Image: Los monstruos de James Whale

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Cine

Los monstruos de James Whale

por Jorge Berlanga

10 octubre, 2002 02:00

El monstruo acosado por Fritz en Frankenstein

Podemos imaginarnos a James Whale en el exilio interior de su chalet californiano en el año 57, vestido como un dandy, como lo retratan en la excelente película Dioses y monstruos (1998), tras casi veinte años sin hacer una película, atenazada su carrera por el recuerdo de unas obras magistrales del pasado, sufriendo el bloqueo del genio y el vértigo del vacío, tratando de aliviarse con la carne fresca de jovencitos y la visita onírica de sus criaturas, antes de suicidarse en su piscina. La suya era la angustia del creador al que le desbordan sus experimentos, sufriendo la maldición del mortal que desafía a los poderes superiores.

Si Murnau revolucionó el género del terror desde las sombras del expresionismo con Nosferatu, y Tod Browning lo elevó a impredecibles territorios en Drácula o Freaks, Whale le supo dar una formidable condición dramática, cristalizándolo con la alquimia del arte en estado de escalofriante inspiración, sin evitar una ambición de clasicismo que emanaba de su británico sentido de la escenografía, tan elegante como perverso. Frankenstein superó el hecho cinematográfico para entrar en el universo de la mitología. Jamás pudo pensar Mary Shelley cuando escribió su novelita en unos días lluviosos de vacaciones en Suiza, que su personaje llegaría a convertirse en uno de los iconos de la civilización moderna.

Todo hay que decirlo, también gracias al talento fabuloso de un actor como Boris Karloff, que alcanzó la cima de su carrera en la encarnación del monstruo, construyendo esa imagen inolvidable, de frente descomunal, ojos oscuros, cuello atornillado, estatura gigantesca y andares torpes. Moviéndose entre la iracundia y la inocencia. Un personaje más tarde repetido cientos de veces en diferentes películas, sin que nadie haya podido igualarlo, ni Terence Fisher en los estudios Hammer, contando con los excelentes Christopher Lee y Peter Cushing, ni en las versiones heterodoxas como la warholiana Sangre para Frankenstein, con el siniestro Udo Kier, el hilarante Peter Boyle en El jovencito Frankenstein, o el mismísimo Robert de Niro en la visión clasicista del mito que Kenneth Brannagh hizo en Frankenstein y Mary Shelley.

El doctor Frankenstein desafía las fuerzas divinas con el convencimiento de que puede insuflar la vida a unos cosidos despojos de cadáveres. Consigue su propósito, pero fracasa cuando su criatura imperfecta descubre en su simpleza el mal, provocando un desenlace trágico. El arte de Whale consiste en transformar una historia romántica con un sencillo fondo filosófico en una obra soberbia que se se clava como el hielo en los temores del público. Una película que todavía sigue estremeciendo, para ver en noches frías y lluviosas.

Alguna secuela en ocasiones supera al original, como hizo Whale en La novia de Frankenstein resucitando al monstruo, en esta ocasión presa de todas las inseguridades y deseos de la condición humana, empezando por una furiosa necesidad sexual. Bajo la premisa de "No es bueno que el monstruo esté solo", el creador se esfuerza por fabricarle una compañera. Aunque el resultado no sea del todo satisfactorio, el personaje encarnado por la magnífica Elsa Lanchester también figura en el más brillante imaginario de los mitos de la Historia del cine.

Tanto como el otro símbolo de las obras inolvidables de Whale, aunque paradójicamente sólo se viese el rostro del actor durante un par de segundos. El hombre invisible, basado en la novela de H.G. Wells, es una nueva indagación sobre la capacidad humana para el mal en condiciones extremas. En este caso, la caída a los infiernos a través de la invisibilidad, en el camino que lleva de las pequeñas gamberradas a la locura y el crimen. Siendo difícil plasmar la transparencia, Whale, vendando a su protagonista, le confiere una personalidad inquietante y verosímil, que nos enfrenta al espejo de los más terribles fantasmas de nuestra propia naturaleza.

Whale, ante todo, supo utilizar el cine para introducir con exquisitez su bisturí en el corazón de nuestras pesadillas, sin necesidad de sustos, profundizando en el universo de los horrores que se esconden en el interior del público. Una facultad escalofriante que pocos han sabido igualar.

Factoría de mitos
UNIVERSAL CLASSIC MONSTERS COLLECTION
Frankenstein (1931) Extras: Los ficheros de Frankenstein / Película comentada por Rudy Behlmar / Archivo / Trailer de cine
El hombre invisible (1933) Extras: El hombre invisible al descubierto/ Película comentada por Rudy Behlmar / Fotos de producción
La novia de Frankenstein (1935)
Extras: Creando The Bride... / Película comentada por Scott MacQueen / Archivo / Trailer de cine
Precio recomendado: 24,01 euros cada una
Full Screen 4:3. Dolby digital en versión original. Subtítulos en diversos idiomas
Fecha de lanzamiento: 23 de octubre