Bertrand Bonello
Después de un biopic sobre el modisto Yves Saint Laurent absolutamente convencional dirigido por Jalil Lespert, Bertrand Bonello (Niza, 1968) ofrece en Saint Laurent una mirada mucho más personal e inspiradora sobre un hombre que revolucionó el mundo de la moda y quiso influir en nuestras costumbres con sus arriesgados y modernos diseños. El filme se ha presentado estos días en el Festival Cinema d'Autor de Barcelona, donde el director francés es objeto de un homenaje y se proyecta una retrospectiva de su filmografía. En esta película, Bonello nos brinda una aproximación absolutamente personal a una figura fundamental del siglo XXI. Fue Saint Laurent un hombre que definió durante mucho tiempo la palabra estilo, pero también un creador atormentado, aficionado a la vida nocturna y contradictorio que sacaba lo mejor de sí mismo en su obsesiva búsqueda de la perfección. Refleja el filme el principio de nuestra era dominada por las marcas y el poder de la industria del lujo con una mirada que no evita la crítica.- ¿Cómo llega a esta película? ¿Estaba interesado antes en la figura de Saint Laurent?
- Fueron los productores quienes me ofrecieron este proyecto porque después de ver L'Apollonide pensaron que podía hacerlo bien. No había un guión ni un libro en concreto para comenzar así que estaba todo por hacer. La verdad es que no conocía demasiado al diseñador, había seguido con un cierto interés la historia de su colección de arte pero no sabía mucho sobre su vida y su trabajo. Me dieron libertad para hacer una película todo lo personal que quisiera y pensé que tenía una existencia muy novelesca y que visualmente era una excelente oportunidad. No quiero retratar la realidad, es mi visión de un personaje que desde luego tuvo una gran vida, alguien que a los 30 años ya era una estrella mundial.
- Le presta mucha atención a su actividad como diseñador, ¿quería mostrar el proceso creativo?
- Me interesa lo que está detrás de la fanfarria de la moda, el trabajo real y diario de las modistas y los patronistas. A la gente del sector la película le ha gustado precisamente porque enseña esa parte más artesanal que casi nunca vemos. El trabajo de alta costura es muy preciso, muy laborioso, y me gustaba mucho mostrarlo.
- ¿Cree que la moda es una forma de arte?
- No, pero en algunos casos surgen verdaderos artistas, Yves Saint Laurent fue uno de ellos. En realidad, ha habido muy muy pocos y de él me gusta que representa el fin de una época, es el último de una estirpe en la que la moda era mucho más artesanal y no se había convertido en una inmensa plataforma de marketing. En cualquier caso, no creo que la moda pueda alcanzar la profundidad del cine o la literatura. Ahora se montan grandes exposiciones de moda pero me temo que es una cosa que tiene más que ver con lo comercial que con lo artístico.
Gaspard Ulliel interpreta a Yves Sant Laurent en la película de Bonello
- El cine también tiene una parte industrial pero hay una diferencia fundamental, la moda va a destajo. Hay colecciones de primavera y de invierno y hay que hacerlas. En cine te puedes permitir el lujo de hacer un parón y estar un año sin rodar preparando el próximo proyecto. Eso también es lo que lo hace muy estresante y un mundo hasta cierto punto de locos.
- No solo vemos al Saint Laurent estajanovista, también al hombre aficionado a las discotecas y las fiestas.
- Yo lo veo un poco como Saint Laurent de día y de noche. La pregunta es cómo se convierte Saint Laurent en Saint Laurent y cómo acercarnos a él. Fueron esos años anteriores al Sida en los que había una libertad sexual difícil de entender hoy en día. Era un hombre que soñaba con ser conocido, con esa vida de lujos, y luego sufre porque tiene la impresión de que se ha convertido en un monigote. Fue un hombre extremadamente temperamental, con súbitos cambios de humor. A veces ese contraste entre noche y día significa también su estado eufórico y su estado depresivo. Hay una contradicción constante en él, tenemos al hombre que admira a Proust y al que hace bandera de la frivolidad. Es algo que tiene mucho que ver con la propia moda y lo hace un personaje muy rico y complejo.
- Vemos el peso del mundo de la moda en París y cómo define la imagen que proyecta Francia al mundo. ¿Sigue siendo tan importante?
- Desde luego que sí, para los extranjeros que llegan a París esa imagen del chic francés sigue teniendo una gran importancia en la fantasía que se construye de la ciudad. El éxito internacional de nuestra moda forma parte indisoluble de la propia identidad francesa. El cine tiene la capacidad de generar fantasías pero su principal misión es buscar la verdad de las cosas, la moda no, la moda es pura fantasía, es un sueño. Y ese sueño tiene un gran poder de atracción sobre la gente.
- Aparece la figura fundamental de su pareja y socio de toda la vida, Pierre Bergé, el hombre que entendió muy pronto que el máximo valor acabaría estando en la marca de Saint Laurent.
- Mis escenas favoritas son aquellas en las que Bergé debate con los inversores, fueron las que más tiempo me llevó preparar porque reflejan de una forma muy clara esa profunda transformación que se produjo en el mundo de la moda desde los 60 hasta los 90 y que ha acabado teniendo una gran influencia en nuestra sociedad. Consulté muchos libros y hablé con muchas personas porque quería saber cómo había sucedido eso, Bergé comprendió que el dinero estaba en el propio nombre de Saint Laurent, no en la alta costura. Y así fue como comenzaron a fabricar desde colonias a gafas de sol y las viejas casas parisinas se convirtieron en emporios que imitaron después en todo el mundo.
- Presenta a Saint Laurent como una figura simbólica de su época, por ejemplo en esa colección de minifaldas que tuvo un gran impacto. Al mismo tiempo, en un momento dado también crea un extraño montaje paralelo entre sus colecciones y los acontecimientos de ese tiempo: la guerra de Vietnam, los panteras negras...
- Esa colección de minifaldas primero generó un gran escándalo y muchas críticas y luego tuvo un éxito casi revolucionario. De todos modos, creo que la capacidad de los modistos para influir en las raíces de una sociedad es muy limitada y de ahí viene ese montaje, no pretende ser muy elogioso con Saint Laurent. Lo que trato de mostrar es que al mismo tiempo que suceden cosas graves e importantes en el mundo, la moda vive totalmente desconectada.
- ¿Con qué claves trabajó con el actor que interpreta a Saint Laurent, Gaspard Ulliel?
- Lo más importante era que no imitara a Saint Laurent. Le pedí que hubiera un 50% del diseñador y un 50% de él mismo y que hiciera su propia versión. Para mí, como director es un proceso en el que necesito enamorarme tanto de la persona como del personaje.