Vista del "Mathematical Bridge", en Cambrigde, construido en 1749 por James Essex sin un solo clavo metálico
Sánchez Ron viaja en su quinta entrega sobre las ciudades y la ciencia a Cambridge, un periplo que rastreará las huellas dejadas por nombres como Darwin, Newton (cuya escultura preside el Trinity College), Crick y Watson (desde el Cavendish laboratory) y Stephen Hawking, entre otros.
Prácticamente delante de ella se halla la humilde entrada a un centro nada humilde: el Trinity College. Si le dejan entrar, algo ahora difícil porque, razonablemente, el college ha decidido resguardarse de esa plaga mundial que son los turistas, verá que penetra en algo semejante a un pequeño Shangri-La, sólo que éste es real y no imaginado. Como en otros colleges, encontrará un gran patio rectangular, flanqueado por edificios de pocas plantas. En uno de los lados está la capilla. Entren y lo primero que hallarán es una sala dominada por una gran estatura de Isaac Newton sosteniendo un prisma, el sencillo instrumento con el que realizó sus investigaciones ópticas; al pie de la estatura se lee: Qui genus humanum ingenio superavit ("Cuyo ingenio superó al de todos los hombres"). Hay otras estatuas -entre ellas las de Francis Bacon, Isaac Barrow, el primer catedrático lucasiano, y William Whewell-, pero a mí me llamaron más la atención las placas de bronce que flanquean toda la sala y que recuerdan a antiguos miembros del college; más que llamarme la atención, me emocionaron. En ellas encontré, con leyendas en latín que rememoran algunos de sus logros, nombres para mí muy queridos: Arthur Eddington (astrofísico), J. J. Thomson, Rutherford, W. L. Bragg y Piotr Kapitza (físicos), Cayley, Hardy y Ramanujan (matemáticos), Michael Foster (fisiólogo), Frederick Hopkins (bioquímico), Russell y Whitehead, que anduvieron a caballo entre las matemáticas y la filosofía, y dos filósofos "propiamente dichos", Ludwig Wittgenstein y George Moore.
A través de una de las puertas situadas al fondo del gran patio, se puede acceder a un segundo patio que, en el lado del Cam -¡que maravillosas son las orillas de este río!-, ocupa una bellísima biblioteca, la "Wren Library", que recibe su nombre en honor a Christopher Wren, el astrónomo convertido en arquitecto que la diseñó, por encargo de Isaac Barrow, en 1676. Como otras bibliotecas de los colleges de Cambridge, la del Trinity alberga joyas inapreciables, tal vez la más importante la copia personal de Newton de los Principia.
Mencioné antes el Laboratorio Cavendish, centro al que la física de los siglos XIX y XX debe mucho, lo mismo que la biología molecular del XX. Desde hace tiempo, los laboratorios del Cavendish están situados fuera del centro (haciendo justicia a su pasado, sus tres edificios toman los nombres de Mott, Bragg y Rutherford), pero recomiendo ir a visitar el emplazamiento original, en el que a partir de 1874 trabajaron Maxwell, Rayleigh, Thomson y Rutherford. Se halla en Free School Lane. A la derecha, en el pasadizo que da paso al patio general, aparece la entrada a lo que fue un laboratorio famoso dedicado al estudio de los campos magnéticos fuertes, y más tarde a bajas temperaturas, el Mond Laboratory, construido en 1932 para Kapitza, al que no tardó demasiado la Unión Soviética en apartar de allí, aprovechando una de las visitas que éste hacía en verano a su patria.
Hay tantas cosas, tantos edificios, tantos lugares, en Cambridge que visitar y admirar, que sería imposible recogerlos aquí. Únicamente, para terminar, recomendaré que visiten el "Mathematical Bridge", el puente diseñado por William Etheridge, enteramente de madera, sin un solo clavo metálico, y construido en 1749 por James Essex, que une las dos partes del Queen's College, separadas por el Cam.