Will Smith (tercero por la izda) y Jared Leto (derecha) son dos de las estrellas de este Escuadrón suicida
¿Estamos asistiendo a la decadencia final de las películas de superhéroes? ¿Ha terminado Hollywood sin saber qué hacer con su propia plaga? Nolan triunfó convirtiendo Batman en una especie de tragedia griega; Robert Downey Jr., haciendo de Iron Man el tío más enrollado del mundo; y la saga de X-Men, apabullándonos con efectos especiales. Ahora se trata de reunir a los "malos" de DC Comics para crear una atractiva galería de supervillanos. El problema es que al director David Ayer, que vivió mejores días con Training Day en los 90, se le ha olvidado construir una trama medianamente interesante que sustente lo que se convierte en un mero freakshow con mucha pirotecnia y fantásticos trajes para sus rutilantes protagonistas.Jared Leto como el Joker, Margot Robbie cómo su psicópata amante, Will Smith recuperado para el cine como asesino a sueldo -devoto, eso sí, de su hija de cinco años- o Viola Davis como jefa forman esta pandilla de psicópatas con superpoderes reclutados por el Gobierno para luchar contra unos malos que no se sabe muy bien qué quieren ni quiénes son, ni importa. Recurre Ayer para empezar su película a una rutinaria voz en off , lo cual revela la poca imaginación con la que está construido el resto. Ni siquiera Kanye West o Eminem, con su atronadora banda sonora, logran que esta especie de "no película" remonte el vuelo. Y digo "no película" porque en medio del galimatías uno nunca tiene muy claro de qué va, o incluso qué demonios pasa.
Se enfrenta Ayer a una dificultad de la que jamás logra sobreponerse. Por una parte, la gracia del asunto es que los protagonistas son los malos. Por la otra, es una película que cuesta 180 millones de dólares que no puede glorificar a una pandilla de sádicos y asesinos en serie. Es una paradoja que Ayer no logra solucionar. Al final, ni son muy malos ni son muy buenos y ese debate que sugiere de forma intermitente en las charlas entre el soldado y el francotirador sobre la fina línea que separa a los polis de los criminales se queda en la mera superficie para acabar con que los malos, definitivamente, se vuelven buenos o era al revés. Es un lío de película que ganará mucho dinero.
@juansarda