Un lobo llamado Vasko Popa
Lo que diferencia el trato que con la cultura popular tuvo el poeta serbio Vasko Popa (1922-
1991) es que su visión de lo folclórico huye de lo simplista. Él no ve la herencia popular como
una colección de rimas más o menos alegres, sencillas y repetitivas en la fórmula; para él se
trata de una estación más de la cultura universal, en absoluto menos repleta de recovecos,
sorpresas y hallazgos, tanto formales como de contenido. Por ello, además de sus libros
de poemas, recopiló en La manzana dorada una colección de refranes, acertijos, poemas
populares y demás de la tradición serbia en la que queda claro que los creadores de lo popular
(como si fueran distintos de quienes firmaron sus obras) podían ser igual de enrevesados,
irónicos, inteligentes y hondos que los nombres más repetidos de la tradición poética.
Popa (de quien es fácil recordar los libros que había publicados en España: ninguno) es uno de
tantos nombres esenciales de la poesía europea del siglo pasado, uno de quienes junto a otros
como Herbert, Milosz, Sorescu, Holub, Tranströmer, Sena... contribuyeron a que la nómina
de autores fundamentales del siglo XX sea tan extensa que uno no se cansa de descubrir
maravilla tras maravilla. Por eso, la publicación de esta poesía completa, titulada para la
ocasión El cansancio ajeno (Vaso Roto ediciones) es todo un acontecimiento de primer orden.
Popa se ve a sí mismo como un lobo (el símil recorre toda su obra) que a un tiempo rehúye
y busca la compañía de los humanos. La traducción de Dubravka Suznjevic (no exenta de
algún mexicanismo que le da un cierto exotismo a su traducción, cosa que no debe molestar
al lector, si no molesta a los espectadores de los culebrones; ensancha nuestro idioma) revela
todos los matices de una poesía en apariencia sencilla. Sólo en apariencia: como los refranes,
como las adivinanzas, como las canciones que tanto interesaban a Popa.
La edición se completa con un estudio de otro gran poeta serbio, Ivan V. Lalic (ojalá algún
día podamos leerle en español también a él), un hermoso álbum fotográfico y una serie de
reflexiones sobre la escritura. No se da el origen de estas notas, pero al menos una de ellas
no está exenta de curiosidad: “La puerta” parece a primera vista la paráfrasis de un poema
de Miroslav Holub de igual título; pero comparando fechas, la nota de Popa está fechada en
1954 y el poema de Holub en 1961. ¿Se inspiró Holub en esa nota de Popa? El parecido es
demasiado evidente como para no sospecharlo...
En una de las fotografías del álbum vemos a un joven Vasko Popa caminando por el monte
cogido de la mano de su mujer. Esa fotografía le inspiró el poema “Viaje celestial”:
En la imagen
Tomada en la colina encima de Jabuka
Salimos mi compañera terrestre y yo
Estamos tomados de la mano
Ella en un vestido de verano con tirantes
Yo en una camisa arremangada
Dimos un paso desde la cima
Hacia el cielo plano ante nosotros
En la imagen
Hecha hace treinta años
No se ve la estrella que alcanzamos
El lente nos tomó de espaldas
De nuestros rostros
No se leerá nada
No me resisto a terminar copiando otro de mis favoritos, “Patrocinador de trigo”:
Me topo con un hermoso anciano
En el tren de Vrsac a Belgrado
Viaja apenas hasta la tercera parada
Sólo para ver
El trigo junto al camino
Mira por la ventana abierta
De vez en cuando asiente con la cabeza
Y todo el tiempo vuela
Vestido en briznas doradas
Sobre los campos de trigo
Regresará en el primer tren a Vrsac
Con un puñado de granos en el bolsillo
Con dos espigas clavadas en el sombrero
Entre otras muchas cosas, Vasko Popa nos enseña el lado humano de lo animal y el lado
animal de lo humano; que una moneda cualquiera nunca tiene menos de cuatro caras, se
mire como se mire. Quien no lo haya leído aún tiene la fortuna de haberse guardado un
tesoro para este momento: de esos que nos ahondan por dentro.