Anastasie “Tasi” Trianon forma parte de una expedición arqueológica junto a su marido Salim cuando sufren un accidente de avión sobre el desierto de Argelia a finales de los años 30. Cuando recupera el conocimiento, descubre que todos sus compañeros han desaparecido y que ha perdido la memoria. Se refugia en una cueva para protegerse de la ira del desierto. Al internarse en las profundidades de las galerías y llegar a lo que parece un callejón sin salida, un extraño amuleto en su posesión reacciona con virulencia, activando unos portales que le permiten acceder a un mundo alienígena oscuro, barrido por las tormentas y dominado por una misteriosa civilización que ha tenido contacto con la humanidad en momentos puntuales a lo largo de la historia. Una vez consigue escapar, se topa con un Salim moribundo que le recuerda por qué es necesario que sobreviva: Tasi lleva en sus entrañas al hijo de ambos.
Frictional Games es un pequeño estudio sueco que desarrollaron su motor gráfico como parte de un proyecto universitario. El HPL engine (en honor al escritor de Providence) les permitió realizar los juegos de Penumbra, y más tarde, Amnesia: The Dark Descent, con el que obtuvieron un gran éxito gracias la exposición que le otorgaron afamados youtubers. Sin embargo, para su proyecto el estudio optó por cambiar de tercio, y aunque siguió moviéndose en el terreno del horror, lo hizo en una historia de ciencia ficción que meditaba sobre los aspectos más existenciales de la realidad post-humana. Soma sigue siendo a día de hoy uno de los juegos más impactantes que he podido experimentar, exprimiendo al máximo el potencial del medio para situar al jugador en el epicentro de una situación extrema en sus ramificaciones filosóficas que lo obligue a cuestionar su propia condición humana. Su evidente inclinación intelectual no se tradujo en ventas, o al menos no de la misma forma que lo había hecho su anterior título. Quizá por eso en Frictional hayan decidido volver a la franquicia que los puso sobre el mapa, si bien con una historia completamente diferente y una ambición narrativa heredada de Soma.
Aunque se prodiguen los ejemplos tanto en cine como en literatura, en videojuegos la maternidad ha sido desde siempre un tema tabú, o quizá uno sin mucho sentido lúdico o difícil encaje en una fantasía de poder tradicional; pero, como han demostrado los creativos de Frictional, es un terreno fértil para el género del terror donde el énfasis está en la propia supervivencia. Amnesia: Rebirth carece por completo de mecánicas de combate. Lo único que puede hacer Tasi para hacer frente a los horrores que le asaltan en su periplo es correr, esconderse y abrirse camino solucionando todo tipo de puzles y atravesando escenarios que alternan entre la belleza contenida y la angustia más claustrofóbica. A todo eso hay que añadirle la vulnerabilidad de su estado, un embarazo que se va desarrollando de manera acelerada a lo largo de la docena de horas que dura el juego y que culmina con una escena de parto que es quizá lo más valiente que se ha hecho en el medio en los últimos años.
Conforme Tasi va poniendo parches a su maltrecha memoria descubre poco a poco los hechos de su vida anterior, especialmente su relación con Alys, su primogénita, que murió tras una misteriosa y letal enfermedad. El recuerdo del trauma por una pérdida semejante hace que se aferre con más ahínco todavía a su instinto de supervivencia para darle una oportunidad a Amari, a quien bautiza antes de nacer y con el que mantiene largas conversaciones en todo momento. De una manera muy inteligente el estudio ha decidido colocar el embarazo en el centro neurálgico de la experiencia, tanto a través de mecánicas sutiles (Tasi puede sentir al niño dando patadas en su interior, lo que calma su ansiedad en los momentos más pavorosos) como en la profunda ansiedad que provoca, los miedos que despierta y el padecimiento, tanto físico como espiritual, que conlleva. Por todo el horror cósmico al que se enfrenta Tasi, el verdadero espanto no se encuentra en las visiones de pesadilla a lo H.R. Giger sino en lo que se desarrolla dentro de ella: su estado de salud ante el historial familiar, su situación vital ante todos los percances por los atraviesan y, en última instancia, su capacidad de aislarse de la corrupción que la va consumiendo cada vez que se expone al influjo alienígena.
Amnesia: Rebirth ha salido en un momento complicado, con todo el ruido de la nueva generación y los grandes blockbusters del otoño, pero es sin duda uno de los juegos del año. Luce una dirección artística portentosa, posee unos puzles tan extraños como efectivos y que sacan en ocasiones el máximo partido al motor de físicas, exhibe una interpretación genial de Alix Wilton Regan en el papel de Tasi y un ritmo que apenas se resiente a pesar de favorecer los momentos de introspección y la creación de atmósferas. Quizá lo único que se le puede achacar es la ausencia de epílogos para sus tres finales diferentes que permitan clausurar la narrativa de manera más satisfactoria y los efectos empleados para oscurecer la pantalla que buscan representar el miedo y los momentos donde Tasi pierde el control. Aunque se pueden desactivar en parte en el menú de opciones, algo que recomiendo encarecidamente, no dejan de ser un recurso algo caduco para manipular al jugador. Por lo demás, el último juego de Frictional Games es un título indispensable que abre camino en el medio con su perspectiva única.