Dos versiones de un solo hecho
[caption id="attachment_1727" width="560"] Natalia Sánchez y Fernando Guillén Cuervo en un momento de Oleanna[/caption]
Cuando se piensa que Oleanna fue escrita hace ya 25 años, sorprende la anticipación de David Mamet al escoger un tema, -el acoso sexual -, que no ha dejado de ser argumento de actualidad. Se trata de uno de los grandes títulos del autor, escrito con su inconfundible estilo conciso y sin adornos, y con un controvertido enfoque, ya que hay una intención del autor por dejar perplejo al espectador sobre si la acosada dice la verdad o miente. La producción que se representa en el Teatro Bellas Artes, dirigida con buen pulso por Luis Luque y protagonizada por la pareja artística Fernando Guillén Cuervo y Natalia Sánchez, es bastante fiel al original.
La obra es de una economía narrativa apabullante, organizada como un diálogo en tres actos, en la que el autor va directamente al grano desde el inicio. En el primero, un profesor universitario recibe en su despacho a una de sus alumnas que quiere revisar su examen. El encuentro con ella trasciende lo que sería una relación académica, la alumna busca una nota y confiesa su baja autoestima escolar, él se compadece de ella y decide ayudarla, y se muestra locuaz y afectuoso en exceso para unos, inocuo para otros, lo que será el origen del conflicto. En el acto segundo asistimos al enfrentamiento de los personajes, a raíz de la denuncia que la alumna ha presentado ante las autoridades universitarias, en la que acusa al profesor de acosador y elitista. En el tercer acto, conocemos las consecuencias.
Apenas sabemos algo de las vidas de los protagonistas, toda la información que obtenemos nos llega a través de unos diálogos con muchas frases entercortadas, y también por su comportamiento físico, que en el texto se describe con breves acotaciones. Mamet ha dicho en alguna ocasión: "Un personaje es acción, como ha dicho Aristóteles: exactamente aquello que hace, no lo que piensa ni lo que dice. Es lo que intenta realizar físicamente en escena. Precisamente lo que entendemos de la forma de ser de una persona: no por lo que dice, sino por lo que hace".
Son precisamente estas acciones las que nos pueden decidir como espectadores sobre la culpabilidad del profesor. Ahí radica también la gracia de cada producción que se monta, en si la balanza se inclina a favor de uno u otro personaje. En esta de Luque, con versión de Juan Vicente Martínez Luciano, podemos creer que es más favorable a la alumna, pues vemos en el primer acto cómo Fernando Guillén Cuervo le toca el muslo, lo que ya es un exceso de confianza. Pero Mamet juega a despistarnos todo el tiempo, luego conocemos las acusaciones que la alumna vierte contra el profesor, que parecen obedecer a un plan premeditado, de manera que ella se nos desvela como una manipuladora monstruosa.
El otro interés de la pieza es el combate interpretativo de los personajes. Fernando Guillén Cuervo está convincente, su retrato es el de un profesor parlanchín y pedante, que ve desvanecer sus ambiciones profesionales y sociales de medrar en el estamento universitario. Natalia Sánchez está en un tono menos realista que él, sigue un arco interpretativo inverso, pasa de presentarse como una joven confundida y frustrada a una taimada, fría y prepotente chica. Su interpretación parece sencilla, pero no lo es, ella se ciñe al texto y te la crees.
Para acentuar el declive del profesor, Luque utiliza un recurso de puesta en escena, va desplazando la mesa del despacho de derecha a izquierda del escenario conforme avanza cada acto, es decir, desde dónde se encuentra el profesor hasta donde se sitúa la alumna, un apunte escénico que subraya el dominio que adquiere la alumna sobre su maestro.
Mamet nos dirige al tema de la manipulación del lenguaje, es decir, ¿hasta dónde nos compromete lo que decimos? El lenguaje nos define, pero ¿tanto como para que las "acusaciones" se identifiquen con "hechos probados", como ocurre en esta pieza? Es una pregunta muy vigente, así como otros asuntos políticos y sociales que desliza desde su óptica conservadora, como el de si debe garantizarse el acceso universal a la universidad o la censura que imponen las huestes de la corrección política…