'Bienvenidos a Marwen': deconstrucción simbólica del miedo
Inspirada en la historia real de Mark Hogancamp, la nueva película de Zemeckis no solo trata del proceso de creación artístico sino de los miedos que nos impiden avanzar
1 marzo, 2019 01:00Robert Zemeckis (Chicago, 1952) es un cineasta de la estirpe de Ron Howard o Frank Capra. Un cineasta “all american” que hace propio el discurso fundacional de la democracia estadounidense, eso de “la buena gente” y la confianza en el buen corazón y el sentido común del ciudadano medio y decente. Su película más célebre, Forrest Gump (1994) es la quintaesencia de ese espíritu amable con un punto populista que exalta a héroes anónimos en los que se revelan las virtudes de la patria. Cineasta en la estela de Capra, y también de Spielberg, que marcó los 80 con la saga de Regreso al futuro, en los últimos años ha seguido triunfando en la taquilla (aunque sin los fastos de antaño) con películas como El vuelo (2012), un drama sobre la adicción a las drogas, o Aliados (2016), película de espías en la II Guerra Mundial con Brad Pitt y Marion Cotillard.
Bienvenidos a Marwen, su nuevo filme, es Zemeckis puro y tiene no pocos puntos de contacto con la célebre Forrest Gump. Inspirada en la historia real del artista Mark Hogancamp, que trabaja con muñecos articulados para realizar recreaciones de la II Guerra Mundial, es una película sobre un hombre (interpretado de forma brillante por Steve Carell) que no tiene una discapacidad intelectual como Forrest sino que, en su caso, podría hablarse de una discapacidad emocional. El motivo es una brutal paliza que casi lo mata después de confesar borracho en un bar a unos desconocidos su afición por los zapatos de tacón femeninos.
Traumatizado y asustado ante la vida, Hogancamp pasa el tiempo haciendo sus fotos, incapaz de regresar a su antiguo oficio de ilustrador, inventando excusas para no enfrentarse a los malhechores en los tribunales e incapaz de confesar su amor por su vecina de enfrente (Lesli Mann). Para ello, Zemeckis juega con dos planos. Por una parte, las vivencias “reales” del fotógrafo y por la otra las recreaciones simbólicas de esa misma realidad, que plasma en sus elaboradas historias y coreografías ambientadas en la II Guerra Mundial. El director es un apasionado de la mezcla entre animación y realidad y, de hecho, nadie lo ha hecho mejor que él desde aquella memorable ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988).
Por una parte, Zemeckis nos quiere hablar de la forma en que todo artista habla en su obra de él mismo aunque sea, como Hogancamp, trasladando sus miedos y sus anhelos a un pueblo de Bélgica. Decía Chuck Palahniuk que “todo trata sobre uno mismo” y en esta película existe una clara identificación entre la mirada del fotógrafo traumatizado y el director. Por la otra, Bienvenidos a Marwan trata no solo del proceso de creación artístico sino de algo más universal, los miedos que nos atenazan y nos impiden avanzar. Así, ese mundo de fantasía inventado por el artista se convierte en una desconstrucción simbólica de una forma de mirar la realidad que es producto de sus temores.
Película de superación rodada con sensibilidad, en Bienvenidos a Marwen Zemeckis arriesga y a veces no logra encontrar el tono entre un cierto espíritu naïf e incluso infantil y la película “seria” que también es. A veces desconcertante, detrás de una película con una apuesta plástica no siempre lograda pero siempre sorprendente nos encontramos ante una historia más profunda e importante de lo que su ligereza formal aparenta.