Image: Alien al completo

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Cine

Alien al completo

En DVD

22 junio, 2006 02:00

Una imagen de Alien en Alien contra Predator (2004), de Paul W. S. Anderson

Poco podía imaginar el director británico Ridley Scott en 1979 que su película de "terror espacial" Alien, el octavo pasajero iba a convulsionar el género de la ciencia ficción, convirtiéndose automáticamente en un gran éxito de taquilla, película de culto y origen de una de las sagas galácticas más coherentes y fascinantes del cine moderno. Sus pasos los siguieron durante los siguientes treinta años cineastas como James Cameron (Aliens, el regreso), David Fincher (Alien 3), Jean-Pierre Jeunet (Alien Resurrección) y Paul W. S. Anderon (Alien vs. Predator). A partir del próximo jueves, día 29 de junio, y por sólo 7,50 euros, se podrá adquirir con El Cultural la primera película de la mítica saga, que se irá completando cada jueves, hasta alcanzar las cinco entregas, por el mismo precio de 7,50 euros cada DVD.

Hoy nos es tan familiar como Mickey Mouse... Aunque sigue resultando bastante más temible. La figura reptiliana, biomecánica y viscosa del Alien, originalmente diseñada por el genial artista H. R. Giger, forma parte del imaginario cinematográfico moderno, desde que irrumpiera en nuestras vidas, saliendo de las tripas de John Hurt, en esa obra maestra de la ciencia ficción que es Alien, el octavo pasajero, dirigida por Ridley Scott en 1979. Desentrañar su éxito no es difícil: tomaba su argumento arquetípico de Series B como Terror en el espacio (1965) de Mario Bava o Queen of Blood (1966) de Curtis Harrington, por no hablar del relato de Van Vogt, Black Destroyer... Pero lo desarrollaba con los mejores efectos especiales y una cuidada estética de cómic a la que contribuyeron nombres como Ron Cobb, Moebius, Chris Foss o el propio Giger, procedentes del equipo reunido por Jodorowsky para su abortado Dune. Finalmente, dirigía el esteticista y brillante Ridley Scott, especialmente dotado para recrear los espacios oníricos y tecnológicos del filme, cuya atmósfera resulta netamente lovecraftiana. Más allá, estaba y está el propio Alien: sugestivamente horrendo, terroríficamente erótico, acorazadamente blando, mortífero y fascinante. Pura biomecánica en movimiento, el Alien se convirtió en un monstruo demasiado bueno como para dejar que muriera solo en el espacio.

Si el Alien de Scott era en muchos sentidos un filme de los setenta, frío y elegante, que adelantaba el cyberpunk pero poseía resabios de 2001, una odisea del espacio, los Aliens de James Cameron, que aterrizaron en 1986, eran puro cine de los ochenta: acción/aventura espectacular, supervivencialismo splatter, ciencia ficción sucia y feminismo mitológico, a mayor gloria de Sigourney Weaver. Funcionó. Película de comandos, Space Opera a lo Heinlein, con resabios de western, Aliens se recuerda como una brillante secuela, tan diferente del original como coherente con éste.

El primer altibajo llegaría con Alien 3 (1992), debut de David Fincher (quien se lleva mejor con los monstruos humanos, como demostraría con Seven), que manteniendo la coherencia argumental y añadiendo ecos de índole política a su argumento de busca y captura, cayó en la fácil tentación no tanto del esteticismo neogótico y posindustrial, lo mejor de la película, como en la de convertir la mayor parte del filme en mero videojuego de search & destroy. Mucho mejor lo haría el francés Jean-Pierre Jeunet, veterano de la bande-dessinée, que con Alien IV: Resurrección (1997), devolvió a la serie el aliento de cómic europeo que poseía la primera entrega, aunque ahora en clave de aventura espacial, con piratas y mercenarios de mala catadura.

Un fenómeno del género
A estas alturas, Alien ya era un fenómeno del género. No solo abundaban las imitaciones baratas, italianas como Contaminación: Alien invade la Tierra (1980, Luigi Cozzi), inglesas como Xtro (1982, Harry Bromley), etc., sino también las capaces de dar réplica al monstruo de Giger, como Depredador (1987), de John McTiernan, que tuvo su propia secuela en 1991. La franquicia se convirtió en una elaborada serie de cómic, editada por el sello Dark Horse, para algunos superior a las secuelas cinematográficas. Sería precisamente en su vida de historieta donde Alien se encontraría con el Depredador, quien también tenía sus propios cómics. Que acabaran enfrentándose en pantalla era sólo cuestión de tiempo (ya en Depredador 2, en la nave nodriza de los Depredadores, entre los trofeos de caza se puede ver un cráneo de Alien...), y ocurrió en el 2004 con Alien vs. Predator, del experto en el género Paul W. S. Anderson: resultona monster movie, demasiado videojuego, pero eficaz, divertida y con aires que evocan En las montañas de la locura de Lovecraft.

Con sus altibajos y defectos, pocas series del género reúnen nombres tan prestigiosos y mantienen el listón tan alto (quizá solo la saga original de El planeta de los simios y la iniciada por Romero con La noche de los muertos vivientes puedan resistir la comparación), lo que, indudablemente, es promesa de que el Mondo Alien todavía tiene mucho que ofrecernos desde el cine, los cómics, los videojuegos y, quizá, la televisión...


Las cinco entregas
1. Alien, el octavo pasajero (1979), de Ridley Scott. Auténtica renovación en el cine de terror, atmosférico y gótico, con una heroína conquistando el papel que los tiempos reclamaban.
2. Aliens, el regreso (1988), de James Cameron. Se hizo esperar, pero el director de Terminator no defraudó con un cóctel de ciencia-ficción, western y cine bélico a mayor gloria de la teniente Ripley.
3. Alien 3 (1992), de David Fincher. Debut del director de Seven, dio marcha atrás a lo añadido por Cameron y aportó al relato original cierta narrativa a lo Agatha Christie y un significado político.
4. Alien Resurrección (1997), de Jean-Pierre Jeunet. Aprovechando el proceso de la clonación, Ripley vuelve a la vida mitad alien, mitad humana, aportando a la saga un nuevo aire de fantasía.
5. Alien vs. Predator (2004), de Paul W. S. Anderson. Adaptación de un célebre cómic de la firma Dark Horse, da un nuevo giro a la saga introduciendo un nuevo enemigo.