Ya está disponible en internet La pantalla herida, interesante documental rodado por Luis María Fernández en el que diversas figuras del cine español debaten sobre la actual encrucijada, o ruina por decirlo de manera más descriptiva, en que se encuentra el sector de nuestro país. El cine patrio, en su línea habitual, sigue alternando los fenómenos gigantescos, Ocho apellidos vascos, con los problemas de siempre a los que se suman, y son tremendos, los ya casi viejos generados por la crisis económica y la práctica desaparición de las subvenciones así como lo que se viene a llamar "cambio de modelo". Participan en el documental personajes conocidos como Enrique López Lavigne, Angeles González Sinde, Enrique González Macho, Hugo Silva o Gil Parrondo, que está genial cual es, junto a talentos más o menos emergentes como Eduardo Chapero Jackson o Vigalondo, figuras políticas como Susana de la Sierra, un exhibidor combativo o representantes de las profesiones del sector. La pantalla herida, con las lagunas quizá inevitables por duración y formato, ofrece un retrato certero no tanto de la situación y el análisis del momento (no hay datos y todo se trata de manera más abstracta que concreta) pero sí del estado de ánimo de una profesión que está por los suelos. Por seguir un poco el listado de temas que el propio documental trata:
1. El talento. La primera persona que aparece en La pantalla herida, salvando al director, es Ángeles González Sinde diciendo aquello de que "España es un país que no cuida el talento". Es posible que talento sea la palabra más repetida y de distintas maneras los participantes abundan en la misma idea con mayor o menor pasión. Detrás de eso, que es cierto, subyace una mentalidad colectiva que no pertenece a izquierdas ni a derechas sino al propio hecho de ser español y que está relacionado con que España es una sociedad que prima lo colectivo sobre lo individual. La búsqueda del éxito, la diferencia, incluso lo extraordinario por lo general molesta porque rompe un consenso social que es la forma ideal de convivencia. Estamos menos solos que los americanos, esto también nos hace más mediocres. El propio cine español participa de esa idea, que reconvierte en principios de izquierda siendo principios españoles, y basta ver que cada vez que ganan un Goya salen a llorar y a decir que son como todo el mundo, porque ellos también piensan que todos "somos iguales" y triunfar es feo. Esto, en un medio como el cine en el que funcionan mecanismo de mistificación e idealización, Hollywood sabe mucho de eso, es especialmente contraproducente. Sin duda, hay raíces religiosas en todo ello.
2. El dinero. Se habla constantemente de cambio de modelo sin que nadie sepa muy bien qué significa porque tampoco ha cambiado tanto y en cualquier caso el cine se ha enfrentado a decenas de cambios de modelos, desde la aparición de la televisión hasta el VHS llegando hasta internet, que tampoco es muy nuevo. Al final, el principio es muy parecido, un productor, un intermediario y un público. El problema en España real no es tanto el modelo como el dinero y más allá, el problema es que ya no hay subvenciones y sin ellas todo el sistema, o casi, se ha venido abajo. En La pantalla herida curiosamente no se habla de las famosas exenciones fiscales que son el hueso duro de la siempre aplazada y nunca llegada reforma de la legislación así como de otros incentivos a la "privatización" del sector que están encima de la mesa. Llega un punto en el que a las cosas se les pueden dar muchas vueltas y al final nadie sabe de lo que se está hablando, pero hay una realidad: sin subvenciones no hay cine en España. La discusión no debería ser si son buenas, malas o regulares, si no sencillamente sobre si es importante que haya o no haya cine. Todo lo demás es marear y aceptar que el arte vuelva a ser lo que es en sociedades injustas y tercermundistas, cosa de ricos.
3. La mala imagen del cine español. Escuchando a algunos nos acordamos de esos gobiernos que hemos tenido, y tenemos, que cuando les preguntan qué hacen mal siempre contestan que su problema es que no saben explicar lo bien que lo hacen. El episodio de la guerra de Iraq, por mucho que en público se defienda, sí cambió la manera de comportarse del cine español y no siempre para bien entre otras cosas porque es un sector que no tiene que pedir disculpas por existir, como a veces da la impresión, ni tampoco considerar que el público siempre tiene la razón, la labor de los artistas también es la de ser valientes y decirle a la sociedad dónde se equivoca. Y hay gente que odia a los artistas, en general, por envidia, porque este es un país de mucho sentimiento y les da rabia que parezca que otros los tengan "mejores" o se ganen la vida con ello que opinan que es como ganársela con nada. La obsesión por un público tan mejorable, o más, que el propio cine español muchas veces ha hecho rehén a las películas, demasiado enfocadas y pensadas para complacer. La industria debería ocuparse un poco más de hacer buenas películas y un poco menos de los estudios de mercado. El buen cine, al final siempre paga.
4. La criba. Se dice menos en público y más en privado pero entre los supervivientes de la debacle sí hay un cierta idea de que la crisis ha conllevado una criba necesaria para separar el grano de la paja. Por desgracia, no es verdad. Quedan menos, pero no siempre los mejores. Ganan los más fuertes, eso no significa que sean quienes tienen más talento.
5. Cine y audiovisual. La verdadera criba a partir de ahora será entre lo que es cine de verdad y lo que es audiovisual. Hace poco, una película como Ida arrasaba en las salas porque los espectadores tenían la impresión de estar viendo eso, cine, y los grandes presupuestos ayudan y los efectos especiales también pero sobre todo otra manera, un respeto mayor, a la hora de coger la cámara y ponerse a rodar. Faltan artistas ambiciosos y un público más exigente y mejor preparado. Esa tarea inmensa pertenece a toda la sociedad, la culpa es de todo el mundo, la victoria también puede serlo.