Kantemir Balagov
Pocas veces el Festival de Cannes estrena una película de un cineasta de apenas 25 años. E incluso en menos ocasiones llegan hasta el magno certamen francés filmes provenientes del Cáucaso, una convulsa zona de Rusia que tiene como epicentro la tristemente célebre Grozni, capital de Chechenia, región separatista habitada por musulmanes que llevan décadas siendo severamente reprimidos por Moscú. En ese rincón oscuro y violento del mundo que lo vio nacer sitúa Kantemir Balagov (Nálchik, Rusia, 1991) su primer filme, de forma más concreta, en la comunidad judía, aún numerosa en ese año 1998 en el que está situada la película, dos años después del final de la cruel guerra chechena que Putin zanjó a sangre y fuego. Cuenta Demasiado cerca la desintegración de una familia cuando, a las puertas de su boda, el hijo varón es secuestrado junto a su prometidaPara pagar el rescate, la familia debe vender el garaje familiar y su hermana renunciar a sus sueños en una comunidad minúscula como turbia en la que tampoco queda muy claro quién está en cada bando. Con pulso firme a pesar de su juventud, el director logra tanto un vibrante retrato de una región convulsa como un sólido drama familiar sobre la supervivencia> plagado de intensas interpretaciones.Pregunta.- En un momento de la película, la protagonista se pregunta por qué en Rusia siempre hay guerras. ¿Tiene alguna respuesta?
Respuesta.- El filme está ambientado en la ciudad en la que crecí y tengo el recuerdo de que era un lugar bastante oscuro. Esa frase dice una gran verdad pero no tengo la respuesta. Durante mi infancia, el tipo de secuestros como el que vemos en la película eran bastante comunes pero no tenían nada que ver con conflictos políticos o prejuicios raciales, simplemente eran una manera de ganar dinero.
P.- ¿El hecho de que los protagonistas sean judíos empeoraba las cosas?
R.- No los secuestran por ser judíos ni nada por el estilo. Cuando los judíos se fueron del Cáucaso continuaron los secuestros. En Rusia hay un antisemitismo más sutil, no es algo que se manifieste en la calle. Lo que sí hay un nacionalismo atroz. Eso de "mi pueblo es el mejor" que hace mucho daño. En Demasiado cerca reflejamos un ambiente muy concreto y cerrado, de familias muy conservadoras que se vigilan las unas a las otras. Ahora mismo la mayoría de esos judíos han emigrado a Estados Unidos o a Israel.
P.- ¿Hay espacio para la bondad en un entorno tan difícil?
R.- Creo que el tema de la película es cómo podemos crear un espacio en nuestra alma para querer a alguien. El amor no es algo que viene dado, debemos pelear por él, y la lucha empieza por uno mismo, por encontrar ese lugar. Al mismo tiempo, ese lugar se vuelve real, físico, en un lugar como el Cáucaso en el que conviven muchos pueblos y deben hacer un esfuerzo por convivir, lo cual no es fácil.
P.- ¿Se convierte la protagonista en un símbolo de una liberación frustrada?
R.- Lo que quiero mostrar es a unas familias demasiado rígidas y conservadoras que no dan opciones a sus hijos. Ese mundo es como una prisión. Yo con la protagonista quería ofrecer una esperanza con el cambio de generación, nos atascamos mucho en el pasado pero queremos vivir el presente. Y de ese querer vivir el presente es donde puede surgir algo nuevo.
P.- ¿Quería reflejar el terror generado por la guerra chechena?
R.- Toda la región padeció las secuelas de esa guerra. Recuerdo que durante mi infancia la gente tenía mucho miedo, hubo mucho sufrimiento en todos lados. Ese estado de miedo y terror se traslada a la sociedad, acaba por afectar a todo.
@juansarda