Max Von Sydow ha fallecido este domingo a los 90 años, según ha informado France Presse. El actor sueco, residente en Francia, es una leyenda del cine europeo que arrancó su carrera de la mano de un maestro como Ingmar Bergman para acabar siendo un rostro de los más habitual en las grandes superproducciones de Hollywood, especializado en interpretar a secundarios de todo tipo.
Una autentica institución de la interpretación, un trotamundos que trabajó en un sinfín de lenguas, incluyendo noruego, inglés, italiano, alemán, danés, francés o español, y que fue nominado en dos ocasiones al Óscar, al mejor actor por Pelle el Conquistador (Billie August, 1987) y al mejor actor secundario por la reciente Tan fuerte, tan cerca (Stephen Daldry, 2011), sin suerte en ambas ocasiones.
Sin embargo, quizá sea el papel del padre Merrin en El exorcista (William Friedkin, 1973) el quede para la posteridad como su encarnación más reconocible, a pesar de haber participado en superproducciones como Conan, el Bárbaro (John Milious, 1983), Juez Dreed (Danny Cannon, 1995), Más allá de los sueños (Vincent Ward, 1998), Minority Report (Steven Spielberg, 2002) o Robin Hood (Ridley Scoot, 2010) y sagas tan célebres como las de James Bond (Nunca digas nunca jamas, Irvine Keshner,1983), Star Wars (El despertar de la fuerza, J. J. Abrams, 2015) e, incluso, la televisiva Juego de tronos (David Benioff y D.B. Weiss).
Nacido en Lund en 1929 en el seno de una familia aristocrática, empezó a interesarse por el teatro desde el colegio. Tras cumplir el servicio militar, estudió interpretación en el Teatro de Arte Dramático de Estocolmo y debutó en el cine de la mano de Alf Sjörberg en Sólo una madre (1949) y La señorita Julia (1951). Después se trasladaría a Malmö para comenzar una fructífera relación profesional con Ingmar Bergman con el que trabajo en más de 10 películas, entre ellas El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957), El manantial y la doncella (1960) o Los comulgantes (1963).
Aunque durante algunos años se resistió a trabajar en Hollywood, finalmente lo haría para interpretar a Jesús en La historia más grande jamás contada (1965), de George Stevens. Este papel le catapultó a la fama en EE.UU. y en seguida comenzó a ser reclamado por directores de la talla de George Roy Hill (Hawaii, 1966), John Huston (La carta del Kremlim, 1970) o Sidney Pollack (Los tres días del Cóndor, 1975). A partir de los 80 comenzaría a trabajar con grandes maestros como Woody Allen (Hannah y sus hermanas, 1986), David Lynch (Dune, 1984), Win Wenders (Hasta el fin del mundo, 1991) o Lars Von Trier (Europa, 1991). Ya en el nuevo milenio le tocaría el turno de trabajar con Julian Schnabel (La escafandra y la mariposas, 2007) y Martin Scorsese (Sutther Island, 2010).