen a fondo, ni el primero, titulado como él y publicado en 1967, ni el mítico Space Oddity (1969), ni The Man Who Sold the World (1970) ni Hunky Dory (1971) tuvieron repercusión. Se presta mucha atención al coreógrafo y mimo Lindsay Kemp, a quien está dedicado el documental, y al que se presenta como “novio”. Se puede ver en Movistar Plus.

ReMastered: Los dos asesinatos de Sam Cooke (Kelly Duane, 2019)

Fue uno de los mejores cantantes del siglo XX, un artista con un talento vocal apabullante capaz de emocionarnos una y otra vez con sus maravillosas canciones de soul de finales de los 50 y los 60, como (What) a Wonderful World o Bringing it Back Home. Fue también una figura trágica ya que murió a balazos a los 33 años, en 1964, en un motel de Los Angeles, supuestamente al ser confundido por la dueña con un ladrón. Este interesante documental dirigido por Kelly Duane, no solo rinde homenaje al inmenso talento del artista, también cuestiona la versión oficial de su muerte, al sugerir incluso que el propio FBI estuvo implicado. El motivo sería que Cooke, amigo de Malcom X y Martin Luther King, ambos también asesinados, estaba utilizando su popularidad y su gancho con el público blanco para protestar por la infame situación de los negros en el país.

Mystify: Michael Hutchence (Richard Lowenstein, 2020)

Para quienes sepan la relación entre un lápiz y una cinta de casette, Michael Hutchence, líder de los australianos INXS, fue uno de los grandes ídolos de los 80 y primeros 90. Más sexy que guapo, Hutchence era una especie de Jim Morrison mainstream que con su banda fusionó con talento e intuición el rock clásico con los nuevos sonidos electrónicos y pop que marcaron la época. A mayor gloria del artista, se acaba de estrenar este interesante documental dirigido por Richard Lowenstein al que cabría objetar que está demasiado centrado en las cuitas familiares, sentimentales e incluso neuróticas del cantante para mostrar menos de lo que debería la propia música de INXS, que aparece poco.

En cualquier caso, sirve como notable aproximación a un hombre complejo que quería combinar la sensualidad del hedonista con el rigor del intelectual. Hutchence leía a Sartre y estaba obsesionado con que se le reconociera su valía artística y no como simple producto comercial. Fue un hombre traumatizado por una madre egoísta que lo prefería de manera ostensible a su propio hermano y coleccionista de mujeres hermosas y famosas como Helena Cristhensen o Kylie Minogue. Es esta la historia de una tragedia porque Hutchence, como es sabido, se suicidó en 1997, según el documental después de un largo declive mental provocado por un golpe en la cabeza que afectó a su cerebro anulando su sentido del gusto y el tacto. Se puede ver en Movistar Plus.

Travis Scott: Look Mom I Can Fly (White Trash Tyler, 2019)

Desde finales de los 80 y principio de los 90, en pleno apogeo del gangsta rap de California, el imaginario popular identifica al rapero con un tipo de pasado oscuro y violento con una vida como mínimo complicada. No es el caso de Travis Scott, autor de Astroworld (2018), uno de los discos más influyentes del presente siglo. Este documental de Netflix, dirigido por White Trash y Isaac Yowman, nos presenta una visión muy distinta de la figura del rapero. Conocemos a Scott en plena gira por Estados Unidos presentando ese álbum en el momento álgido de su trayectoria, cuando la canción Sicko Mode se convierte en el hit del año.

En sus primeros veinte, Scott acaba de ser padre y es un tipo bastante familiar que se emociona cuando se reencuentra en su Houston natal con su profesora de la adolescencia. Muy vinculado a su ciudad, se hace amigo del alcalde, con el que pretende impulsar que se construya un nuevo parque de atracciones como el Astroworld que da título al disco y ya desaparecido. Al mismo tiempo, sufre porque quiere ganar el Grammy al mejor disco del año, cosa que aunque parezca increíble aun no ha conseguido jamás el hip hop en toda la historia de los premios, al tiempo que trata de lidiar con su repentina y masiva fama. Uno le acaba cogiendo cariño a Scott, un tipo simpático e incluso candoroso que llora a cámara cuando no le dan el Grammy llamado a escribir algunas de las mejores páginas del futuro del hip hop.

PJ Harvey: A Dog Called Money (Seamus Murphy, 2019)

Rockera de gran prestigio, la británica PJ Harvey grabó algunos de los mejores discos de la década de los 90 como Rid of Me (1993) o To Bring You My Love (1995) y en 2011 firmaba una pobra mayor del rock como Let England Shake. En este documental retrata el proceso de grabación de Six Demolition Project, un disco en el que colaboró con el fotógrafo Seamus Murphy recogiendo sonidos e inspiración en diversos lugares problemáticos del mundo, desde un barrio de negros deprimido de Washington a las calles de Kabul. Además del viaje de Harvey, vemos una performance que la cantante desarrolla en Londres, donde el público fue invitado a asistir a la grabación del álbum, que podía ver a través de una mampara de cristal sin la posibilidad de intervenir.

No tengo ninguna duda de que Harvey grabó el disco e impulsó el documental con la mejor de las intenciones pero el resultado es un pequeño desastre. De lugar catastrófico en lugar catastrófico del mundo, la cantante da la impresión de ser una obscena turista de la miseria y hay momentos en los que uno padece al verla en tan equivocada tesitura. El problema es que no existe ninguna relación entre los lugares que retrata salvo su pobreza y su propia interpretación del dolor ajeno se convierte en un acto de indigna condescendencia.

@juansarda