Antonio de la Torre protagoniza Caníbal, de Manuel Martín Cuenca.
La expectación era altísima porque Caníbal llega a San Sebastián con el aura de ser la "película del año" en España y este 2013 no ha sido precisamente pródigo en grandes títulos. Manuel Martín Cuenca viene de La mitad de Óscar, un ejercicio de estilo con estilo pero con un argumento demasiado pobre. Su nuevo filme, ambicioso como todos los del director de La flaqueza del blochevique, nos propone un extraño cruce entre cine de terror, thriller, película de autor de pura cepa y mucho "ambiente". Es una muy buena película que te deja con el corazón helado y que ofrece algunas de las imágenes más impactantes del reciente cine español. No solo tiene ambiente y estilo, tiene fuerza y te penetra.Cuenta la historia de Carlos, un sastre esquinado y poco sociable que guarda el terrible secreto de su macabra afición a descuartizar mujeres y comérselas. La película empieza con una secuencia nocturna de enorme fuerza cinematográfica en la que las luces del coche sirven al cineasta para construir una atmósfera que ya será siempre desasosegante. Aparecen dos hermanas del este, la primera, desaparece y no volvemos a saber de ella. La segunda viaja hasta esa Granada de tonos rojizos y oscura para buscar a la primera. No sabemos si Carlos la ha matado, pero lo sospechamos, y a medida que se enamore de su nueva potencial víctima surge la duda de si el amor será capaz de cambiar a un monstruo.
Dice Cuenca que Caníbal es una metáfora sobre el canibalismo de la sociedad contemporánea, una parábola sobre este mundo desolado en el que vivimos en el que los afectos cada vez cuentan menos y la sociedad es más individualista. Dice también que es una película sobre la impunidad y sobre el mal en Occidente. Son palabras mayores y Caníbal, como todas sus películas, es una película extremadamente pretenciosa. La parte final quizá no logra solucionar de forma satisfactoria todos los ángulos de la historia, pero uno se queda con esa película grabada y admira el talento del director.
También a concurso se ha presentado la película alemana October, November, de Götz Spielman. Cuenta la historia de dos hermanas, una actriz exitosa, la otra sigue viviendo en el caserón familiar, y cómo la exitosa está más sola que la una mientras su hermana acumula amores. La película es aburridísima, no emociona, no transmite nada y es una sucesión de tópicos sin mucha sustancia.