Cada seis o siete años toca renovar el parque de consolas en los salones de todo el mundo, una revolución periódica en la base tecnológica que posibilita los avances de los desarrolladores de videojuegos. Este año la situación provocada por la crisis del coronavirus ha complicado tanto las cosas que hasta el último momento no sabíamos si las dos grandes empresas que compiten en este mercado, Sony y Microsoft –una vez que Nintendo ha optado por otro camino adyacente–, iban a poder cumplir con sus promesas de un lanzamiento en noviembre. Contra viento y marea, las dos han terminado por prevalecer, superando los grandes desafíos logísticos y de producción, pero con una serie de condicionantes que poco a poco se van dando a conocer. El principal que afecta a PlayStation 5 es que la consola no va a estar disponible para la venta física en ningún mercado el día del lanzamiento. Los que quieran hacerse con una tienen que hacerlo a través de las páginas web de las diferentes tiendas, una medida que, según Sony, es para evitar las típicas aglomeraciones de personas que suelen suceder en estas ocasiones.
A pesar de la medida, los datos de preventa auguran un lanzamiento histórico para la marca. Con la pandemia el consumo de videojuegos se ha disparado. Sin posibilidad de viajar y con las opciones de ocio habituales muy limitadas por las circunstancias, el entretenimiento interactivo ha escalado posiciones. El precio de dar el salto es elevado. PlayStation 5 saldrá por 499 euros en su versión con lector de discos y por 399 euros la versión digital, sin él. Además, los juegos pueden experimentar también un incremento en el precio. Los títulos que publica la propia Sony ya han anunciado que saldrán en España por 79 euros, 10 más que hasta ahora. Es muy probable que las demás editoras sigan su ejemplo, aunque muchas han decidido adoptar una postura por el momento más prudente y ver primero cómo reacciona el mercado.
Hablando ya de la consola en sí, la primera impresión, nada más sacarla de la caja, es que es un dispositivo voluminoso, grande, hasta cierto punto aparatoso con esas aletas que se abren hacia fuera y que desde luego complican el transporte si en algún momento queremos meterlas en alguna maleta o parecido. En la caja viene incluida una peana que hay que atornillar en la base, y aunque se puede colocar en horizontal, parece que ha sido diseñada para que descanse en vertical y así facilite la circulación de aire. Resulta imprescindible asegurarnos de que tenemos espacio suficiente en el mueble del salón para alojar la consola. El diseño es ciertamente llamativo, futurista, con un aspecto blanquinegro que seguramente destacará en los salones más sobrios.
Una vez encendida, PlayStation 5 y su disco de estado sólido (SSD) marca una clara diferencia con la anterior generación. La interfaz ha sido renovada estéticamente, pero la principal diferencia es lo rápido y fluido que funciona todo, algo que también se extiende a la PlayStation Store, la tienda digital. Las búsquedas son muy rápidas y las descargas aprovechan por fin todo el ancho de banda de la fibra, tanto en descargas de juegos como de parches de actualización, algo que se ha convertido ya en una constante. Además, los juegos se instalan en el sistema casi con la misma rapidez, nada que ver con el hasta cuarto de hora que podían llegar a tardar en ocasiones en PS4. En una misma sesión se puede alternar entre diferentes juegos gracias a un switcher que permite los cambios sin apenas tiempos de espera. El SSD sostiene toda la experiencia de usuario, pero su principal limitación va a ser el espacio. A pesar de tener una capacidad de 825 gigas, el uso real que se le puede dar es de 667,2 gigas, ya que el resto se reserva para el sistema operativo. Teniendo en cuenta que los juegos más pesados pueden superar con facilidad el centenar de gigas, es algo que más pronto que tarde se convertirá en una limitación persistente. Es posible que la nueva arquitectura de la consola permita a los desarrolladores reducir el tamaño de sus juegos, pero no va a ser un cambio radical. Tampoco rápido. Call of Duty: Black Ops Cold War, que sale la semana que viene, tendrá ya un peso de 133 gigas. Un quinto del espacio en el disco duro. Casi nada.
En cuanto a servicios, uno de los principales aciertos que ha tenido Sony es lo que han denominado PS Plus Collection, una librería con 20 títulos, algunos de los más destacados de PS4 entre los que se encuentran God of War, Resident Evil 7, Uncharted 4 o The Last Guardian. Es importante remarcar que la mayoría son las versiones de PS4 que funcionan mediante retrocompatibilidad, sin mejoras específicas, pero todos los juegos con framerate desbloqueado se benefician muchísimo de la potencia extra. Lo que sí es una verdadera pena es que no se pueda jugar a Bloodborne a 60 fps o a una mayor resolución, un juego que a pesar de su edad sigue siendo todo un referente y que podría brillar todavía, casi seis años después de su lanzamiento, si lo adaptaran al nuevo hardware. PS Collection va a ser un argumento de peso para los que no tuvieron una PlayStation 4, la anterior generación, por lo que hacer el trabajo extra para aprovechar la nueva potencia de su sucesora sería un movimiento maestro.
En los títulos realmente de PlayStation 5 que he podido probar (todavía muy pocos), la potencia gráfica se traduce sobre todo en las resoluciones altas (4K) y el uso puntual del trazado de rayos en Spiderman: Miles Morales o en Devil May Cry 5: Special Edition. Todo lo que es iluminación directa e indirecta (los atardeceres o las luces de neón), efectos atmosféricos (las ventiscas sobre Manhattan), reflejos en charcos o en espejos luce espectacular. Además, la posibilidad de poder elegir entre dos modos, optando por una mayor fidelidad visual o una mejor tasa de refresco en las imágenes, es algo que tiene visos de convertirse en un estándar para la mayoría de los juegos, y bienvenido sea.
En mi opinión, la gran revelación de la consola es el mando DualSense. Las posibilidades que muestra Astro’s PlayRoom, el juego que se ha incluido de serie para mostrar el potencial del dispositivo, son apabullantes. Es un cambio de paradigma que sirve para hacer de la experiencia algo mucho más tangible. El Team Asobi ya demostró su buen hacer en Astro Bot: Rescue Mission para sacar el máximo partido de la realidad virtual y ahora, con el DualSense, vuelven a marcar el camino a los demás estudios. Los gatillos adaptativos permiten un cambio en la resistencia que presentan, lo que hace que se trasladen fielmente sensaciones como pueden ser tensar un arco, presionar un muelle, escalar por una pared, acelerar una nave… A esto hay que sumarle los sensores de movimiento, el micrófono y el altavoz, la sensibilidad de la superficie táctil en el centro, la vibración háptica de altísima calidad y una ergonomía de ensueño. Es un mando más grande y pesado que el DualShock 4, pero aporta solidez. Es un argumento que puede pesar más que la cuestión gráfica a la hora de elegir qué versión jugar de títulos multiplataforma. La gran duda es saber si los desarrolladores se preocuparán de sacarle el máximo partido en los juegos que vayan sacando o si pasará a convertirse en un engorro pasajero con el que no quieran molestarse. Como punto débil señalaría la duración de 10-12 horas de la batería. Es posible que se le pueda sacar algo más de uso con una configuración acertada, pero es verdad que esperaba algo más.
PlayStation 5, en líneas generales, es un aparato silencioso, aunque se puede llegar a percibir un sonido de alta frecuencia constante que parece tener origen mecánico. El sonido del ventilador ya no es un problema, en claro contraste con el de PS4 Pro, que en los juegos más intensos de final de generación parecía que iba a salir despegando en cualquier momento y hacía temer por la integridad de la circuitería interna de la consola. La cosa cambia un poco cuando metemos un disco dentro de la unidad, pero está claro que la arquitectura de la caja se ha pensado así para reducir de manera considerable el ruido.
Durante mi tiempo con la consola he sufrido un breve crash, probablemente debido a un problema de software (un bug) con un juego (Spiderman: Miles Morales). La pantalla se congeló por completo y tanto la consola como el mando dejaron de responder. Tuve que apagarla directamente y volverla a encender. Al hacerlo se reconstruyó el disco duro y volvió a funcionar de manera normal, aunque avisó de que algunos datos de juego podían haberse corrompido. Sin embargo, no perdí progreso alguno y pude retomar la sesión de juego a los pocos segundos. Como digo, lo más probable es que fuera un bug de un juego concreto (que ni siquiera está disponible todavía), porque no he tenido nada parecido en todos los demás que he probado. A pesar del sobresalto, la consola supo reconfigurarse con rapidez y solventar el problema, fuera lo que fuera.
A estas alturas, la impresión general es que faltan juegos todavía que le saquen verdadero partido a las capacidades del aparato. Hasta cierto punto es algo normal que pasa en todas las puestas de largo de una nueva generación, pero el anuncio de que varias exclusivas de PlayStation van a contar con versiones para PS4 incluso en 2021 (Horizon: Forbidden West) atempera las expectativas de ver un verdadero salto generacional que vaya más allá de la mera conveniencia en la experiencia de usuario. Quizá cuando pueda jugar al remake de Demon’s Souls cambie de opinión, pero por ahora es un aparato dirigido a los más entusiastas y a los que valoren la conveniencia de las cargas rápidas o las florituras gráficas. Eso sí, el DualSense es un paso valiente e innovador en la buena dirección que podría convencer a muchos, aunque, como pasa también con la realidad virtual, resulta fundamental tenerlo en las manos para saber en qué consiste lo que propone. En cualquier caso, va a ser muy difícil hacerse con una antes de las Navidades, y el gran catálogo que está anunciado ya para el año que viene casi asegura un buen impulso de salida para la que es ya la quinta incursión de la multinacional japonesa en el mercado de sobremesa. Porque al fin y al cabo, son los juegos los que acaban definiendo la identidad de una consola en el imaginario colectivo.