Desde los ochenta, Hollywood ha descuidado un aspecto esencial del cine: el guion. Las tramas infantiles trufadas de efectos especiales han desplazado a las buenas historias. A pesar de la apuesta por el espectáculo, de vez en cuando surgen películas con la solidez e inspiración de los viejos clásicos, como The Shawshank Redemption, dirigida por Frank Darabont y estrenada en 1994. Nominada a siete Oscar, Forrest Gump, muy inferior, le arrebató todas las estatuillas.
No me parece casual que Darabont, de origen húngaro, haya simultaneado su faceta de director con la labor de guionista. De ahí que no solo dirigiera Cadena perpetua, sino que, además, escribiera su guion, adaptando con talento la novela de Stephen King en que se basa la película. En 1999 repetiría la fórmula con La milla verde (The Green Mile), logrando otra obra con el aroma de los clásicos. Darabont, que debutó como director con Cadena perpetua, escribió algunos de los guiones de la serie Las aventuras del joven Indiana Jones y realizó labores de asesor en los guiones de Salvar al soldado Ryan y Minority Report.
Pese a su buen guion y sus brillantes interpretaciones, Cadena perpetua fracasó en las taquillas (solo recaudó dieciséis millones de los veinticinco que costó realizarla) y todo sugería que se sumergiría en el olvido, pero poco a poco los espectadores comenzaron a reivindicarla y, actualmente, siempre aparece en un lugar destacado en las listas de grandes películas de todos los tiempos. En 2015, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la seleccionó para su conservación en el Registro Nacional de Cine. La justicia poética no siempre acontece, pero esta vez sí se consumó, reconociendo el mérito de un filme centrado en la amistad, la esperanza y la redención.
La película 'Forrest Gump', nominada a siete Oscar y muy inferior a 'Cadena perpetua', le arrebató todas las estatuillas
La cámara de Frank Darabont no realiza piruetas. Salvo algunos planos cenitales y algunos contrastes de luz y oscuridad, que producen una delicada penumbra azulada, siempre adopta una perspectiva naturalista, evitando los encuadres que introducen distorsiones innecesarias. La música de Thomas Newton acompaña a las imágenes, propagando una leve ensoñación poética exenta de manierismos. Las interpretaciones están a la altura de la historia. Tim Robbins (Andrew "Andy" Dufresne), que encarna a un banquero acusado de doble asesinato por error, consigue transmitir el sufrimiento de un inocente abocado a pasar el resto de su existencia entre rejas.
Víctima de una injusticia, su inteligencia le permitirá sobrevivir en un entorno sumamente hostil. Aparentemente frío, su reserva solo es fruto de su impotencia para exteriorizar sus emociones. Morgan Freeman (Ellis Boyd "Red" Redding) no tiene ese problema. Extrovertido, cordial y carismático, es el "empresario" de Shawshank. Comercia clandestinamente con cigarrillos, cepillos de dientes, revistas eróticas, bebidas alcohólicas, cordones de zapatos y pequeñas herramientas. Él sí es culpable de asesinato, pero cometió su crimen cuando era un joven impulsivo e inmaduro.
El tiempo no puede revertirse, pero el futuro no tiene por qué ser una repetición de lo vivido
Los reclusos no creen en la inocencia de Andy, al que se acusó de matar a su esposa y a su amante, tras sorprenderlos en un motel. Ni siquiera "Red", que se convertirá en su amigo y confidente. En Shawshank, reinan las apariencias, no las certezas. Al igual que el mundo real, la vida es un teatro que escenifica equívocos y falsas pasiones.
La amistad entre Andy y "Red" sacará a la luz el verdadero carácter de cada uno. Andy cree en la esperanza; "Red", no. De hecho, casi está institucionalizado, como Brooks (James Whitmore), el viejo bibliotecario de la prisión, incapaz de adaptarse al mundo real tras su puesta en libertad. Al margen de esta discrepancia, los dos anhelan la redención. "Red" ironiza sobre la rehabilitación, pues sabe que Shawshank no se concibió para eso, sino para humillar, aislar, explotar y deshumanizar a los que infringen la ley, pero lamenta profundamente haber perpetrado un asesinato.
Le gustaría hablar con el joven que fue y pedirle que no se dejara llevar por la ira, explicarle cómo es la vida, enseñarle a ser paciente y pacífico. Andy también quisiera volver atrás y pedirle perdón a su mujer por ser tan hermético y distante. "Red" y Andy crecen como seres humanos, redimiendo sus equivocaciones. Saben que el tiempo no puede revertirse, pero el futuro no tiene por qué ser una repetición de lo vivido.
Con magníficos secundarios como Bob Gunton en el papel de alcaide cínico y corrupto o Gil Bellows como despiadado capitán de guardias de la prisión, Cadena perpetua es una parábola sobre el tiempo, la identidad, el bien y la belleza. En Shawshank, el tiempo es un círculo. Cada día es una repetición del anterior. Un "mal infinito", por utilizar la expresión de Hegel. Pura negación que se repite indefinidamente.
'Cadena perpetua' no es un cinta pesimista. Muestra la degradación del ser humano, pero cree que hay nobleza en su interior
Sin embargo, ese "mal infinito" se rompe gracias a momentos que introducen felices discontinuidades. Cuando Andy consigue un breve descanso y tres cervezas para cada uno de sus compañeros mientras alquitranan el tejado de un taller, los reclusos salen por unos minutos del círculo sin fin en el que transcurre su rutina y vuelven a ser hombres libres, capaces de distinguir unas horas de trabajo de un instante de plenitud.
En la deletérea eternidad de Shawshank, impera la fealdad, pero no es una muralla indestructible. La belleza irrumpe con Mozart. Andy desafía al alcaide, haciendo sonar en los altavoces del patio un fragmento de Las bodas de Fígaro. Mozart introduce notas de color en un universo dominado por el gris, restaurando la dignidad de unos hombres devastados.
La biblioteca que crea Andy tras obtener una donación del Senado es otro foco de belleza. En sus estanterías hay obras como El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, o La isla del tesoro, de Stevenson, y discos de jazz y ópera. Andy escribirá cartas semanales durante seis años hasta que su petición de fondos es atendida. Su esperanza es inagotable. Puede soportar incluso el aislamiento en una celda de castigo. Cuando lo sueltan después de quince días de encierro y le preguntan cómo ha podido soportarlo, contesta que Mozart le acompañó en todo momento.
En Shawshank, nada es lo que parece. El alcaide es un ladrón; el capitán de guardias, un asesino brutal; Andy, un banquero honesto que acabará implicándose en los fraudes y estafas del alcaide para mejorar su situación y la de sus compañeros; "Red", un hombre compasivo que cometió un acto cruel en su juventud. ¿Se puede decir que prevalece la impostura o quizás es que la personalidad no es algo inequívoco y unilateral, sino una pluralidad de estados que se suceden trágicamente o se desprenden con el paso del tiempo, dejando paso a nuevas capas?
La amistad y el amor a la vida pueden sellar todas las grietas abiertas por el sufrimiento
Cadena perpetua no es un cinta pesimista. Muestra la degradación del ser humano por culpa de la ira o la ambición, pero cree que hay nobleza en su interior. El reencuentro final entre Andy y "Red" a orillas del Pacífico, un "océano sin memoria", proclama que la amistad y el amor a la vida pueden sellar todas las grietas abiertas por el sufrimiento. En palabras de Andy, "la esperanza es algo bueno, quizás lo mejor de todo y las cosas buenas no mueren". El plano de Andy y "Red" abrazándose sobre una arena blanca lamida por una vastedad azul cierra brillantemente una película que está a punto de cumplir treinta años y que ya es un clásico moderno.
El "mal infinito" de Shawshank naufraga en la calidez de un paraíso bañado por el sol de Zihuatanejo, la ciudad mexicana donde el infinito ya no es repetición, sino una espiral que no cesa de alumbrar belleza.