The Devil and Daniel Johnston (documental)
Director: Jeff Feuerzeig
5 octubre, 2006 02:00Daniel Johnston en su singular estudio
Daniel Johnston es un cantautor que se ha ganado cierto estatus de figura de culto en la música ‘indie’. Casi parece más popular por la leyenda que lo rodea que por su música, por sus ausencias que por sus presencias: su condición de maniaco-depresivo no sólo moldea poderosamente sus canciones, sino que también afecta a su disponibilidad para aparecer en público. Es el protagonista de The Devil and Daniel Johnston, título que es chiste cinéfilo a costa del clásico film de William Dieterle The Devil and Daniel Webster (1942) y también encabezamiento de un documental con pedigrí de Sundance. Su objetivo es trazar un retrato de la vida y obra de este espíritu marginal y limítrofe de la cultura ‘indie’, alabado y admirado por gente como Tom Waits, Kurt Cobain, Matt Groening o los Sonic Youth.Johnston no es, desde luego, un personaje con el que se pueda hacer un rockumentary épico al uso: su supuesta genialidad -alabada constantemente a lo largo de la película- se dispersa en crisis depresivas, obsesiones dignas de un fundamentalista religioso, amores imposibles, estallidos de agresividad y arrebatos de euforia combinados con inseguridades de todo tipo. De alguna manera, la música de Johnston no es aquí tan importante como su persona o, casi podríamos decir, su personaje. El director Jeff Feuerzeig -que ya había hecho un par de aportaciones al género con documentales sobre John Hendricks y el dúo Half Japanese- trata a su sujeto de investigación con un respeto que no es exactamente reverencial, pero tampoco cínico ni escéptico: de hecho, el film no es pródigo en sentido del humor y, si éste aparece de vez en cuando, es más bien responsabilidad de un espectador algo insensible a las rarezas del protagonista.
Con una estructura más canónica de lo que cabría esperar teniendo en cuenta a su atribulado protagonista, el film hace acopio de un material precioso que se combina con intervenciones del susodicho, amigos y familiares: las películas caseras del propio Johnston, y una serie de cassettes-diario grabados por él mismo que dan tanto miedo como aquellas cintas susurradas por Will More en Arrebato (1980). Se despliega así toda una arqueología vital, el intento de dar sentido a esos, en apariencia, incoherentes fragmentos de existencia. El film se acercaría a otros ejemplos de exhibicionismo íntimo como Capturing the Friedmans (2003), aunque sin llegar nunca al descenso a los infiernos que supone la perturbadora Tarnation (2003), cinta inédita en España de Jonathan Caouette. Pero la de Feuerzeig es una película más positiva, por mucho que se cierre con un regusto agraz. Al fin y al cabo, no hace sino recrear el viejo escenario de la lucha del artista incomprendido contra la sociedad de su tiempo, del arte auténtico, fruto de la inspiración espontánea, frente al artificio de la industria. Lo mejor es que, como buen documental, The Devil and Daniel Johnston deja en el aire más preguntas que respuestas. Por ejemplo, hasta qué punto somos capaces de distinguir al genio que se oculta bajo la locura o, al contrario, si no tendremos una romántica tendencia a mitificar al artista "puro" por su cualidad transgresora, independientemente de la calidad de su obra.