Europa, 2015. El escenario casi apocalíptico se sitúa en Grecia. Después de siete años de una austeridad extrema impuesta por la Unión Europea, el país escoge a un nuevo presidente de izquierdas, Alexis Tsipras. Los ciudadanos tienen la esperanza de que éste ponga fin a los dramáticos recortes que exige el pago exprés de la deuda. La debacle económica cuenta ya con consecuencias sociales devastadoras. La más dura, el éxodo de medio millón de jóvenes en un país que hoy cuenta con poco menos de once millones de habitantes. Los que se quedaron vieron cómo sus salarios se reducían a casi la mitad mientras se cerraban decenas de escuelas y hospitales.
Tras la victoria de Tsipras, su mediático ministro de economía, Yanis Varoufakis, se convierte en un personaje célebre. A ello contribuyen unas declaraciones incendiarias en las que califica de “terrorismo” las políticas de la troika. Dispuesto a que los griegos tengan “un respiro”, como dice el veterano y alabado cineasta Costa-Gavras (Iraia, Grecia, 1933), el economista comienza una batalla contra los organismos de la Unión Europea y, muy especialmente, contra los que serán sus máximos rivales: Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea; Wolfgang Shäuble, ministro de finanzas alemán, y Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo. Al final, como bien es sabido, el ministro acabó dimitiendo.
Según Comportarse como adultos, la adaptación al cine que ha firmado Costa-Gavras de las memorias de Varoufakis, al que interpreta Christos Loulis en el filme, fue la traición de Tsipras lo que le dio la puntilla. El jefe de gobierno prefirió escuchar las lisonjas de Angela Merkel y, por el camino, “vendió” a su pueblo. Sin caer en la hagiografía, con tono de thriller y el seco estilo documental del que siempre ha hecho gala, el autor de películas como Z (1969) o Estado de sitio (1972) se mantiene escrupulosamente fiel al relato que hizo el ministro de su lucha por salvar a los griegos de un acuerdo que destruía su economía y su futuro. Una política de austeridad hasta sus últimas consecuencias que Costa-Gavras califica varias veces como “inhumana” y que, en sus propias palabras, representa lo mismo que “ese granjero tonto que le mete una paliza a una vaca escuálida para que dé más leche y al final lo único que consigue es que no dé ninguna”.
El agujero negro
“Cuando los jóvenes emigran en masa dejan atrás un auténtico desierto. Este es el peor legado de una crisis innecesaria”
Pregunta. Ha calificado a Varoufakis como un resistente. ¿Cree que tuvo alguna posibilidad de vencer a la voluntad de Alemania y Estados Unidos?
Respuesta. Él sabía que no podía ganar. Su intención era que al menos el FMI y los banqueros creyeran que era necesaria una renegociación de la deuda. Varoufakis estaba dispuesto a ceder en todo menos en eso. En su libro explica cómo este objetivo, que era moderado, se podría haber conseguido si el primer ministro y el gobierno se hubieran mantenido leales a la causa. Pero no lo fueron. La mayor herida es el agujero negro que han dejado los cientos de miles de jóvenes que tuvieron que abandonar el país. Es cierto que los griegos saben cómo sobreponerse, pero cuando emigran en masa, especialmente los jóvenes, dejan atrás un auténtico desierto. La desertificación es, por tanto, el peor legado de una crisis innecesaria.
P. ¿Hay algo de cierto en las críticas desde los estamentos europeos de que Varoufakis era arrogante y prepotente?
R. Cuando un director escoge un libro autobiográfico para hacer un filme, un trabajo que lleva cuatro años de vida, no tiene ningún sentido escoger a un autor al que tiene manía. ¿No le parece? Una parte de esta película trata sobre el intento de asesinato civil de Varoufakis, algo que parece haber influido en su pregunta.
P. ¿Piensa que los líderes europeos eran conscientes de la magnitud del castigo que estaban imponiendo a los griegos?
R. Tanto Varoufakis en su libro como yo en mi película tratamos a Schäuble o a Draghi de manera absolutamente simpática. Hay un esfuerzo por ver también las cosas con empatía, aunque sus políticas sean incompetentes e inhumanas. Mucho me temo que la historia los tratará con mucha mayor dureza. La realidad es que sabían muy bien cuáles eran las consecuencias de sus actos. Cada crueldad era intencionada. Veían a Grecia como un laboratorio de austeridad extrema y trataron a su gente con la misma frialdad clínica con la que los investigadores tratan a las cobayas.
P. Ejerciendo de abogado del diablo, ¿por qué los alemanes tenían que pagar por el derroche de los griegos?
R. Primero, los europeos pagamos trillones por culpa de las apuestas fallidas de los banqueros, y seguimos pagando. Segundo, cuando la película sucede, en 2015, los griegos ya habían respondido por las locuras de sus regímenes previos. A esas alturas, los salarios y las pensiones habían descendido un 40 % y el producto interior bruto un 28 %. Era un momento de devastación absoluta en las escuelas, en los hospitales, etc. Por tanto, la cuestión no era si los griegos tenían que pagar, porque ya habían pagado un precio muy alto en ese año. La cuestión era, como decían Tsipras y Varoufakis, si era posible que a los griegos les dieran una oportunidad para volver a respirar, recuperar riqueza y pagar la deuda.
“El cine ha cambiado la sociedad porque nos ha permitido conocer otras culturas pero no creo que un filme pueda cambiar el Mundo”
P. En el filme vemos cómo Francia trata de hacer de policía bueno, pero finalmente sucumbe ante Alemania. ¿Cómo juzga su papel?
R. Francia está ansiosa por seguir siendo el copiloto de Europa con Alemania. Pero sus líderes saben que eso no es posible. Esa es la ambigüedad. Como le dijo el ex ministro de finanzas, Michel Sapin, a Varoufakis: Francia ya no es lo que era.
P. ¿Al final Angela Merkel engañó a Tsipras?
R. Mis sentimientos y pensamientos están reflejados en el filme. Lo que importa ahora es lo que piense el espectador después de ver mi película. Lo que está claro es que si la izquierda hace políticas de derechas está dando la razón a esa filosofía conservadora que asegura que no hay ninguna alternativa a la austeridad. Después de diez años de crisis, los griegos han acabado castigando a todos los gobiernos que aplican una austeridad inhumana. Este año han hecho lo mismo con la administración de Tsipras. Aunque el gobierno y el parlamento se han rendido y la gente fue traicionada, los griegos nunca se rinden. Han soportado miles de años de derrotas y ocupación.
P. Desde un punto de vista personal, ¿cómo ha sido la experiencia de volver a rodar en Grecia después de tantos años?
R. En parte, nos vimos obligados a rodar en Grecia porque los actores tienen unos salarios muy bajos y les resultaba muy caro viajar a otros países. Hay muy buenos técnicos y grandes intérpretes que ganan diez dólares por noche por actuar en teatros. Abandoné Grecia en 1955, pero siempre he regresado. La situación en la que se quedó después de la crisis fue la que provocó que quisiera hacer esta película. Hay mucha gente que vive con 400 euros al mes. Es una catástrofe.
Convulsiones geopolíticas
Cineasta político por excelencia, es fácil imaginar por qué Costa-Gavras se identifica con ese medio millón de jóvenes que se ha marchado del país. Él mismo tuvo que irse a estudiar a París a los 18 años ya que, como hijo de un líder del Partido Comunista, tenía prohibido vivir en Grecia. Un clima de represión que estalló de forma definitiva con el golpe de Estado de 1967, cuando él tenía 34 años y acababa de dirigir su segunda película francesa (Sobra un hombre), que dio lugar a la sangrienta dictadura “de los coroneles”.
Fue precisamente Z (1969), con Yves Montand y Trintignant, una alegoría sobre el régimen de ultraderecha griego, la película que le dio su primer Óscar y que convirtió a Costa-Gavras en el gran narrador de las convulsiones geopolíticas. El director denunció posteriormente las purgas estalinistas en La confesión (1970), con guion del español Jorge Semprún al igual que en Z, y las oscuras maniobras de la CIA en Estado de sitio (1972), asunto que volvería a tratar en el marco del golpe de Estado de Pinochet auspiciado por Estados Unidos en la célebre Missing (1982), por la que le dieron su segundo Óscar, con Jack Lemmon buscando a su hijo en plena represión del dictador chileno.
“Si la izquierda hace políticas de derechas está reconociendo a los conservadores que no hay una alternativa a la austeridad”
P. Una de las cosas más sorprendentes que vemos en Comportarse como adultos es la enorme diferencia entre lo que los líderes europeos dicen en privado y lo que después cuentan en las ruedas de prensa. ¿Es la política el reino de la hipocresía?
R. Esta es la cuestión más importante, por qué como ciudadanos europeos permitimos que nuestros líderes tengan dos caras y salgan impunes. Si seguimos permitiendo que lo hagan, Europa ahondará en su decadencia y la democracia se denigrará cada vez más.
P. ¿Cree que aún es posible una Europa justa y solidaria?
R. Por supuesto, pero ya es solo una posibilidad y no algo muy probable. Después del desastre de Barroso y Juncker como presidentes de la Comisión Europea veo una esperanza en Ursula von der Leyen. Primero, porque es una mujer y, además, porque tiene tiene un pasado interesante. Hay muchas personas que trabajan para la UE que están preparadas para que haya una verdadera reforma.
P. ¿Cree que las películas pueden hacer el mundo mejor?
R. El cine ha cambiado la sociedad porque nos ha permitido conocer a otras personas y otras culturas. Pero no creo que una sola película pueda cambiar el mundo. Lo que es seguro es que, como artistas, tenemos una responsabilidad con la sociedad.