Image: Héctor

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Cine

Héctor

Directora: Gracia Querejeta

6 mayo, 2004 02:00

Nilo Mur y Unax Ugalde en Héctor

Intérpretes: Adriana Ozores, Unax Ugalde, Nilo Mur. Guionistas: Gracia Querejeta y David Planell. Estreno: 7 mayo 107 min.

Historias de interrogación vital y de afirmación positiva, Una estación de paso, El último viaje de Robert Rylands y Cuando vuelvas a mi lado hablan al unísono de crecimiento moral, de la reconciliación con uno mismo y del proceso de aprendizaje continuo que supone la vida. Las tres forman una coherente trilogía construida sobre un tema común de fondo (el misterio de la figura paterna) y sobre la consolidación progresiva de un reconocible estilo visual y narrativo de extremado pudor y fuerte contención dramática.

Cabía pensar que la cuarta realización de Gracia Querejeta serviría para explorar nuevos caminos, pero la sorpresa consiste en que Héctor regresa sin tapujos al territorio investigado ya en su primer trabajo. Sólo que los titubeos de Una estación de paso han evolucionado a una expresión visual y narrativa mucho más madura y más dominada.

El peso del pasado sobre los personajes tiene aquí como vehículo a una mujer muerta (la madre del protagonista), pero la narración evita de forma consciente el recurso al flash-back y opta por construir el retrato de aquella figura en riguroso presente. Como en todas las películas de su directora, las motivaciones reales de los protagonistas quedan sumergidas en la ambigöedad de una puesta en escena que constriñe al máximo la expresión dramática de las emociones sin cerrar el paso a la vibración emotiva que emerge, desde dentro y con sinceridad, del interior de unas situaciones analizadas por una cámara tan cercana como sigilosa. El itinerario iniciático del adolescente que da título al film, rodeado aquí por una multiplicidad de personajes que se enfrentan a otros tantos trances de autoafirmación, transcurre por el paisaje social y cotidiano de las clases humildes en un barrio popular de Madrid. Y Gracia Querejeta se enfrenta a ese escenario con una explícita voluntad de luminosidad no idealizadora, capaz de dar espesor a unas imágenes a la vez transparentes y cálidas, a las que sólo hiere, de forma innecesaria, la explícita dimensión explicativa y literaria que impregna algunos meandros de la voz en off.

Viaje de reconocimiento por un paisaje emocional ya transitado, Héctor afirma con madurez todas las felices intuiciones diseminadas en los films anteriores de su directora y prosigue, con creciente seguridad, la escalada que anunciaba ya Cuando vuelvas a mi lado: la que conduce a la expresión lírica del dolor que provoca el crecimiento moral sin exhibicionismos y sin moralejas, desde la callada trinchera de la cineasta que crece con sus películas y en paralelo con sus personajes. Lo que no es pequeña conquista.