Emilia Clarke sustituye a Linda Hamilton como Sarah Connor
Terminator: Génesis, remake más o menos confeso de la primera entrega de la saga, ofrece más de lo mismo para espanto de los puristas y gozo del público.
Referente del posludismo, Terminator trata sobre el miedo atávico del hombre a las máquinas y el pánico a que acaben dominando el mundo. Han pasado más de 30 años desde entonces y Terminator ha tenido cuatro secuelas. La segunda parte, Terminator: El día del juicio final, dirigida también por Cameron, marcó un punto y aparte en el campo de los efectos especiales con esas transformaciones de los robots que acabarían siendo pasto de uso y abuso por el cine y la publicidad posteriores. Cameron se apartó de la saga pero la industria de Los Angeles no ha dejado de aprovechar una y otra vez la condición del robot letal como icono de la cultura popular con resultados discutibles. Terminator 3: la rebelión de las máquinas fue un enorme éxito de taquilla y la penúltima, Terminator Salvation, ya sin Schwarzenegger, entregado a sus labores como gobernador de California o "Gobernator", también funcionó muy bien a pesar de los varapalos de la crítica demostrando que al público le sigue gustando esta historia aunque todas las películas no dejen de ser una nueva vuelta de tuerca, cada vez más retorcida, a la historia original.
Y en estas llegamos a Terminator: Génesis, masacrada literalmente por la crítica de todo el mundo, pero de nuevo triunfante en las taquillas. Con Schwarzenegger fuera de la política y de nuevo como héroe de acción, irónicamente en la película ahora es conocido como "El abuelo" aportando un grado de incredulidad al asunto ya que se supone que las máquinas, como los Simpson, no envejecen, la película ofrece más de lo mismo para espanto de los puristas y gozo del público. Remake más o menos confeso de la primera parte, a estas altura a nadie le importa un bledo el galimatías de una serie en la que unos capítulos y otros se contradicen en un bucle espacio-temporal que ya no comprenden ni los propios guionistas.
Sigue habiendo una Sarah Connor (interpretada por Emilia Clarke) y un John Connor (Jason Clarke) y la acción se desarrolla de nuevo en 1984 cuando el hijo manda a un Terminator para proteger a su madre del Terminator que han mandado a su vez las máquinas para matarla e impedir su nacimiento. A partir de aquí, no existe ser humano en la tierra que haya comprendido el argumento de una película con constantes saltos en el tiempo, realidades paralelas y escenas que rizan el rizo como esa en la que Schwarzenegger lucha... ¡contra sí mismo! Planteada como una secuela en dos partes (ya está en marcha la siguiente) los guionistas dicen que el lío se solucionará con la siguiente. Quizá no importa mucho. Terminator es lo que es, efectos especiales descomunales, robots asesinos capaces de transformarse en un abrir y cerrar de ojos y esos escenarios apocalípticos a los que el cine moderno parece abonado.