[caption id="attachment_1453" width="560"] De izquierda a derecha, Mariano Rocham, Gloria Albalate y Fernando Sansegundo en un momento de Navidad en casa de los Cupiello[/caption]
Siempre es una buena noticia la representación de una obra de Eduardo de Filippo y el Centro Dramático Nacional ha programado para estas Pascuas una de sus obras tempranas: Navidad en casa de los Cupiello. La pieza no es la mejor de sus obras, pero escrita en 1931 se convirtió en uno de sus primeros éxitos. La versión que ha dirigido Aitana Galán tiene la virtud de contar con Fernando Sansegundo en el personaje del patriarca familiar, que recrea un anciano refugiado ya en sus recuerdos, de gran humanidad, locuacidad y gracia.
De Filippo se inspiró para esta obra en la pasión que tienen los napolitanos por montar el belén con la llegada de las Navidades, un entretenimiento meticuloso al que dedican tiempo y que les permite eludir las penalidades de la vida. Establece así un juego entre ficción y realidad que es una de las constantes argumentales de su teatro, bajo la forma de una farsa de tono costumbrista y sobre un fondo de conflictividad social que los autores de la versión, Aitana Galán y Jesús Gómez Gutiérrez, han traído a nuestros días recordando los desahucios y añadiendo unos polis antidisturbios.
Sobre el pequeño escenario de la sala de La Princesa se representa la cotidianidad de una familia humilde, los Cupiello, en los prolegómenos de la preparación de la cena de Navidad. Pero la beatitud que se espera de un día así, se rompe. La estampa es la siguiente: El patriarca, Luca Cupiello, interpretado por Fernando Sansegundo y que es lo mejor del espectáculo, suele holgazanear hasta tarde en la cama y su única preocupación es la de montar el belén. Sobre su mujer, la dulce Concetta (Rosa Savoini), recae todo el peso de las labores domésticas, así como mediar en la resolución de los conflictos que van a sucederse entre los distintos miembros de la familia: un hijo vago (Críspulo Cabezas), una hija (Huichi Chiu) infelizmente casada con un rico (Mariano Rochman) y al que pone los cuernos con Vittorio (Daniel Moreno), y la tía okupa (Gloria Albalate). Hay también una narradora (Maria Filomena Martigneti), que actúa eficazmente situando las escenas que van a tener lugar a la manera de un Pulcinella de la comedia del arte.
Esta versión actualiza la pieza y la adapta a nuestro país moderadamente, pero su interpretación es fiel al estilo de la comedia italiana que nos ha trasmitido el cine, con personajes muy habladores, gesto excesivo y grito generoso. Tiene buen ritmo y el colofón final, a modo de metáfora sobre el valor de la familia y la concordia restituida entre sus miembros, es gracioso y resuelto con lirismo. Se agradecen también la inclusión de villancicos y canciones que agilizan y animan el espectáculo.