El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales se ha otorgado en su XII edición a las psicólogas Susan Fiske y Shelley Taylor, autoras de “contribuciones seminales” en el campo de la cognición social, el área que investiga la “mente social”, el estudio de los procesos cognitivos que usan los individuos para entender a otras personas y a sí mismos. El jurado, como consecuencia de las medidas extraordinarias derivadas de la pandemia COVID-19, ha valorado telemáticamente las nominaciones recibidas.
Fiske y Taylor “son dos de las más influyentes psicólogas sociales en activo” cuyas “sorprendentes aportaciones” ayudan a entender el papel de los atajos cognitivos en la configuración de las interacciones sociales. Estos atajos en los procesos mentales intervienen en la formación de juicios de valor sobre otras personas y situaciones sociales.
El jurado reconoce también el trabajo independiente de cada una de ellas. Taylor, Distinguished Research Professor de la Universidad de California en Los Ángeles (EE. UU.), es una de las principales impulsoras de la investigación sobre “cómo el estrés afecta a la salud, y cómo los factores sociales pueden mitigar dicho impacto”, señala el acta. Además, postuló el papel de las llamadas “ilusiones positivas”, “la tendencia humana —bastante útil— de ver el futuro de manera más positiva de lo que probablemente será”. Es autora igualmente de innovadores trabajos en neurociencia social, empleando técnicas de neuroimagen.
Fiske, catedrática de Psicología en la Universidad de Princeton (EE. UU.), ha investigado en particular acerca de la formación de estereotipos, prejuicios y actitudes de discriminación y cómo todos ellos pueden ser estimulados o, alternativamente, desincentivados por propiedades de las relaciones sociales como la cooperación, la competición y las relaciones de poder.
Los nominadores de Fiske y Taylor han sido José María Peiró, catedrático de Psicología Social y de las Organizaciones de la Universidad de Valencia; Alicia Salvador, catedrática de Psicobiología en la misma universidad, y José Muñiz-Fernández, catedrático de Psicometría en la Universidad de Oviedo.
Las galardonadas se conocieron siendo profesora —Taylor— y alumna —Fiske— en la Universidad de Harvard, a principios de los años setenta. Taylor ya había investigado la teoría de la atribución, que aborda la cuestión de a qué atribuyen las personas su comportamiento y el de los demás, y juntas desarrollaron el área. Su trabajo contribuyó, junto con el de otros grupos investigando sobre la misma cuestión, a la integración a principios de los años ochenta de los enfoques de dos campos hasta entonces distantes entre sí: la psicología social y la psicología cognitiva.
Fiske y Taylor emprendieron “una revolución atrevida y arriesgada”, afirman los nominadores José María Peiró y Alicia Salvador. “Los psicólogos cognitivos estaban muy centrados en el procesado de la información, en la atención, la memoria, el aprendizaje... pero no estaban muy interesados en los problemas sociales, quizá por su complejidad”. Con su trabajo, las galardonadas lograron, según los nominadores, “hibridar y transfertilizar” los dos campos. “Fue un importante hito para entender cómo las personas procesamos información y al mismo tiempo comprobar que al interpretar esa realidad la transformamos, influimos sobre ella y a la inversa, cómo el contexto nos influye”, explica Peiró.
Ambas publicaron en 1984 Cognición Social, una obra de referencia en esa área de la Psicología. Este libro “puso realmente la cognición social en el mapa”, señala el acta. Después de cuatro ediciones, la última en 2012, con el revelador título Social Cognition. From Brains to Culture “se ha convertido en un clásico moderno, inspirando e inyectando energía en incontables investigadores a lo largo de tres décadas”. Fiske confirma que ya preparan la quinta edición.
En esta obra las galardonadas proponían un “modelo rompedor”, basado en dos velocidades de procesamiento de la información: una rápida, relativamente superficial y que se fijaría en características que se aplican a todo un grupo (estereotipos), y una segunda (de velocidad más lenta) más cuidadosa y centrada en la información individualizada. En la primera velocidad, “las personas a menudo forman un juicio acerca de la vida social basado en lo que su atención capta en ese momento, en lugar de hacer un análisis sistemático de toda la información disponible”, explica el acta.
Al conocer la noticia del galardón, Taylor ha rememorado en conversación telefónica el inicio de su colaboración con Fiske: “Susan era alumna en su último año de licenciatura. Un día alguien tocó en mi puerta y era ella preguntándome si podía colaborar conmigo. Desde entonces, en 1972, nunca hemos dejado de colaborar. Han sido muchas décadas de una colaboración tan fructífera como gratificante”.
Lo primero que ambas estudiaron fue el fenómeno de la saliencia: “Cualquier información que sea saliente, que se destaque, será a lo que se le atribuya la causa de lo que ocurre en esa situación. Si una persona es saliente, incluso al hacer algo muy sencillo —como colocarla delante en vez de a un lado—, se le atribuirá un papel más importante en la conversación, marcando la agenda e introduciendo temas, sencillamente por el hecho de que sobresale en el campo visual”.
Fiske y Taylor definieron varios tipos de pensador social, y en concreto acuñaron el concepto de avaro cognitivo, un tipo de sesgo que inclina la percepción hacia la información que confirma las propias creencias, reduciendo así el esfuerzo mental de procesarla. Si bien este mecanismo fomenta una interpretación parcial de la realidad, también es lo que permite gestionar en una fracción de segundo la ingente cantidad de información presente en cualquier interacción social.
El avaro cognitivo es un sesgo que se basa y a la vez refuerza los estereotipos. Para Peiró y Salvador, “es necesario entender cuándo puede ser útil, y cuándo peligroso. Lo ideal sería una combinación del pensamiento rápido con el lento o individualizado, que presta más atención a lo más idiosincrático de las personas, un análisis más riguroso, más concienzudo y con más autocrítica”. Para el también nominador José Muñiz-Fernández, Fiske y Taylor “abren el campo de la cognición social y le dan una gran relevancia también en la sociología, la economía, la política, la salud. Su gran aportación es que cambian el pensamiento clásico de que formamos los juicios de manera analítica, racional, para mostrar que lo hacemos con atajos, con automatismos que no son perfectos, pero sí útiles”.