Una imagen de Mis hijos
El cineastas israelí cuenta en Mis hijos la historia de un adolescente palestino brillante en los estudios que se traslada a un instituto israelí para seguir con mayores garantías sus estudios.
- Es curioso que sitúe con tanta frecuencia a árabes como protagonistas de sus películas. ¿Qué motivos le llevan a ello?
- Dos motivos. >Mi principio en la vida es que no distingo entre árabes, cristianos o judíos, hablo de personas, de gente. Se tiende a categorizar, trato de ver a la persona detrás de esas ideas. Creo que como cineasta es parte de la fascinación al contar una historia no solo hablar de ti mismo sino ir a otro mundo. Me da una licencia para contar la historia de cualquiera. Podría irme a China y rodar allí. Se supone que eres capaz de contar una historia desde otro punto de vista, no solo el tuyo.
- Esos árabes que protagonizan sus filmes los solemos ver como víctimas de una situación injusta propiciada por Israel.
- Sí y no. Los árabes son víctimas pero también se equivocan y hacen cosas malas. Creo que las dos partes son víctimas e inocentes al mismo tiempo. Oriente Medio tiene una gran historia de batallas religiosas, sangre y conflictos y es difícil saber quiénes son los malos y los buenos, nada está tan claro. Para demasiada gente está demasiado claro y si eres árabe eres víctima y judío, verdugo. No es tan sencillo.
- El protagonista se enfrenta a una situación dramática, debe escoger entre su futuro laboral y sus nuevos afectos judíos y sus orígenes árabes.
- Creo que es una dilema universal que tiene que ver con ser una minoría. Eso puede pasar en cualquier parte, cuando perteneces a esa minoría, ¿cómo vas por la vida respetando tu identidad si al mismo tiempo, adaptándote a la mayoría, tu vida será más sencilla? La mayoría siempre encuentra maneras de forzar a la minoría para que se doblegue. Si quieres ser como yo, debes cambiar. Pero esta no es la manera, por supuesto debes adaptarte y debes cambiar pero no estás obligado a renunciar a nada que sientas como tuyo. La pregunta es cómo puedes prosperar y al mismo tiempo no traicionarte.
- La película empieza de una manera muy ligera, con un tono de comedia casi mágico...
- La veo como una película italiana, llena de vida y llena de humor, esa infancia un tanto mítica en un pequeño poblado árabe en una época de paz. Esa magia, ese humor, es también una manera de ganarme a la audiencia. Es una película sobre un conflicto duro, puede parecer un tema demasiado duro. Por eso quiero meterlos dentro de este mundo, que se rían, que les cojan cariño a los personajes. Después es un poco más triste y se va convirtiendo en una película más dramática e incluso trágica. Se trata de ir poniéndose serio poco a poco.
- ¿Quería que los personajes fueran adolescentes porque es una época en la que la cuestión de la identidad está muy presente?
- Esta es una razón pero sobre todo porque es una época en la que todo es posible. El coming of age es un género que funciona bien y allí metemos elementos nuevos, hay un elemento disruptivo, es árabe... Y es, por supuesto, el momento en el que debes decidir quién eres. Es la primera vez que amas, la primera vez en la gran ciudad.
- Sorprende el desconocimiento mutuo que existe. Cuando el protagonista conoce a sus nuevos amigos judíos no tienen referentes culturales en común aunque viven a kilómetros de distancia.
- Es una realidad. Puedes vivir en la misma ciudad a dos calles de una familia árabe y es un mundo muy diferente. Y eso está empeorando, cada comunidad se ocupa de sus problemas y no le importa lo que les pasa a los demás. Nos conocemos poco. Un judío corriente sabe muy poco de la literatura árabe o sus costumbres. En el otro lado es distinto porque la judía y occidental es la cultura dominante. Pero en el caso del protagonista, vive en un pueblo y esa influencia no llega, es un entorno muy protegido. Creo que precisamente una parte importante del problema es que la gente no se conoce y es mucho más fácil tener miedo, y ese miedo lleva a la violencia.
- Vemos algo que ves en Israel y casi nunca aparece en los medios de comunicación y es que existen árabes en Israel a los que les ha ido muy bien y son muy críticos con las sociedades árabes.
- Esta es exactamente la historia del escritor de la novela en que se basa la película, Sayed Kashua. El venía de un pequeño pueblo árabe, como el protagonista estudió en un instituto israelí porque tenía una mente brilllante y ganó una beca, estudió periodismo, tuvo éxito como articulista y novelista. Después tuvo un programa de televisión y se convirtió en un personaje muy popular. Cuando le conocí estaba preocupado porque su hijo no hablaba árabe, vivía en un barrio rico rodeado de judíos y disfrutaba de ese éxito pero al mismo tiempo le hacía sufrir. Conozco a muchos árabes que tienen este conflicto, si triunfas en el mundo judío ganas dinero y reconocimiento pero al final hay un límite porque son árabes, es lo mismo que les pasa a los negros en Estados Unidos o a los turcos en Alemania. Es Israel ese conflicto es muy visible. Tel Aviv, por ejemplo, es una ciudad muy abierta, muy tolerante, pero al mismo tiempo un árabe nunca dejará de tener esa sensación de ser un outsider.
- Ese joven protagonista representa a una nueva generación de árabes que ya han crecido muchos años después del nacimiento de Israel. ¿Hay mucha diferencia entre las nuevas generaciones y las antiguas?
- De una manera extraña, sobre el papel parece que las comunidades viven más integradas pero en realidad la distancia es más grande. Por ejemplo, durante la última guerra en Gaza el ambiente se volvió muy emocional y muy duro y cada comunidad se replegó en sí misma y allí veías muy clara esa distancia. Es un conflicto que arrastra mucha violencia y sangre. Hay una muralla, una muralla física pero también mental. Al mismo tiempo, el mundo está cambiando, con la amenaza del Estado Islámico, los árabes ahora son percibidos como una amenaza también en Europa y en Estados Unidos. Los árabes nos resultan en general cada vez a todos más lejanos y peligrosos. Lo ves con la guerra de Siria, es horrible pero nadie hace nada por solucionarlo. Parece que en general cada país en el mundo está mas replegado en sí mismo, y esta es una parte de la película.
- Vemos esa "falsa normalidad" durante mucho tiempo. El protagonista se relaciona con los judíos, se echa una novia, tiene amigos y parece que todo es normal. Pero llega un punto en el que esa diferencia se revela en toda su crudeza.
- Veamos las dos relaciones del protagonista. Cuando sale con la chica, ella dice que no hay problema y realmente se quieren. Pero llega un punto en el que su familia se impone y ella debe marchar al ejército y de repente esa ingenuidad se termina. Con su amigo sucede lo contrario. Es él quien cambia. No quiero ser ingenuo pero tampoco pesimista. Es absurdo negar que hay una diferencia pero eso no significa que no pueda haber una buena relación. Existen parejas felices de árabes y judíos, no muchas, pero las hay, y relaciones de amistad. No es imposible.
- En la película percibimos también esa "falsa normalidad" de Israel. La vida parece tranquila la mayoría de los días, pero la radio o la televisión recuerdan constantemente que el conflicto existe.
- Tratamos de plantear esta paradoja. El mundo del protagonista está aislado, es muy particular, es el mundo de un adolescente con las preocupaciones de su edad pero la realidad está allí y existe. Cuando regreso a su pueblo y su familia se alegra de que Sadam Hussein vaya a lanzar misiles en Tel Aviv no lo entiende. Pero después cuando regresa a su clase y se habla de literatura israelí y de la manera en que las novelas judías tratan la figura del árabe y protesta por esos estereotipos se gana el respeto de sus compañeros.
- ¿Quién ganará las próximas elecciones en Israel?
- Netanyahu se ha equivocado yendo a Estados Unidos sin ser invitado por Obama. Todo en él da la sensación de político acabado. Tengo la impresión de que ganará la izquierda y veremos cambios. Soy optimista aunque lo he sido otras veces y no ha acabado muy bien.