Gonzalo Suárez. Foto: José Ayma
Gonzalo Suárez recibe la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes por una obra insólita y muy personal que se despliega y entrecruza en su doble vertiente de escritor y cineasta.
Dolido con Vicente Aranda por no dejarle codirigir el guion que habían creado para Fata Morgana, en 1966 se inició en la dirección por su cuenta con dos cortometrajes y dos años después dirigió su primer largo, Ditirambo, producido precisamente por el presidente del Inter de Milán de la época, Angelo Moratti. Después escribiría y dirigiría más de 20 películas, muchas de ellas premiadas en festivales nacionales e internacionales. Hoy, a los 83 años, recibe la Medalla de Oro del Círculo de Bellas de Artes. "Yo estoy trabajando siempre porque escribir es algo que se puede y se debe hacer diariamente, aunque ahora estoy algo retrasado con el libro que llevo entre manos", explica. Sin embargo, en el preciso instante en el que coge el teléfono para atendernos, interrumpe su labor en un filme de animación del que prefiere no adelantar demasiado. "Ya tenemos toda la banda sonora con las voces de los actores incluidas y ahora estamos con los dibujos de Pablo Auladell, último Premio Nacional de Cómic. Ahora estoy liado con el ordenador y a veces es una tarea exasperante, pero creo que está quedando muy bien. Es un proyecto en el que no quiero ceñirme a ninguna norma y que estoy realizando desde la libertad absoluta". Nada cambia para Gonzalo Suárez.
Pregunta.- ¿Qué significa para usted que le entreguen la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes?
Respuesta.- Hay poco que comentar. Me parece muy bien, la pena es que no me la entreguen cada año. Me gusta mucho estar entre los elegidos, sobre todo por los precedentes y en concreto más por los literarios que por los cinematográficos. El cine ha encubierto bastante mi faceta de escritor. La literatura ha quedado muchas veces en segundo plano y en esta ocasión la medalla me hace especial ilusión porque ya la han recibido importantes escritores internacionales.
P.- ¿Qué importancia le concede a los premios?
R.- En este momento me resultan sospechosos porque empiezo a acumular esos premios que yo irónicamente llamaba póstumos. Ahora no me hace mucha gracia utilizar esa palabra. Digamos que son un anticipo, unas migajas de posteridad, pero me gustaría recibir también, y no soy cínico cuando lo digo, premios dotados económicamente. Sería muy estimulante, sobre todo si la dotación permitiría rodar películas. Estirar las piernas es mejor que estar sentado escribiendo.
P.- ¿Le hace reflexionar un premio como éste sobre su trayectoria?
R.- No me ha dado tiempo a reflexionar y realmente prefiero no hacerlo y seguir tirando hacia adelante. Contrariamente a lo que dicen algunos no he aprendido nada con la edad, pero sí sé que hay que tener siempre un proyecto en marcha. Hay que intentar que los recuerdos no te alcancen, es muy peligroso ponerse a reflexionar sobre lo hecho y sobre lo que deberías haber hecho en realidad. No hay que pensar en el pasado.
P.- Aun así, de toda su trayectoria, ¿hay algo de lo que se sienta particularmente orgulloso?
R.- Cada paso fue necesario para dar el siguiente. Evidentemente ha habido éxitos que de alguna manera te congratulan más, pero creo que si retiras un paso no hubieras dado el siguiente. Prefiero no pensar en arrepentirme. De lo que sí me siento orgulloso y contento es de encontrarme en forma, aunque me molesta un poco no poder rematar a gol en un campo de futbol. Ahora realmente me sería difícil saltar para disputar un balón.
P.- En sus orígenes llegó a estar vinculado al mundo del fútbol por medio de Helenio Herrera, que era el compañero de su madre.
R.- Sí, lo fue durante dos años. Por cierto, ahora le ponen su nombre a una plaza en Milán al lado de San Siro. El día 9 precisamente.
P.- ¿Le sirvió de alguna manera aquella experiencia para escribir o dirigir?
R.- Escribir es lo que he hecho durante toda mi vida, desde que era un niño. Se lo debo a mi padre, que fue mi primer profesor. Por cuestiones de la guerra y la posguerra no fui a la escuela hasta los 10 años y me nutría de los libros de la biblioteca de mi padre, que era catedrático de Francés. La literatura ha sido el germen y la base de todo lo que ha venido después. El fútbol de algo me sirvió porque aquella era la época del catenaccio y yo trataba de encontrar espacios y eso es algo que se puede aplicar a la vida… Pero, en fin, no vamos a filosofar. Fue una etapa simpática que promovió mi entrada en el periodismo deportivo. Luego ya no fue solo deportivo y comencé a hacer entrevistas a personajes como Buñuel, Dalí, el exdictador Batista o a algunos de los que volvían del exilio como Casano o Bergamín. Fue una experiencia muy interesante porque era un periodismo de acción, de moverse, y no el periodismo de opinión que luego más o menos ejercí. Me interesa todo lo que implica una acción.
P.- En sus primeros libros decidió romper con el naturalismo en boga. ¿Qué es lo que trataba de encontrar?
R.- Yo buscaba mi estilo y en el camino me alejaba del estilo decimonónico más retorico y luego del realismo imperante. Esa etiqueta me la puso Mas Aub, que me descubrió de cara al boom del realismo mágico. Incluso vinieron a verme García Márquez y Cortázar. Luego es curioso que el cine me escindió y, en vez de sumar, las cosas que vas haciendo más bien te dividen y determinas facetas se olvidan. Por eso decía antes que de este premio me gusta el aspecto de reivindicación de mi obra literaria.
P.- Usted vivió 16 años en Barcelona y fue una etapa muy importante en su vida. ¿Cómo ha vivido todo lo que ha ocurrido estos días?
R.- Con tristeza y con una sensación muy desagradable. Evidentemente no soy independentista ni nacionalista en ningún aspecto de mi vida. Ni de un lado ni del otro. Me gustaría definirme como ciudadano del mundo y en definitiva lo más importante para mi es que no haya guerra. Nací con la revolución minera de Asturias y después he pasado toda la Guerra Civil, que es la más incivil de las guerras, y la posguerra, que fue una etapa espantosa. Todo lo que suena a confrontación civil me da náuseas y en este sentido creo que se han dado pasos irreparables. Se han exacerbado los ánimos y las confrontaciones entre ciudadanos, no solo entre Cataluña y el resto de España sino entre los propios catalanes y eso es difícil de arreglar. Sería estupendo que estas elecciones pusieran las cosas en su sitio, pero me temo que perdurará el resentimiento. Pero el independentismo me parece horrible, no estoy para nada por esa labor.
P.- Su obra cinematográfica está muy vinculada a Asturias donde ha rodado buena parte de su filmografía. ¿Qué le debe a ese paisaje?
R.- Para mí ha existido una ciudad predominante, necesaria y vital, que ha sido Barcelona, y después un paisaje y una tierra a la que le debo mucho, que es Asturias. Le debo mucho como reencuentro con la naturaleza a través del estilo y viceversa, como reencuentro del estilo a través de la naturaleza.
P.- En alguna ocasión ha dicho que le da pereza el pasado y que espera seguir asomándose al futuro. ¿Qué vislumbra desde el umbral del presente?
R.- No sé lo que es el presente. El pasado sí que entiendo que son los recuerdos. El presente, y por tanto el futuro, decimos que va muy rápido, pero es más como una especie de flash continuo, que no se puede medir y que no se puede detener. No tengo ni idea de que es el futuro, pero quiero ocuparlo haciendo cosas.
P.- ¿Le interesa el cine que se hace hoy en día?
R.- No veo mucho cine, ahora me he pasado a las series, lo cual denota una cierta comodidad. Ir al cine es un riesgo porque no hay garantías de que la butaca vaya a ser cómoda o que la cabeza de delante no te tape los subtítulos. Esto propicia que me quede en casa. Hay muy buenas series y además ponen en evidencia por fin la importancia del guionista, que siempre ha sido dejado de lado. Primero las estrellas fueron los actores y luego los directores y ahora creo que son los argumentos y las temáticas lo que de verdad interesa. Incluso a los críticos, que casi siempre se refieren a aspectos literarios más que técnicos en sus reseñas.
@JavierYusteTosi