Mamá, cine de terror con sello 'Del Toro'
El director mexicano apadrina el primer largo de Andy Muschietti, un fenómeno de masas en los Estados Unidos que ahora llega a nuestras pantallas.
8 febrero, 2013 01:00Andy Muschietti, director de 'Mamá'.
Más o menos es lo que ha sucedido con Mamá, primer largometraje del cineasta argentino afincado en Barcelona Andy Muschietti, que hasta la fecha se ganaba la vida como publicista. Todo empezó con un corto. De igual título. Un corto cortísimo: apenas tres minutos, una secuencia en la que dos niñas pequeñas, en una casa crepitante de misterio, se ven perseguidas por una espectro femenino que, en principio, es su propia madre. Dicho material cayó en las manos de Guillermo del Toro, que a pesar de su trepidante actividad como director no deja de estar atento con el rabillo del ojo a lo que se cuece por ahí (cuentan que devora cortometrajes por cientos). Estaba en Nueva Zelanda, con los preparativos de El Hobbit, pero al ver la persecución de esas pequeñas su cabeza voló hacia otra película: la que barruntó a partir de ese sucinto metraje.
El agente de Muschietti le dio la noticia: "Esta noche te va a llamar Guillermo del Toro". ¡Uf! Al otro lado del teléfono el autor de El espinazo del diablo le reveló que el corto le había entusiasmado y le ofreció dos caminos: "Se puede hacer una película pequeña en España o ir a por todas e intentar buscar dinero en los Estados Unidos". Al final el presupuesto alcanzó los 15 millones dólares, en una coproducción que a la postre resultó hispanocanadiense. Gracias a los buenos oficios de Del Toro lograron sumar al proyecto a dos actores con mucho tirón. Por un lado, a Nikolaj Coster-Waldau, de Juego de tronos, y por otro, nada menos que a Jessica Chastain, una de las actrices de moda en Estados Unidos tras su trabajo en El árbol de la vida (Terrence Malick) y su nominación a los Oscar como mejor actriz por La noche más oscura (Kathryn Bigelow).
Jessica Chastain, protagonista de 'Mamá'.
Con todas esas armas, el filme de Muschietti, que hoy llega a nuestras pantallas, lleva ya varias semanas instalado en los primeros puestos de recaudación de los cines estadounidenses. En el primer fin de semana había recuperado ya la inversión (los 15 millones de dólares). Ahora supera los 60 millones de dólares y sigue aguantando en los puestos de cabeza entre los títulos de la cartelera de allí. Pero su éxito no sólo se cuenta en billetes. La crítica norteamericana, incluido The New York Times, le ha procurado no pocos elogios, sobre todo por su refinamiento a la hora de construir atmósferas y su capacidad de inocular terror sin recurrir a vísceras sanguinolentas empapando la pantalla. A Muschietti se le han abierto las puertas del cielo (perdón, de Hollywood) pero es renuente a instalarse allí definitivamente. "Ya he pasado temporadas en Los Ángeles, pero aquello es demasiado endogámico. Todo el mundo es actor, o guionista, o productor... Es un poco claustrofóbico". Así que de momento seguirá en Barcelona, "porque aquí puedo mantener los pies plantados en la realidad".
Muschietti además se siente parte de una generación de cineastas españoles que han conseguido colocar algunas picas en el exterior con sus películas adscritas al género del terror. "Me siento orgulloso de ser uno más dentro de ese círculo de cineastas. Me gusta mucho REC de Balagueró y Plaza, y también Los otros, de Amenábar. Y El orfanato me parece admirable. Seguro que estos directores seguirán dando sus frutos. Creo que lo mejor está por llegar". Ojalá sea así.
La genésis de Mamá es realmente macabra. Cuando Muschietti rumiaba el tránsito del corto al largo, se encontró en Internet un vídeo brutal de un leoparda comiéndose a una mandrila. El primero cesó de asestar dentelladas al segundo cuando vio que daba a luz. Entonces la leoparda se puso a cuidar a las crías. Ese instinto maternal, tan vehemente en el mundo animal, es el que impulsa al espectro a cuidar a las dos niñas desparecidas en el bosque durante cinco años. Cuando recuperan un hogar civilizado, el fantasma no piensa renunciar a ellas tan fácilmente. Por la noche, incluso, merodea la casa para poder arropar a las que siente como sus propias hijas. Pero no conviene contar más. Dejémoslo ahí.