Cineasta especializado en retratar lugares que permanecen fuera de la vista como en Edificio España (2014), donde veíamos el interior vacío del inmenso bloque madrileño, ahora en La ciudad oculta, Víctor Moreno nos invita a sumergirnos en las alcantarillas, tendidos eléctricos y compartimentos secretos del metro en una película que tiene la virtud de ofrecer una perspectiva realmente nueva y original de la metrópolis. Director que trabaja con parámetros conceptuales que le acercan al mundo artístico, en el filme vemos todo un trabajo sobre el punto de vista y la perspectiva sobre la propia realidad mediante la obertura de los planos. De esta manera, lo que en un plano corto rezuma belleza, en un plano general descubrimos que es un enorme estercolero. Hablamos con Moreno sobre esta película que reflexiona sobre los espacios que habitamos y la forma en que, como profetizó Foucault, esos espacios permiten lecturas utópicas o adivinar un futuro.
Pregunta. ¿Por qué le gustan tanto los lugares ocultos?
Respuesta. Me interesaba mucho traspasar ese umbral, investigar en los espacios que habito y por los que transito a partir de los lugares que no nos son accesibles. Pasamos de largo por determinados sitios y son esas grietas las que nos ofrecen una visión reveladora del lugar en el que vivimos.
P. ¿Cómo surge La ciudad oculta?
R. En esa inquietud comencé a investigar sobre Madrid. Al principio busqué en el pasado, había mucha documentación pero pronto vi que no era eso lo que quería. Me comienzo a interesar por el subsuelo de la ciudad y al leer a Foucault y su concepto de la heterotopia se me abre una puerta. Quiero reflexionar también sobre el mito de la técnica. Hay un marco más teórico que se concreta cuando comienzo a acceder a esos lugares ocultos tras un año en el que tuve que hablar con muchas instituciones. Me encuentro entonces con una ciudad casi tan extensa como la que vemos y me sumerjo en ella dejando de lado lo intelectual para guiarme por mis emociones
P. ¿De qué manera le inspira ese concepto de heterotopia de Foucault?
R. Foucault desarrolla ese concepto en el que la utopía adopta la forma de un lugar que se presta a múltiples variaciones que pueden ser también negativas. Esa “ciudad oculta” nos permite proyectar y adivinar e intuir un futuro cercano, es como un apocalipsis que ya existe. La filosofía me eleva, tiene ese lado de análisis pero al mismo tiempo es muy poética. También he leído bastante a Ortega y Gasset y me interesa mucho cuando escribe sobre la necesidad de construir espacios para estar en ellos.
P. ¿Hay un mundo animal en el subsuelo de Madrid del que lo desconocemos todo?
R. Estamos rodeados de organismos que están encerrados en el subsuelo en bóvedas de acero y hormigón. Es un mundo oculto y latente porque quizá en algún momento reclama su lugar y somos nosotros los que perdemos el espacio de preeminencia que gozamos.
P. ¿De qué manera lo mismo puede ser bello o hermoso en función del tamaño del plano?
R. La idea de plantear el filme como una experiencia audiovisual en la que renunciábamos a la trama para darle el protagonismo a la imagen y el sonido era fundamental. Trabajamos a partir de la oscuridad y cualquier elemento lumínico es una revelación entre los espacios. Surge la idea de un túnel hacia la luz que nos permite asomarnos a un abismo. Nuestras sensaciones se despiertan y con ellas el instinto animal. Trabajamos mucho la estética de los espacios. En lugares sucios y feos encontramos cierta belleza.