Image: Ferzan Özpetek: El sur de Italia es más tolerante con la homosexualidad que el norte

Image: Ferzan Özpetek: "El sur de Italia es más tolerante con la homosexualidad que el norte"

Cine

Ferzan Özpetek: "El sur de Italia es más tolerante con la homosexualidad que el norte"

El director italiano ahonda con ironía en los conflictos de la identidad sexual en Tengo algo que deciros

22 diciembre, 2010 01:00

Ferzan Ozpetek. Foto: Bernardo Díaz.

Ferzan Özpetek rompe la taquilla en Italia con cada película que coloca en la cartelera. De media recauda entre seis u ocho millones de euros, aunque en algunos casos, como ocurrió con La finestra di fronte (La ventana de enfrente) la cifra se dispara hasta los 14 millones. Para contrastar con un referente patrio, hay que advertir que Almodóvar se mueve en torno a los 6 millones. El director italiano (de origen turco) sabe tocarle la tecla apropiada al público. Homosexual confeso, su cine ha girado normalmente sobre las tensiones que genera afrontar la identidad gay frente a la sociedad. Con Hamman, el baño turco, su primera película, inauguró su carrera de éxitos y fijó su tono intimista y su estética oscura. En Tengo algo que deciros se ha salido de su registro habitual, en busca de una mayor "libertad y diversión". El resultado es una comedia en la que su tema estrella, la catarsis del gay que pone las cartas sobre la mesa de su entorno, reviste ahora una mayor comicidad e ironía.

Pregunta.- Dicen a algunos críticos italianos que es su película más desenfadada y desinhibida...
Respuesta.- La verdad es que después de rodar una película tan oscura como Un giorno perfetto quería divertirme un poco, hacer algo más luminoso, por eso me fui al sur de Italia, a Lecce, en Apulia, para que el sol brillara y apareciesen personajes alegres y simpáticos. He disfrutado mucho rodando Tengo algo que deciros, sintiéndome muy libre. Me ha sorprendido su éxito: ya se han vendido los derechos en 31 países diferentes. Ninguna película mía ha ido tan bien en sitios como Alemania, Francia y Austria.

P.- ¿Y a qué achaca tan buena acogida?
R.- Supongo que porque toca las emociones más íntimas. Una amiga me contaba que en Francia la gente aplaudía después de las proyecciones, con lo estirados que suelen ser los franceses. Y en el Festival de Tribecca en Nueva York lloraban y reían sucesivamente. Eso es lo que más me complace, porque alternar estas dos reacciones en una película es de lo más difícil para un cineasta.

P.- Comentaba que se fue al sur por el clima y su gente. ¿También lo hizo para remarcar el conflicto entre la homosexualidad y las tradiciones ancestrales?
R.- En estos asuntos cada casa es un mundo. En mismo bloque pueden convivir vecinos retrógrados con otros más desprejuiciados. De todas formas, el sur de Italia es mucho más avanzado en estas cuestiones de lo que se suele pensar. Es verdad que el machismo es muy fuerte, pero en muchos aspectos es más abierto que el norte. En el norte hay partidos como la Liga abiertamente homófobos.

P.- Bueno, es tan abierto que el presidente de la región de Apulia es comunista, católico y... ¡homosexual!
R.- Vendola es un político excepcional, que debería ser el presidente de Italia. Yo no siento en general aprecio por los políticos, pero él es político en el sentido positivo, de los que están al lado de la gente. Espero que acabe siendo el presidente de Italia.

P.- ¿Y qué siente cuando escucha a Berlusconi cosas como es mejor tener debilidad por las mujeres menores que ser homosexual?
R.- Finjo no haberlo escuchado. Es una manera de no cabrearme con algo que me avergüenza. Declaraciones así hacen mucho daño, por la influencia que tienen en la sociedad. Imagínate cuando las escucha un padre que tiene dudas sobre cómo reaccionar frente a la noticia de que su hijo es gay.

P.- Le dedica la película a su padre. ¿Por qué?
R.- Más que sobre el impacto que tiene la homosexualidad en un padre tradicional, la película aborda la posibilidad de ser feliz a través de una vocación. Como le sucede a Tommaso, el personaje que interpreta Ricardo Scamarcio, cuando le dije a mi padre que me quería dedicar al cine, me miró como si le estuviese diciendo que iba a ser acróbata en el circo o algo parecido. Decidí dedicarle la película ya en el montaje, cuando me di cuenta de lo mucho que se parecía al padre tradicional de la película, en el corte de pelo, en algunos gestos... El problema de muchos padres es que se preocupan más de cómo visten o de lo que deben estudiar sus hijos que de su propia felicidad.