La vida en los bosques
Se podría trazar una pequeña gran historia sobre la vivencia y la representación del paisaje a través del género epistolar. Pienso en las Cartas y anotaciones sobre la pintura de paisaje de Carl Gustav Carus y en las Cartas sobre la pintura de paisaje de Asher B. Durand, pero también en las que intercambiaron William y Dorothy Wordsworth, las que escribió Shelley desde los Alpes o las de Keats desde Escocia, las de Constable o las Cartas sobre la fotografía de paisaje de H. P. Robinson. Es una tradición decimonónica y romántica que Lúa Coderch (Iquitos, Perú, 1982) reinventa a través de su proyecto Shelter, en el que confluyen dos líneas de trabajo previamente abiertas: la escritura de cartas como herramienta para dar forma (física) y propagar el pensamiento, que adopta a partir de su participación en la iniciativa Performing the Museum (Fundaciò Tàpies), y la reflexión sobre la desaparición en la naturaleza como expresión de abandono del orden social para explorar cómo habitamos el mundo y nos orientamos en él.Frente a obras anteriores en las que lo escultórico tenía más peso (de acuerdo con su formación académica en esa disciplina) se ha decantado por el formato del ensayo videográfico, aunando texto e imágenes para merodear en torno al refugio. Ya avanzó una primera entrega en su exposición, este año, en la galería Àngels de Barcelona (ha expuesto también en La Capella, la Fundación Suñol y la Fundación Miró), de la mano de Michael Snow, cuyos Video Fields son uno de sus referentes aquí.
No se detecta en los dos vídeos que vemos en su segunda individual en Madrid un sentimiento romántico de la naturaleza, aunque sí hay un respeto hacia ella y un claro componente estético. Este no se ajusta a la representación paisajística tradicional (aunque veo algún guiño a esta, tal vez con ecos de Perejaume, en la aplicación de pigmentos sobre maderas y piedra o en el estampado de sábana que usa en el reverso de una de las pantallas) sino que resulta de una mirada más actual que privilegia el fragmento, el margen y el atisbo sobre la clásica contemplación de un "escenario". A Coderch, tal y como ella revela en una de sus cartas, le interesa señalar lo que está un poco más allá de nuestro ámbito de atención.
Shelter es un proyecto en desarrollo que se completará, con una de las ayudas a la creación en videoarte de la Fundación BBVA, a través de nuevos refugios en Massachusetts, tras los pasos de Thoreau, Canadá y Noruega, incorporando relatos biográficos sobre "desaparecidos" en los bosques y cuestiones relacionadas con la memoria histórica. De momento, sus salidas se han limitado al entorno geográfico próximo, construyendo sus endebles abrigos en el Ampurdán, el parque natural de Els Ports o el Delta del Ebro. El proceso se repite: tras localizar el emplazamiento apropiado, regresa con un pequeño equipo y filma, no con estilo documental sino, casi podríamos decir, táctil, sensorial, la construcción en unas pocas horas de un refugio, que queda en el lugar sólo si se ha levantado con materiales naturales. Se trata de ensayos, a veces frustrados (y así se reconoce), de arquitectura precaria que, no obstante, se erigen en un "primer acto constitutivo de un orden nuevo".
Night Cabin
Hay algo de juego en la fantasía eremítica de Coderch; la realidad es que duerme siempre en casa, aunque pensando en el refugio que ha quedado solo en el bosque, envuelto por los sonidos de la noche. Y el sonido es también un material natural que la artista manipula, dándole forma de alguna manera física. Al igual que hizo en su anterior muestra, ha grabado un concierto de aves en las que todas las voces son la suya, imitando los cantos después de alterar la frecuencia del sonido y devolviendo luego la grabación a la frecuencia original. Una falsificación que, como sus refugios inútiles, facilita una "distanciada cercanía" al paisaje. Seguiremos atentos esta inspiradora correspondencia.
@ElenaVozmediano