Ratchet & Clank tuvo su época dorada durante la época de PlatStation 2 y Platstation 3, donde iba prácticamente a título por año. Sin embargo, en PlayStation 4 solo llegó a sacar un juego en 2016 para intentar aprovechar el tirón que pudiera tener la película. El estreno en salas fue un fracaso sin paliativos, y aunque el juego fue bien recibido, en Insomniac parecía que habían optado por destinar todos sus recursos a hacer de Marvel’s Spider-Man (2018) la saga que los catapultara a la división de honor del desarrollo mundial. Por eso me sorprendió tanto que, justo hace un año, durante el evento digital de presentación de PlayStation 5, anunciaran un nuevo episodio de la saga como exclusivo de la consola de nueva generación de Sony. Una dimensión aparte agradece la pausa de cinco años y aporta las suficientes novedades como para justificar su existencia en una franquicia que a mediados de la década de los 2000 ya tenía completamente definida la fórmula del éxito, ¿pero es eso suficiente para el que probablemente sea el único exclusivo de PlayStation 5 de los estudios internos de Sony este año?
Ratchet y Clank celebran un día de conmemoración por alguna de las gestas del pasado en una abarrotada ciudad cuando el Doctor Nefarious, su archienemigo, interrumpe las celebraciones blandiendo el Dimensionador, un dispositivo que Clank había diseñado tratando de proveer a Ratchet de una vía para encontrar a los demás miembros de su raza. El caos se desata y el villano utiliza el aparato para llevarles a una dimensión donde “él siempre gana”. El salto cuántico les lleva a Nefarious City, la capital de un imperio galáctico sometido a la tiranía, pero quedan separados y Clank se topa con Rivet, una lombax, con un brazo metálico y alter ego de Ratchet , que forma parte de la resistencia. Se desata así una carrera contra el tiempo en que se dividen las tareas para intentar detener una hemorragia dimensional que amenaza con colapsar el multiverso.
Una dimensión aparte bascula entre las perspectivas de Ratchet y Rivet, repartiéndose las misiones mientras trabajan por deshacer el daño que ha provocado el Doctor Nefarious mientras comparten la progresión de habilidades, todo el arsenal y las mejoras en el equipamiento, algo que quizá no tiene mucho sentido narrativo, pero que cohesiona toda la experiencia y evita una sensación de repetición o una limitación artificial innecesaria. Sus principales activos son lo refinada que está a estas alturas su fórmula jugable (una mezcla de acción y plataformas con elementos RPG y puzles puntuales) y sus impresionantes valores de producción. De la populosa capital del imperio, con sus interminables líneas de tráfico de coches voladores y sempiternas luces de neón, a un robot colosal inmerso en una crisis existencial, el juego ni se arredra ni escatima en gastos a la hora de crear secuencias espectaculares. Los estímulos audiovisuales llegan casi al paroxismo, y el caos que se desata puede llegar a sobrecoger en ocasiones, exhibiendo el músculo de PlayStation 5 sobre todo en el uso de partículas. Poco a poco, sin embargo, se aprende a utilizar las herramientas que el juego dispone para poner orden en la anarquía, aunque se afianza todavía más su vocación cinética. Es un juego veloz, donde el movimiento y el posicionamiento resultan claves y se premia la rápida toma de decisiones.
El discurso general de la franquicia desde tiempos de PlayStation 3 es que se asemeja a una película de Pixar. Aunque la comparación gráfica puede tener bastante sentido (el nivel de detalle supera ampliamente las películas de la primera década del estudio de animación), en el aspecto narrativo no hay ni punto de comparación. Es más Blue Sky (artífices de la saga Ice Age) que otra cosa. El juego tiene algo que decir sobre aspectos como la minusvalía o el trauma, y el ritmo de la aventura, muy beneficiado con la introducción de Rivet, no se resiente en ningún momento. Sin embargo, acusa muchos de los defectos de la ficción dirigida a los más jóvenes. Es decir, un ruido furioso y una falta de resonancia emocional. El juego pasa de refilón por los temas más interesantes y los aspectos más conflictivos de las relaciones entre los personajes. El villano principal tampoco cuenta con una caracterización que vaya más allá de la caricatura, lo que hace que todo tenga poco peso. Las cosas se complican mucho pero en ningún momento da la sensación de que puedan torcerse del todo. En franquicias como esta, donde los episodios son tan independientes, no se pueden hacer cambios de calado. Al final, todo tiene que volver a la línea de salida. Nada tiene consecuencias, y esa levedad desprovee de tensión a todo lo que sucede. Es una limitación impuesta por el propio formato, pero acaba pesando demasiado.
Ratchet & Clank: Una dimensión aparte es un juego divertido, muy eficaz en lo que se propone y con un apartado tecnológico genial, perfecto para los jugadores más jóvenes, pero que no consigue significarse de la misma manera que los otros juegos del portfolio de Sony Worldwide Studios. ¿Justifica su condición de exclusivo de PlayStation 5? El disco duro tiene mucho que decir. La velocidad en el streaming de datos permite al juego generar unos escenarios enormes que se pueden recorrer a grande velocidad, pero las brechas dimensionales no se usan tanto como pudiera parecer en los tráileres. Se reservan a momentos muy concretos y como pequeños niveles opcionales. Donde más llama la atención es en un par de ocasiones cuando el nivel alterna entre dos versiones, antes y después de un gran desastre, como ya hicieron Titanfall 2 y Dishonored 2 en 2016. La principal diferencia es que aquí son niveles mucho más grandes, abiertos y expansivos, y es posible que su implementación no fuera posible en PlayStation 4, pero tampoco podría asegurarlo con certeza. Más allá de estas consideraciones, lo que queda es un juego bien pertrechado, eficiente, muy creativo en su diseño de armas, con un sustrato tecnológico de primera pero con limitaciones evidentes. Divertido aunque no memorable.