Image: Sentimentalidad y subversión en Captain Fantastic

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Cine

Sentimentalidad y subversión en Captain Fantastic

23 septiembre, 2016 02:00

Una imagen de Captain Fantastic

La película de Matt Ross, con un totémico Viggo Mortensen, es un poderoso artefacto sentimental que logra aunar dos dimensiones aparentemente contradictorias: la película familiar y el filme subversivo.

Precedida de su éxito en el último Festival de Cannes, donde ganó el premio al mejor director en la sección Un Certain Regard, la segunda película del actor Matt Ross es un poderoso artefacto sentimental en el que el director logra aunar dos dimensiones aparentemente contradictorias como la película familiar y el filme subversivo con espléndidos resultados. Captain Fantastic, protagonizada de forma totémica por Viggo Mortensen, es una película para llorar, y se llora, gracias a una impecable construcción de personajes y a la ternura y calidez que transmiten sus fotogramas. Es cine sentimental bien hecho y aunque es fácil deslegitimarla por su condición de película americana indie que sigue casi al pie de la letra las reglas del subgénero, hay verdad y hay belleza en ella.

Cuenta la historia de una familia formada por un matrimonio y sus seis hijos que viven en plena naturaleza como forma de protesta política contra el mundo. Hay en su actitud una declaración de principios, se definen como marxistas y están en contra del capitalismo y el consumismo imperante. Es un mundo idílico en el que los niños siguen una rigurosa educación que incluye la lectura de todos los clásicos a temprana edad y ejercicios de gimnasia. Son niños fuertes, sanos y cultos que no tienen ni idea de cómo es el mundo real. Aunque claro, ya lo sabemos, el paraíso suele ser la puerta del infierno. De repente, la desaparición de la madre, una mujer dichosa pero inestable, lo trastorna todo. Su suicidio, aún más.

Entre El lago azul, sin sexo, y El señor de las moscas, el refugio de esta atípica familia en la que los niños citan a los grandes autores (excelente el benjamín, George MacKay, en su papel de joven solemne a punto de estallar) nos recuerda a aquel "bosque" en el que los protagonistas urdidos por Shyamalan pretendían construir una Arcadia de conocimiento y belleza alejada del "feo" mundo aunque como vimos en otras películas como La playa (2000) es imposible permanecer mucho tiempo "no contaminado" de ese feo mundo. Todo escondite tiende a ser descubierto, al final el choque es inevitable. Y en ese choque es donde Matt Ross consigue lo mejor de su película sin caer en la victimización de ese padre atípico que ha negado a sus hijos una vida normal ni tampoco en su exaltación para ofrecer una solución medida y razonable al eterno conflicto entre la "corrupta" civilización y la "pureza" del estado natural del ser humano.

Son lógicas las comparaciones entre este filme y aquella deliciosa Pequeña Miss Sunshine (2006) que saltó del circuito indie al éxito masivo. Comparten tono, entre la comedia y el drama, y entre la ternura, un cierto sarcasmo y el retrato social "políticamente incorrecto" de una sociedad americana pulcra por fuera y no tanto por dentro. Lo cual no es malo porque ambas son dos excelentes películas. Captain Fantastic es divertida de ver y es una película emocionante.