Y llovieron pájaros arranca con tres ancianos bañándose desnudos en un precioso lago de algún lugar recóndito de la Canadá francófona. Tres hombres que, por diferentes razones, han decidido retirarse de la vida en sociedad y recluirse cual ermitaños, aunque sean algo peculiares. Subsisten gracias a una plantación de marihuana que distribuye el gerente de un hostal cercano, el único contacto que mantienen con la civilización, y no renuncian al alcohol y a la buena vida. Los tres son además supervivientes de un gran incendio que marcó la existencia de buena parte de su generación cuando eran jóvenes, y en especial, la de uno de ellos, Ted Boychuck, el gran enigma de la película.

Boychuck fallece de un ataque al corazón poco después del baño con el que arranca el filme y, por azares de la vida, su cabaña será ocupada por la tía del gerente del hotel, una mujer también en la tercera edad a la que éste ha ayudado a escapar del centro psiquiátrico en el que permanecía interna desde los 16 años. Pese a las reticencias iniciales de los dos ermitaños, pronto surge una relación especial entre uno de ellos y esta mujer que quiere recuperar una vida que le fue arrebatada por su padre por ciertas locuras de juventud. Al tiempo, aparece por la zona una joven interesada en conocer la historia del legendario Boychuck, un leyenda entre los supervivientes del gran incendio.

Dirigida y escrita por la realizadora canadiense Louise Archambault a partir de una novela homónima de Jocelyne Saucier, la película -que pasó por la sección oficial del festival de San Sebastián- realiza un retrato amable y liviano de estos personajes perdidos que encuentran en los otros su tabla de salvación. Es un drama quizá algo convencional, pero capaz de arrancarte una sonrisa en el momento más inesperado, que logra mantener el interés y alcanza ciertas cotas de grata plasticidad en su retrato de la vida en la naturaleza.

El peso del pasado, la necesidad de huir y la redención mediante el arte son algunos de los temas que aborda el filme, aunque si por algo destaca es por su valentía a la hora de retratar esa relación amoroso en la vejez, con escena de sexo incluida, y por posicionarse también en un tema tan delicado como la eutanasia. Además hay que destacar la interpretación de la veterana Andrée Lachapelle, que se entrega a su papel de anciana algo chiflada aportándole gran humanidad, y el de Rémy Girard como ese ermitaño alcohólico que vierte toda su melancolía en una cuantas canciones interpretadas con voz desgarrada y con una guitarra.  

Acostumbrados a que desde Canadá solo nos lleguen películas con la vitola de cine de autor de directores como Atom Egoyan, Denys Arcand, Xavier Dolan o Philippe Lesage, nunca está de más acercarse a propuestas más industriales, con la ambición de llegar a un público amplio y emocionarlo, sobre todo si cuenta con el buen gusto y la sensibilidad de esta Y llovieron pájaros.

@JavierYusteTosi