Algo se mueve: Netflix
Algunas veces he comentado una cruel paradoja: la existencia de la piratería ha impedido que nazcan portales en los que descargarse, o ver, películas por Internet. En una espiral perversa, cuánto más ha pirateado el usuario español (y ha pirateado con saña), menos ganas han tenido a quienes le tocaba de ofrecer contenidos de forma legal y con calidad (es curioso cómo el pirateo ha convertido a decenas de personas normales y corrientes en virtuosas de la informática). Al final, quien ha pagado el pato doblemente han sido las personas decentes (que las hay), quienes se han quedado sin poder utilizar la red para disfrutar del cine o han visto muy limitadas sus posibilidades. El argumento de las distribuidoras ha sido, tradicionalmente, que digitalizar es caro y que están hartos de que se beneficien de ese esfuerzo los propios piratas, a quienes acaban haciendo la vida más fácil cuando se pretende lo contrario. Ahora, con la aparición de Netflix, y en menor medida pero también de forma notoria, de Amazon, la cosa promete cambiar. Y mucho. Eso, si el Gobierno de turno permite que los empresarios honrados hagan su trabajo.
Un paseo por la red nos dará una idea bastante precisa de lo precario que es el panorama. Filmotech es el portal de EGEDA, la asociación española de productores, y tal y como se puede ver en su propia portada cuenta con subvención del Estado. Es un desastre casi absoluto. Más que un portal para el cinéfilo, Filmotech parece una sucursal de Cine de Barrio. Veamos lo que uno puede encontrar ahora mismo allí en una sección titulada (no se sabe si con ironía) Lo + visto: filmes como Eloïse, una película de Jesús Garay de 2009 que no fue ni Blas a verla al cine, o "joyas" ocultas de nuestra cinematografía del calibre de Aventuras de Juan Lucas (Rafael Gil, 1949) o Tú solo (Te Escamilla, 1984). Si eso es "lo más visto", pueden imaginarse lo demás. Los precios oscilan entre el euro y medio y los dos euros, que no es una fortuna así en frío, pero sí lo es si tenemos en cuenta que estas películas no interesan a casi nadie. El resto del catálogo abunda en películas nacionales con poquísimo atractivo como ¿Dónde se nacionaliza la marea?, ¿Por qué te engaña tu marido? o 90 millas, muy conocidas en su casa a la hora de cenar. Es obvio que con semejante oferta, Filmotech va a necesitar muchísimas subvenciones. Lo lógico sería que fueran gratis, o casi.
Más interesante es Filmin.es. Surgida de la asociación de varias distribuidoras independientes como Golem, Wanda o Alta Films, tiene todos los números para ser una referencia de primer orden para el cinéfilo. El problema de Filmin es que hay pocas películas, 1259 para ser exactos, y que muchas de ellas son títulos de cine de autor ya antiguos, comercialmente más complicados y que evitan que el portal tenga la frescura y el atractivo comercial deseables. Bien es cierto que hay novedades apetecibles como Le Père des mes enfants, 13 asesinos o No tengas miedo. Pero también lo es que lo lógico y deseable sería que su sección de novedades se renovara al mismo ritmo, y con el mismo atractivo, con el que hasta la fecha lo han hecho los videoclubes. Además, son títulos apetecibles para los muy cinéfilos, una minoría, y brillan por su ausencia las grandes películas de Hollywood que realmente generan colas delante de los cines y tienen la capacidad de atraer a las masas. Los precios son razonables, tres euros las novedades (o seminovedades) y dos las películas más antiguas. Hay una suscripción de 10 euros al mes, pero con un catálogo de poco más de 1000 títulos, la oferta es escasa para que a muchos les valga la pena.
Hay más portales. La baza de Hollywood la intenta jugar Wuaki Tv, en la que sí se encuentran blockbusters. Oferta aún limitada y precios demasiado altos (4 euros) limitan su crecimiento. Tiene una interesante sección de películas gratis patrocinadas por BBVA con títulos seminuevos que pueden hacer las delicias de muchos quienes lean estas líneas. Ahora, con el desembarco de Netflix, que en Estados Unidos tiene un catálogo online de cerca de 100.000 títulos, lo que sí hace absolutamente apetecible la suscripción (que podría estar alrededor entre los 10 y los 15 euros), por fin se puede revolucionar el mundo de las descargas legales. Por el camino se han quedado numerosas iniciativas que han fracasado miserablemente debido a un solo motivo, el populismo y la ineficacia de un Gobierno que ha permitido que se robe masivamente haciendo un cálculo electoralista artero por el cual sale más rentable hundir a la industria del cine que perder esos miles de votos de gente que, asombrosamente, considera que tienen el derecho a ver películas so escuchar canciones sin pagar un duro. Es delirante.
Porque a todas éstas, la famosa ley Sinde sigue sin tener efecto y parece muy difícil que lo tenga de aquí a finales de noviembre, con unas elecciones a la vuelta de la esquina. Causa un estupor y una vergüenza sin límites. Entre otras cosas, porque cualquiera que haya pirateado sabe perfectamente que quienes ofrecen contenidos en la red de forma subrepticia no lo hacen, ni mucho menos, gratis. El mundo del pirateo significa adentrarse en los márgenes de la red, y uno encuentra de todo: desde compañías que cobran tarifas por vender productos por los que no han pagado un duro en derechos, pasando por publicidad agresiva (muchas veces de la peor especie, desde casas de apuestas a contenidos porno) o prácticas invasivas a la privacidad del usuario que, operando al margen de la legalidad, muy probablemente aprovechan el acceso que les regalan muchos usuarios con fines delictivos y absolutamente peligrosos. La demagogia de la rapacidad de la industria cultural ha sido la coartada de muchos para seguir robando impunemente y, encima, creer que tienen todo el derecho. Una vez más, desde aquí pido al Gobierno, a éste que ha sido un cobarde o al que venga, que de una santa vez cumpla con sus funciones. O que termine con la propiedad privada y aquí comenzamos como en Londres. ¿A qué no tiene gracia amigos?