Terry Gilliam: "No sé hacer una película seria"
El director de cine y ex Monty Python recibe un homenaje en Gijón y presenta su último filme, The Zero Theorem
28 noviembre, 2014 01:00Terry Gilliam durante el rodaje de The Zero Theorem.
Tótem cultural del siglo XX, Terry Gilliam (1942, Minnesota) hizo fama y fortuna en Gran Bretaña como miembro de los míticos Monty Python, cuyas maravillosas comedias, como La vida de Brian, siguen estando entre las favoritas del público. Como cineasta, Gilliam lleva más de 20 años siendo uno de los más vibrantes creadores de mundos propios de fantasía con una enorme capacidad simbólica: aquella mítica distopía de Brazil (1985), de indudable capacidad profética, dramas como El rey pescador (1991) o grandes éxitos de la ciencia ficción como Doce monos (1995). El mundo de la imaginación ha protagonizado sus últimos filmes, como Los hermanos Grimm (2005) o El imaginario del Doctor Paranassus (2009). El ínclito cineasta ha pasado por el Festival de Gijón para recibir un homenaje y de paso ha presentado su último filme, The Zero Theorem, en el que regresa a un mundo futurista con amplias resonancias simbólicas al estilo de Brazil para contarnos la odisea de un peculiar científico (Cristoph Waltz) empeñado en resolver una operación matemática que podría tener la clave del misterio de la vida. Con su barroquismo conocido, Gilliam quiere denunciar la frivolidad y estulticia de un mundo actual que "no le gusta".- Acabo de leer un artículo que explica que las canciones de Monty Phyton son muy populares en los funerales. ¿Qué opina?
- Creo que Eric [Idle, el compositor] se está llevando mucho dinero. Creo que es fantástico. La primera vez que esas canciones se utilizaron en un contexto funerario fue durante el hundimiento de un barco (el HMS Sheffield) en la guerra de las Malvinas. Fue alcanzado por un misil y todos los marineros se pusieron a cantar en la cubierta "Always Look On The Bright Side of Life". Creo que eso marcó tendencia.
- De los Monty Python a sus películas más serias hubo un cambio bastante notable, ¿le ha abandonado alguna vez ese espíritu del grupo?
- Siempre hay humor en lo que hago. A veces es un humor muy negro pero es humor. No sé cómo hacer una película realmente seria. La idea en el corazón de la película puede ser muy seria pero intentaré hacerlo de una manera entretenida y divertida. El humor es la única para ir por la vida, la única de entender mis películas.
- Sus filmes siempre están relacionados con la situación actual, es quizá el más peculiar de los cineastas sociales.
- Todas mis películas tienen que ver con el mundo en el que vivimos, hay un comentario sobre la sociedad. Quizá me estoy volviendo más pesimista, soy más viejo pero debo estar entusiasmado para rodar una película. En realidad creo que hago las películas para entretenerme a mí mismo. A partir de allí trato de que sea interesante y sorprendente pero al primero al que debe gustarle es a mí.
- Ese espíritu pesimista se deja notar en The Zero Theorem.
- Fue una película que me costó que me gustara y me divirtiera porque sí, es quizá la más pesimista que he hecho nunca. Al final me di cuenta de que me gusta pero por motivos distintos a las demás porque es más dura. Es un filme que refleja la manera en que pienso, en este sentido soy muy egoísta, pero debes hacer que le interese a un público más amplio. El problema es que la mayoría de la gente prefiere no pensar.
Fotograma de The Zero Theorem, protagonizada por Christoph Waltz (derecha).
- Me estoy haciendo mayor. Veo el mundo y no me gusta mucho lo que veo. Creo que la gente ya no está involucrada en la sociedad, todo el mundo vive en su pequeño mundo. Hay una revolución de la comunicación para no comunicar nada. Lo ves en Twitter, se trata solo de decir: yo soy. Lo que piensas o lo que haces no importa. Es simplemente eso: yo soy. Me agobia la cantidad de cosas que nos distraen. Aquí en España me cuentan la cantidad de corrupción que ha habido. ¿Cómo pudo pasar? ¿Cómo puede ser que la gente estuviera dormida durante tanto tiempo? Da miedo.
- En The Zero Theorem lleva esa cultura del entretenimiento hasta el paroxismo, es la era de la dispersión.
- ¡Tenemos tantos juguetes, es fantástico! En realidad es mucho más fácil comunicarse con un ordenador que en persona y eso es lo que hacemos todos, pero en realidad es una pena. Cuando comencé a preparar la película algunas cosas eran ciencia ficción pero hoy han sido sobrepasadas por la realidad. Cuando la gente me pregunta qué pienso del futuro ya no sé qué pensar. Va todo tan rápido. Y me preocupa que las cosas estén fuera de control: el cambio climático es bastante importante, la democracia ya no funciona como solía, el comercio y las corporaciones han tomado todo el poder.
- Según su versión en el filme, estamos totalmente infantilizados.
- Vemos a una sociedad que ya no piensa, juega. Las corporaciones nos venden esos juguetitos que nos tienen fascinados y nos hemos vuelto completamente irresponsables. Estamos volviendo al siglo XIX o incluso antes, la mayoría del dinero se está concentrando en un número pequeño de gente y el resto de nosotros tenemos juguetes. Y al mismo tiempo lo único que hacemos es trabajar. Hay un miedo tan grande porque la gente está endeudada que cometemos unos sacrificios absurdos por el temor a perderlos. La situación de Londres, por ejemplo, me desespera. Se ha convertido en un centro financiero, miles de millones se negocian allí todos los días, pero la gente normal ya no puede permitirse vivir allí. Los jóvenes no tienen más remedio que vivir con sus padres.
- Usted es un símbolo de la iconoclastia, parece que ya no queda nadie que quiera ser distinto.
- Exacto. La presión de la sociedad es brutal para que no te salgas de la línea, ya nadie quiere destacar. Cuando ves el Facebook te das cuenta del mundo tan absurdo que tenemos, todo es bonito, todo es amor. No hay lugar para un verdadero debate o una discusión. Nadie quiere ser desagradable u ofender. Y cuando dejas de ofender dejas de decir algo. Ha habido ahora el escándalo por la camiseta del científico de Rosetta con dibujos de mujeres. ¡Ha tenido que pedir perdón con lágrimas en los ojos! Es completamente ridículo. Todo el mundo está ofendido todo el tiempo. Estamos entretenidos con estas pequeñas estupideces y nadie se fija en las cosas realmente importantes que pasan.