Entre el costumbrismo y la sátira
Martínez Lázaro y Cobeaga desentrañan Ocho apellidos vascos
14 marzo, 2014 01:00Emilio Martínez Lázaro y Borja Cobeaga. Foto: Sergio Enríquez-Nistal
Dos maestros de la comedia, dos cineastas de generaciones distintas. Emilio Martínez Lázaro dirige un guion de Borja Cobeaga en Ocho apellidos vascos, una comedia romántica construida a partir de la sátira regional. Ambos conversan para El Cultural sobre las peculiaridades del filme.
-Borja Cobeaga: Los productores nos pidieron a Diego San José, mi co-guionista, y a mí que escribiéramos una película regional. Buscaban un humor similar al de Vaya semanita. La idea inicial pasaba por que la dirigiera yo, pero venía de hacer dos comedias románticas y no me apetecía hacer otra, así que hablando con Emilio, que ha dirigido todo tipo de géneros, comprendí que era un director perfecto para el proyecto.
-Emilio Martínez Lázaro: Bueno, yo nunca había hecho sátira antes, y vi que vosotros dominábais el tema, así que en ese sentido me dejé llevar. La verdad es que en 8 apellidos vascos no he tenido que hacer nada. Había un guión extraordinario, muy divertido, en un género que no es el mío pero que entendía que lo podía hacer bien, y con un grupo de actores que ha sido un regalo...
-BC: Algo que siempre me ha gustado de tus comedias románticas es que huyen de lo ñoño. En Amo tu cama rica y El otro lado de la cama encontramos algo tierno pero nunca cursi. Los que hacemos comedia, queremos que haya ironía y cinismo, pero también tenemos nuestro coranzoncito... Tú me decías que no hiciera ningún sentimiento explícito en el guion, que eso es trabajo de actores...
-EML: Es que la planificación que hago casi siempre está al servicio del actor, porque el éxito de la comedia descansa en los intérpretes. Lo más importante es que el guion sea bueno, y después los actores. Yo estoy en un tercer plano. Por eso en esta película, más que dirigir, me he dejado dirigir...
-BC: Puede que la elección del reparto sea el 80% de la película, y en el guion está la base, claro, pero la dirección tiene que darle algo fundamental a la película: el tono y el ritmo. Y eso es aún más importante en una comedia. Me parece además muy adecuada la elección de Dani Rovira como protagonista. Creo que no fue una decisión fácil...
-EML: Fue difícil, sí, encontrar al protagonista. Hubo un momento en el que pensábamos que la película no se haría porque no había forma de dar con el actor adecuado...
-BC: Yo cuando busco un actor lo que quiero es que sepa detectar la gracia en un diálogo. Por eso me alegró la elección de Dani, porque confío mucho en los cómicos. Él procede del monólogo, es un humorista, y tiene la inteligencia suficiente como para levantar un diálogo muerto y detectar su gracia.
El desafío al que se enfrenta Dani Rovira en su debut para la gran pantalla no es menor. En la piel de Rafa, un sevillano de pura cepa, se ve forzado a adoptar una identidad vasca para conquistar a Amaia (Clara Lago) y convecer al padre de ésta (Karra Elejalde). Aparte de tener que variar el acento según las circunstancias, también encuentra el equilibrio entre la caricatura, lo paródico y lo verosímil, como corresponde a toda comedia de enredo construida a partir de los equívocos. Pero alrededor de la comedia romántica gravita un tono que se desliza entre el costumbrismo y la parodia, extrayendo todo su humor de las idiosincrasias regionales.
-BC: Nos movemos entre la comedia costumbrista y la sátira política, aunque el humor siempre procede del costumbrismo. Jugamos un poco en los límites. El andaluz llega a una Euskadi donde no hay violencia y por error refunda la ‘kale borroka', y se convierte en el primer líder andaluz de la lucha callejera. Tenía que ser una comedia muy directa, sin apenas sutileza. Pero en Vaya semanita hacíamos gags mucho más irrespetuosos y políticos, como dos ertzainas besándose.
-EML: Yo nunca he visto en la televisión nacional un programa satírico contra el gobierno central como los que se han hecho en la televisión vasca. Allí desarrollan un gran sentido del humor, y la película parte de ahí, pero al llevarlo a la pantalla grande había que matizarlo.
-BC: Es que en la televisión lo que puedes hacer es muy distinto. En general la inmediatez juega a favor. Cuando empezamos a escribir, no sabíamos en qué situación podía estar el País Vasco. Si hubiésemos visto entonces el vídeo de los verificadores, habríamos metido algún chiste de eso, un vodevil de metralletas. En el proyecto original un chico se enamoraba de una chica vasca y el padre resulta que era Arnaldo Otegi. Cuando retomamos el proyecto quisimos introducir algo más relacionado con Los padres de ella, y también con la francesa Bienvenidos al Norte.
-EML: Lo cierto es que el único momento delicado es el de la manifestación con el líder andaluz, porque dice cosas muy disparatadas. Aunque tratemos a los andaluces como paletos y a los vascos radicales como lerdos, creo que todos han entendido que manejamos un humor exagerado, y la sátira política es muy suave. De hecho, todos los ayuntamientos de los pueblos donde rodamos eran de Bildu, y fueron muy amables y colaboradores, hasta el punto de que los principales decorados nos los buscó el concejal de Cultura de Leiza. Creo que hace diez años esta comedia no hubiera sido aceptable en el País Vasco.
-BC: A mí es que me gusta la crueldad en el humor, la mezcla de ternura y miseria.
-EML: Yo no sé hacer comedia de la crueldad, como hacían Berlanga y Azcona. El humor que practico es más ligero. Creo que parto más del cine que de la vida. El personaje de Clara Lago, por ejemplo, tiene una referencia directa que es Katherine Hepburn...
-BC: Sí, en La mujer de tu vida hiciste prácticamente un remake de La fiera de mi niña...
-EML: Sí, algunas escenas eran calcadas. Y tu humor se parece muchísimo a comedias españolas como Ópera prima... Creo que la esencia del humor no cambia con los años, y por eso hemos encontrado un territorio común.