El director Spike Jonze en el rodaje de Her
No hay duda de que Cómo ser John Malkovich y Adaptation convirtieron a Spike Jonze (Estados Unidos, 1969) en uno de los reyes del cine indie que surgió a principios de siglo. Para gran parte de la crítica, emergió como la cabeza visible de los gurús del cine contemporáneo, de aquellos autores capaces de reflexionar con ideas frescas y desafiantes sobre la crisis de la narración cinematográfica. Para otro sector de la prensa, durante cierto tiempo hablar de Spike Jonze era otra forma más de hablar de su exmujer, Sofia Coppola, con quien estuvo casado cuatro años. Procedente del territorio del videoclip (para Bjork, Beastie Bnoys, Fatboy Slim, Sonic Youth, Arcade Fire...), y miembro fundador del millonario show televisivo Jackass, así como de sus delirantes franquicias cinematográficas, Jonze es la viva encarnación del creador hipster sintonizado con los tiempos. Sean cortometrajes, videoclips, documentales o largometrajes de ficción, es uno de los cineastas norteamericanos más prolíficos, actividad que combina con sus intervenciones también delante de la cámara, en películas como Tres reyes o, más recientemente, en El lobo de Wall Street de Scorsese.En su paso hoy por Madrid para presentar Her, su último largometraje y el primero que escribe en solitario, Jonze, que nunca ha ocultado sus difíciles relaciones con la prensa, se muestra especialmente ilusionado con el coloquio que mantendrá con un amplio grupo de estudiantes de cine de la Escuela TAI, a quienes mostrará esta noche su película en primicia (el filme se estrena el viernes en salas). "Me encantan los coloquios con el público porque es donde tengo la oportunidad de recibir reacciones honestas al filme", sostiene. Premiado de momento con un Globo de Oro a Mejor Guion y con cinco nominaciones a los Oscar (incluido el de Mejor Película), el estreno de Her en Estados Unidos ha generado todo un movimiento de culto a su alrededor. El film bien ha podido convertirse ya en la comedia romántica más celebrada desde Olvídate de mí, Lost in Translation o Antes del atardecer, por su capacidad sobre todo para conectar con los jóvenes espectadores.
No es para menos. Her plantea un verdadero desafío al espectador, hacer verosímil y apelar a las emociones mediante la historia de amor entre un escritor solitario, interpretado por Joaquin Phoenix, y su sistema operativo, programado para empatar con el usuario y adelantarse a sus inquietudes y deseos, y que además habla con la cálida voz de Scarlett Johansson. La acción transcurre en un futuro supuestamente próximo, en una ciudad híbrido entre Los Angeles y Shanghai, de modo que algunos elementos propios de la ciencia-ficción establecen el contexto (o la distopía) de un romance imposible que, quizá, solo alguien tan audaz como Spike Jonze puede hacer posible.
Fotograma de Her
Pregunta.- Justo después de Donde viven los monstruos, realizó el cortometraje I'm Here, que era la historia de amor de dos robots. ¿Vendría a ser en cierto sentido la semilla de Her?Respuesta.- Las dos son historias de amor en Los Angeles, historias sobre relaciones. Para mí, aunque sea un romance entre robots en verdad es sobre dos personajes que se enamoran por primera vez. Y Her es una película sobre alguien que sale de una relación y trata de encontrarse a sí mismo. Llevo un largo periodo de tiempo haciendo películas sobre historias de amor. Estoy de alguna manera atrapado en ese flujo creativo. Hice con Kayne West We Were Once a Fairytale (2009), y también un stop-motion film en Francia, Mourir auprès de toi (2011), que abordaban sendas historias de amor. En este sentido, creo que todas forman parte de un mismo interés.
P.- Hay una clara humanización de la tecnología en el filme, pero también revela su lado oscuro. ¿Cuál es su impresión al respecto sobre el modo en que la tecnología está cambiando las relaciones humanas?
R.- Para mí la película... Es muy complicado decir si es bueno o malo lo que está ocurriendo, no es tan simple. Lo que me interesa es la intención con que se emplea la tecnología. Y el modo en que nos relacionamos personalmente con ella. En la película obviamente hay una parte que trata sobre eso, pero para mí la película realmente habla de otras cosas, básicamente de las relaciones entre humanos. Trato de no juzgar a nada ni a nadie. La tecnología es solo un contexto, lo que me importa es la emoción que se pueda producir entre un hombre y un sistema operativo que se enamoran.
P.- No es una idea tan disparatada como pueda sonar. Her funciona en dos niveles, hay un lado brillante, a nivel emocional, y otro más oscuro, relacionado con la distopía social. ¿Qué parte le interesaba más?
R.- Creo que el concepto del filme es tan amplio que fácilmente puede eclipsar la parte más delicada de la película. Para mí, el futurible que retrato en la película es solo el contexto.. Cuando escribí el guion, en cada escena me preguntaba qué quería aportar de cara a la relación, es decir, de cara a la vertiente emocional de la película, qué siginifica la escena para estos dos personajes. El resto viene solo. Cada decisión que tomé en la película viene dada desde el punto de vista de la relación, en oposición al punto de vista sobre en qué contexto se desarrolla, o como un comentario sobre la sociedad o la tecnología. Una vez que establezco ese marco para la historia, el desafío fue de hecho trabajar en contra de ello, mostrar algo delicado y humano.
P.- ¿Cree que el futuro inmediato que plantea la película es posible? ¿Qué podamos establecer una intimidad con la voz de un sistema operativo?
R.- Creo que cualquier cosa es posible. Solo estamos en 2014 y cualquier cosa puede ocurrir. ¿Qué sabemos? Hay miles de millones de años detrás de nosotros. Sólo somos unas personitas en el universo.
P.- ¿En qué se inspiró o qué investigó para imaginar ese futuro próximo?
R.- He leído cosas muy distintas, y el documental Transcendent Man (2009), sobre las ideas filosóficas de Ray Kurzweil, por ejemplo, ha sido una gran inspiración. Pero en verdad, todo el trabajo de preparación lo hago para después desprenderme de él. Es como hacer un Martini, que prácticamente no necesitas el vermout. Tomé varias ideas sobre la evolución de la humanidad, del universo y de la conciencia y luego me deshice de ellas para centrarme en la historia de amor, que era lo que realmente me interesaba en términos cinematográficos.
P.- Es un desafío plantear el género romántico en los términos de Her. Un desafío no solo para el espectador, sino para usted como cineasta. La gran pregunta que plantea es quizá qué es realmente el amor. ¿Ha encontrado alguna respuesta en el camino?
R.- No podría sentarme aquí y definir qué es el amor. Es demasiado complicado. Mi esperanza es que esa complejidad esté volcada en la película. Si hay múltiples tipos de reacción frente a ella, entonces me habré acercado. En Her no trato de dar ninguna respuesta, sino de poner ahí todos mis sentimientos y mis ideas. En verdad no sé nada. Cada película que hago consiste realmente en tratar de entender algo sobre el momento de mi vida en que me encuentro. Mi idea sobre el amor y las relaciones ha ido cambiando y evolucionando con los años...
P.- También tiene que ver con el tono de la película. No es exactamente una comedia romántica, ni tampoco un drama. Se alimenta de ambos extremos. Her es el primer guion que escribe en solitario. En este sentido, ¿fue un desafío para usted encontrar el tono?
R.- Creo que escribiendo es más fácil buscar la comedia. A mí me resulta más fácil, me encantan las cosas divertidas. Pero no sé... Creo que todo viene de algún modo de forma natural. Es algo más efímero el modo en que encuentras el tono. No es algo analítico, no es un cocktail en el que añades un tercio de humor, otro de drama, otro de cualquier otra cosa. No es una fórmula. Yo nunca he trabajado en esos términos, aunque algunas películas sí se diseñen de ese modo. En mi caso, al final todo es cuestión de puro instinto.
P.- Su cine tiene una forma muy especial de retratar la soledad... casi como si fuera una pandemia contemporánea...
R.- ¿Ha visto la serie Girls? Hay un episodio en la primera temporada en la que una de las protaognistas descubre que su exnovio es gay. Hay algo doloroso en ese episodio, pues todos los personajes están aislados y solitarios... Lo recuerdo bien. En determinado momento, Lena Dunham y su compañera de cuarto, que se sienten terriblemente solas, ponen un disco y sin dirigirse la palabra se ponen a bailar... No sé, ¿es eso una respuesta a la pregunta?
P.- Hablando de series, ¿Ha visto usted Black Mirror?
R.- No, no, pero ya me han dicho que uno de sus episodios está muy relacionado con la película... No sé, tendré que verlo.