Image: El magisterio artístico de Sokurov

Image: El magisterio artístico de Sokurov

Cine

El magisterio artístico de Sokurov

14 septiembre, 2015 02:00

Francofonia de Alexander Sokurov

Con Francofonia, el maestro ruso porta la llama del cine mayúsculo explorando las relaciones entre el arte y el poder a lo largo de la Historia, mientras que en Anomalisa Charlie Kaufman vuelca en stop-motion su angustia existencial y romántica. Ambas películas llegan al Festival de Toronto tras su paso por Venecia.

Dos grandes películas llegan a Toronto tras sus pases en Venecia: Francofonia, del maestro ruso Alexander Sokurov, y Anomalisa, del norteamericano Charlie Kaufman. El ruso entrega una personalísima y fascinante reflexión sobre el arte, la cultura y el poder en la forma de un docudrama visualmente hipnótico y narrativamente revelador. Sokurov plantea un recorrido por el papel de Francia, y en concreto del Museo del Louvre, como guardián de la cultura y las manifestaciones artísticas del ser humano a lo largo de los siglos. A partir de la recreación del encuentro entre el jefe militar nazi durante la ocupación y el entonces director del museo Jacques Jaujard -sendos retratos de una profundidad y originalidad difícilmente trasladable en palabras-, el propio Sokurov se inscribe en la película para mantener un diálogo con toda una serie de imágenes de archivo y lienzos que cuelgan en las paredes del Louvre, donde los fantasmas de Napoleón y de la República -en la forma de la mujer portando la bandera en la pintura de Delacroix- recorren sus espacios.

"Todo lo que existe está entre esos muros", dice en voice-over Sokurov, quien traslada al formato documental la singular estética de sus ficciones, esos filtros oscuros y lentes anamórficas que estiran las figuras humanas para convertir los planos en auténticos grecos. La visión cinemática del ruso no pierde un grado de su condición escultural, de modo que Francofonia propone una experiencia casi tan hipnótica como la de El arca rusa, esa admirable exploración de la historia de su país que filmó en un único plano secuencia en los espacios del Hermitage moscovita. El ensayo histórico que vuelca sobre la pantalla no renuncia al juego lúdico y hasta humorístico con las formas del cine -casi godardiano, especialmente una parte sobre un buque de mercancías que traslada obras del Louvre y que es tragado por el océano-, ni tampoco a la emoción lírica, conformando un poema cinematográfico realmente único en su especie, un dispositivo cuyo soporte (que pone al descubierto) es tan crucial como el contenido. Francofonia es una experiencia memorable y humanista procedente de uno de los grandes maestros del cine contemporáneo, que no solo viene a enriquecer al espectador sino al arte del cine.

Anomalía ‘kaufkiana'

Anomalisa de Chalie Kaufman

Anomalisa, de Charlie Kaufman y Duke Johnson, llega aupada por el Gran Premio del Jurado en Venecia. Representa el regreso a la dirección, siete años después, del autor de Sinécdoque, Nueva York, creador asimismo de los sensacionales guiones de Being John Malkovich, Olvídate de mí y Adaptation. La angustia existencial y los personajes hastiados con la vida, extraviados en busca de no se sabe qué, siguen poblando su universo, que en este caso toma la forma de la animación en tecnología stop-motion, mediante una estética realmente única creada a partir de rostros articulados como máscaras y figuras en las que el hiperrealismo y la deformidad física encuentran un espacio común. El ruido de voces masculinas sobre negro abre este particular Lost in Translation de Kaufman, estableciendo el punto de vista de un relato con suspensiones oníricas y capítulos sexuales realmente extravagantes contado desde la mente de su protagonista, un conferenciante que vive una aventura adúltera en un hotel de Cincinnati y para quien todas las voces, sean masculinas o femeninas, suenan idénticas en su mente.

Cuando conoce a Lisa y escucha su voz de mujer, Michael Stone entiende que ella es la única persona en el mundo capaz de despertarle un verdadero interés, la anomalía que buscaba en su vida. El humor no desaparece un instante, se disuelve con naturalidad en la crónica kafkiana de una historia romántica con fondo trágico y pesadillesco, así como en el característico vuelo nostálgico del cine de Kaufman, cuyas películas parecen todas envueltas en un halo de pérdida y ensoñación. Sin embargo, y a pesar de que sea una animación, es el filme más realista y contenido del director. La comedia de altura a costa de Cindy Lauper y su tema Girls Just Wanna Have Fun quedará en este cronista como uno de los puntos álgidos del festival.

Con apenas un par de trazos, el corte a una mirada o una frase bien escrita, pocos como Kaufman necesitan tan pocos elementos para evocar una personalidad. Su comprensión del tiempo narrativo -la llegada al hotel del protagonista, narrada prácticamente en tiempo real, es una muestra prodigiosa- y su capacidad para bucear en el absurdo a partir de situaciones aparentemente rutinarias encuentra su convincente expresión formal en la cualidad estética del filme, ciertamente intrigante y cautivadora.

@carlosreviriego