"Me fui a San Francisco porque llevaba meses sin poder trabajar, me paralizó la condición de que escribir era un acto irrelevante", explica Joan Didion al son de On the road again de Canned Heat en el inicio de El centro cederá, el documental disponible en la plataforma online de Netflix, dirigido y producido por su propio sobrino Griffin Dunne. "Por primera vez -continúa-, me enfrentaba directa y rotundamente a la atomización, a la prueba de que todo se desmorona".

Periodista, escritora y guionista, sus palabras se funden con su aspecto actual. En pantalla, sus intervenciones son pausadas y personales. Reflexivas. Enferma de esclerosis múltiple, con 83 años, continúa pareciéndose, en esencia, a sí misma. La misma excéntrica persona que desayunaba Coca-Cola con almendras todas las mañanas. Es, de hecho, Joan Didion. Tal vez por eso, inmediatamente después, Dunne le pregunta, parada obligada, por las serpientes. Todo el que haya leído algo de la estadounidense conoce bien su obsesión por estos reptiles. "La teoría dice que si la serpiente está en tu campo visual no te va a morder -reflexiona ahora en el documental-. Eso se asemeja bastante a cómo me enfrento yo al dolor. Yo quiero saber dónde está".

El dolor, por supuesto, se encuentra en sus dos ensayos sobre el duelo y la pérdida. El año del pensamiento mágico (Random House, 2015), en el que la autora descompone, analiza y narra la muerte repentina de su marido, el también escritor John Gregory Dunne. Y Noches azules (Mondadori, 2011), donde Didion se confiesa y se busca, tras el posterior fallecimiento, apenas año y medio después, de su hija adoptiva, Quintana.

La escritora junto a su marido John Gregory Dunne y su hija Quintana

"Las estaciones en el sur de California sugieren violencia -escribe en él-, pero no necesariamente la muerte. Las estaciones en Nueva York -la implacable caída de las hojas, el oscurecimiento gradual de los días, las mismas noches azules- solo sugieren la muerte. Hubo un tiempo para que yo tuviera una hija. Y ese tiempo pasó. Y todavía no he encontrado el tiempo en que no la oigo canturrearle al magnetofón".

Marcada por estas dos grandes tragedias personales, esa atomización, ese instante del que hablaba al inicio del documental, en que todo se desmorona, varias veces, Didion, que nació en Sacramento en 1934, confiesa en "Apuntes de una nativa" que ya desde su infancia tuvo la inquietante convicción, casi premonición, de que hacía mucho que sus mejores tiempos habían quedado atrás. "Sacramento es California -relataba al respecto-, y California es un lugar donde la mentalidad del pelotazo y la sensación de pérdida chejoviana se reúnen formando una suspensión inestable; una suspensión donde la mente se ve inquietada por la sospecha soterrada pero imposible de erradicar de que mejor será que aquí sí funcionen las cosas, porque aquí, bajo ese cielo inmenso y descolorido, es donde se nos acaba el continente".

"Apuntes de una nativa" es, de hecho, uno de los artículos y ensayos, traducidos por primera vez al castellano, que componen el volumen de Los que sueñan el sueño dorado (Mondadori, 2012). Una recopilación donde se encuentran los textos que, en parte, dan voz a El centro cederá. En pantalla, Dunne empasta muy bien sus palabras, la música y la fotografía, con el testimonio directo y personal de la propia Didion. Un recorrido por sus grandes fiestas donde no faltan los nombres propios de Janis Joplin o de un Harrison Ford carpintero de profesión, anterior a la estrella de Hollywood. Conocedora del mundo del séptimo arte de primera mano, que reflejó en su novela de ficción, Según venga el juego (Random House, 2017), sus escritos son también un repaso geográfico por Estados Unidos -desde San Francisco a Nueva York, California o Hollywood-, la década de los años 60 y algunos de sus más impactantes sucesos.

Desde que en 1961 escribiera su primer ensayo sobre el amor propio para Vogue, es en esta icónica publicación donde se enmarcan algunos de sus principales artículos, como "El álbum blanco", "Arrastrarse hacia Belén" o "Viajes sentimentales". Todos ellos escritos con un estilo muy personal y muy narrativo, que el dramaturgo y guionista David Hare describe en el documental como "flexible y versátil", y caracterizados por desarrollar en ellos "una trama como en la ficción". Como si su escritura fuera, al contrario de lo que opina su propio criterio, un acto completamente relevante.

"Se me ocurrió que constituía todo un enigma -narró en 1983 sobre la guerra en El Salvador-, el por qué un hombre y una mujer habían elegido un sitio famoso por ser una fosa común para hacer prácticas de conducción. Fue una de las diversas ocasiones, durante las dos semanas que mi marido y yo pasamos en El Salvador, en que llegué a entender, de una manera en que no lo había entendido antes, el mecanismo exacto del terror".

Sin embargo, Didion, que llegó a entrevistar a Linda Kasabian, integrante de la secta "La Familia" fundada por Charles Manson, ya había retratado antes el horror en su reportaje sobre Haight-Ashbury y la cultura hippie de California:

"La niña de cinco años se llama Susan y me cuenta que va a la guardería para mayores -describió en 1967-. Vive con su madre y con otra gente, acaba de pasar el sarampión, quiere una bicicleta para Navidad y le gustan sobre todo la Coca-cola, el helado, Marty de los Jefferson Airplane, Bob de los Grateful Dead y la playa. Recuerda que fue a la playa una vez hace mucho tiempo y dice que ojalá se hubiera llevado un cubo. Ahora ya hace un año que su madre le da ácido y peyote. Susan lo describe como 'colocarse'".

"¿Cómo fue ese momento?", le pregunta su sobrino en El centro cederá. Didion, que diseccionó su propia vida en dos ensayos para encontrar dónde estaba el dolor, lo piensa un momento. "Era buen material. Si estás trabajando en un artículo, das tu vida por momentos así. Para bien o para mal".

@mailouti